Calamidades

Los últimos habitantes de Bajmut se resisten a huir pese al avance ruso

2023-02-02

Las fuerzas rusas intentan desde hace meses tomar el control de Bajmut, que se ha convertido en la...

Arman Soldin | AFP

Los últimos habitantes de Bajmut, una ciudad del este de Ucrania que está devastada tras meses de combates, se niegan a abandonar sus casas, pese al avance de las tropas rusas.

"¿Cómo podría huir?, dijo Natalia Shevchenko, una mujer de 75 años, a quien le preocupa que partir sea demasiado caro.

Lleva tanto tiempo escondida en un sótano que se siente "como topo" cuando sale a la superficie y siente que sus ojos deben ajustarse a la luz.

"No se preocupe", afirmó a un reportero de la AFP ante el silbido de los obuses. "Están lejos. Ahora ya aprendí a saber a dónde van a caer".

Las fuerzas rusas intentan desde hace meses tomar el control de Bajmut, que se ha convertido en la batalla más sangrienta desde que se inició la invasión rusa el 24 de febrero de 2022.

Pese al envío de armas occidentales, en los últimos días, Rusia ha reivindicado varios avances en la región.

Antes de la guerra, Bajmut tenía 75,000 habitantes, pero ahora es una ciudad fantasma, sus calles están llenas de defensas antitanques y de coches calcinados. Ya no hay gas, ni electricidad ni agua.

- Sangre en la nieve -

Pero todavía hay 7,000 personas - la mayoría ancianos- que siguen en la ciudad pese a los tiros de artillería, a los disparos y a los drones que sobrevuelan el cielo.

El martes un niño de 12 años y un hombre de 70 murieron durante un bombardeo ruso.

En una visita a Bajmut el miércoles, un equipo de la AFP vio una humareda emerger de la zona norte de la ciudad.

Un vehículo militar ucraniano fue golpeado por un bombardeo ruso el martes en el oeste de la ciudad y la AFP vio que en el lugar quedó el rastro de la sangre en la nieve y cerca de unos cristales rotos había vestigios que parecían ser restos humanos.

A la salida de la esta ciudad asolada por la guerra, los soldados ucranianos se afanan en fortificar sus posiciones. El río que pasa por Bajmut marca la frontera entre ambos bandos, pero Natalia Shevchenko, que vive en la orilla este, cruza todos los días un puente para conseguir agua.

Los habitantes que pudieron ya huyeron, pero otros, como Shevchenko parecen resignados a su destino.

"Lo del gas no es tan grave. Si tuviéramos electricidad todo sería más fácil", explicó agregando que así podría calentarse y cocinar.

"Lo peor es que ya no tengo señal", dice afligida porque no puede hablar con su familia. Tiene dos hijos, uno en la capital Kiev y otro en Odesa.

"Sus hijos son pequeños, por eso tuvieron que partir", explicó.

Nadiya Burdinska, de 66 años, contó que ha vivido en Bajmut toda su vida y no tiene planes de irse.

"Solamente un loco no tendría miedo", afirmó. "Todo es posible, si Dios lo quiere, voy a sobrevivir", dijo fuera de su apartamento que data de la era soviética arrastrando sacos de leña.

Para poder calentarse tuvo que comprar una estufa por unas 3,500 grivnas (95 dólares).

"Así vivimos en el siglo XXI", señaló.



Jamileth