Nacional - Economía
El aumento de las vacaciones es insuficiente en un México sobreexplotado
Máximo Ernesto Jaramillo-Molina | The Washington Post
Según los días de descanso oficiales por país, las personas en México son de las que más trabajan a nivel global. De acuerdo a rankings globales, lo hacen además en malas condiciones laborales en términos de derechos —como periodos de maternidad y vacaciones— y remuneraciones. Pese los largos periodos de trabajo, 53% de los trabajadores vive en pobreza. Por eso es que cuando hay avances que benefician a los trabajadores, tienen que celebrarse.
El aumento de los días de vacaciones mínimos obligatorios en el país es una buena noticia para una sociedad que tiene tan normalizada la sobrecarga laboral y que, ante la falta de opciones, está acostumbrada a trabajar en condiciones paupérrimas. El problema es que los avances aún no alcanzan los estándares mínimos internacionales y, pese a ello, hay un rechazo de la clase patronal ante cualquier conquista de los trabajadores: en este caso, se trata de un falso debate sobre las posibles pérdidas de ganancias de las empresas.
Después de un proceso de debate largo que casi congela las iniciativas, el Congreso aprobó una reforma para duplicar los días mínimos de vacaciones obligatorias en México a partir de 2023, con lo que los pasaron de seis a 12. Además, según el dictamen aprobado, las vacaciones aumentan gradualmente dos días por cada año de antigüedad, durante los primeros cinco años y luego dos días más cada cinco años.
Desde 1970 no se habían modificado ni aumentado las vacaciones obligatorias. Dentro de ese contexto es que se entiende la importancia de la iniciativa “Vacaciones Dignas”, originalmente promovida por la senadora Patricia Mercado, y que fue objeto de discusiones, modificaciones, quejas y obstáculos por parte del sector privado del país, que persisten luego de la aprobación.
Hasta 2022, México era de los peores países en cuanto a vacaciones obligatorias: ocupaba el lugar 183 de una lista de 194 países. El periodo mínimo de vacaciones era solo de seis días después de todo un año trabajado, mucho menos que otros países de la región como Colombia, Chile y Guatemala, quienes tienen 15. En Uruguay llegan a 20 y en Panamá y Perú alcanzan hasta 30 días.
La sobrecarga y sobreexplotación del trabajo en México no se refleja solo en el tema de las vacaciones. Por ejemplo, en el país una persona empleada promedio trabaja 2,255 horas al año. Esto es 46% más horas que en Bélgica, 33% más que en Brasil y 17% más que en Perú. México es el tercer país con más horas trabajadas al año, de una lista de 71 países publicada por Our World in Data. Además, en países como Alemania, la carga de horas de trabajo anuales se redujo en más de 40% desde 1950, mientras que en Argentina y Brasil disminuyó 16% y solo 7% en México.
Las trabajadoras mexicanas también son de las que menos semanas de incapacidad tienen por maternidad, con 12, mientras que los trabajadores tienen solo una de paternidad. En Colombia las mujeres tienen derecho a 17 semanas de maternidad, 30 en Chile, 65 en Corea y hasta 161 semanas en Finlandia.
En cuanto a semanas de paternidad, que son muy importantes si buscamos redistribuir la sobrecarga de trabajos de cuidado que recaen en las mujeres mexicanas, destaca que el promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) es 10 veces mayor que en México.
El nivel de trabajo tiene consecuencias graves en la desigualdad y la pobreza. De cada 100 pesos generados en la economía, las personas trabajadoras se quedan solo con 33 pesos. Esto es mucho menor que países del mismo nivel de ingreso que el nuestro, donde en promedio el trabajador se queda con 50% de las ganancias y el capital con el otro 50%. Incluso países de la región como Uruguay y Argentina están cerca de 55% distribuido para los trabajadores, mientras que Brasil y Chile superan 60%.
La sobreexplotación de las personas trabajadoras en México solo se puede entender por la unión de las élites económicas y políticas por décadas. Durante la discusión de la iniciativa, las quejas del sector patronal fueron claras, al grado que se buscó modificar el dictamen mediante el cabildeo con algunos partidos políticos para dejar como opcional que los 12 días de vacaciones fueran tomados de forma continua.
Desde hace meses, distintas cámaras empresariales criticaron la iniciativa del aumento de vacaciones pagadas, con las usuales críticas de que dicho cambio podría incentivar la informalidad y poner en riesgo los empleos de la ciudadanía. Incluso tras la aprobación de la reforma, representantes patronales siguen haciendo sobreestimaciones del aumento del costo laboral para las empresas; ellos calculan que el costo sería de 89,000 millones de pesos (4,450 millones de dólares) durante 2023.
La realidad es que el impacto a las empresas en México del aumento de vacaciones no debería ser mayor a los 6,000 millones de pesos (300 millones de dólares). Esto porque el aumento en la prima vacacional representará para las empresas apenas un incremento promedio cercano a los 300 pesos (15 dólares) en el costo anual por persona trabajadora, tomando en cuenta una mediana de salarios formales cercana a los 6,000 pesos mensuales (300 dólares).
Es decir, una cifra insignificante en la búsqueda de aumentar aunque sea un poco el bienestar de la ciudadanía en el país.
Aún queda mucho por mejorar pues, para la Organización Internacional del Trabajo, el mínimo recomendable de vacaciones obligatorias es 18 días anuales, 50% más de las aprobadas hace algunos días. Los gobiernos en México tendrán que acelerar el paso con modificaciones legislativas. La meta final deberá alcanzar una mejor distribución entre el obrero y su empleador de las ganancias para alcanzar los estándares mínimos deseables y justos para la población trabajadora en el país. El bienestar de las personas traerá consecuencias benéficas, pues ha estado relegado por demasiadas décadas con tal de aumentar el beneficio patronal. Será tarea de todos exigir que tales reformas sucedan más rápidamente.
aranza
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