Internacional - Finanzas
Surgen interrogantes sobre duración divergencia entre BCE y Fed
(Bloomberg) -- El nuevo estatus del Banco Central Europeo como abanderado del endurecimiento monetario predispone a la presidenta, Christine Lagarde, a una disputa con los inversionistas que dudan de cuánto tiempo la eurozona puede seguir su propio curso.
Horas después de que la Reserva Federal insinuara un posible cese de las alzas de tasas interés, Lagarde insistió en que la institución con sede en Fráncfort no está en condiciones de hacer una pausa, una postura que ya está siendo puesta a prueba por operadores que apuestan a que nadie puede desafiar de forma sostenible la atracción gravitatoria de la política estadounidense.
El argumento de Lagarde para seguir endureciendo su política monetaria y desvincularse de la dirección establecida en Washington es que los riesgos de inflación siguen siendo “significativos” y el ciclo de ajuste del BCE está menos avanzado.
Existe la opinión implícita de que los bancos de la región del euro pueden evitar la turbulencia financiera observada en Estados Unidos que condujo a la caída de Credit Suisse e incluso a las salidas de depósitos en el Reino Unido. Mientras tanto, el estancamiento fiscal de Estados Unidos es otra razón por la que Europa puede establecer su propio destino, por ahora.
Pero la experiencia pasada sugiere que cualquier divergencia no durará: el endurecimiento actual del BCE siguió al de la Fed después de que la inflación golpeó tanto a la eurozona como a EU Incluso en 2008, Europa no pudo permanecer inmune a la crisis financiera mundial generada al otro lado del Atlántico.
“En la historia no hay ningún ejemplo de que el BCE suba las tasas de manera sostenida cuando la Fed detiene las alzas, ni mucho menos cuando recorta las tasas”, dijo Frederik Ducrozet, director de investigación macroeconómica de Pictet Wealth Management, a Bloomberg Television. “Pero esta vez es un poco diferente. Así que esperamos que el BCE continúe subiendo las tasas al menos en otra reunión”.
Para los operadores, que esperan que la Fed recorte las tasas en más de 90 puntos básicos antes de que termine 2023, el final está a la vista para el BCE. Redujeron las apuestas sobre aumentos en la tasa de depósito, fijando un precio máximo del 3,60% en septiembre, en comparación con el 3,90% esperado la semana pasada.
Si bien algunos banqueros del BCE estaban a favor de un mayor aumento de la tasa, no insistieron mucho en su postura, según personas familiarizadas con las deliberaciones, por lo que el resultado general aún deja a la eurozona lista para más alzas.
Una liquidación más rápida de su balance fue incluso una “sorpresa restrictiva”, según el estratega de tasas de ING Antoine Bouvet.
Lo que envalentona al BCE es su opinión colectiva de que los precios aún no están completamente bajo control. Lagarde citó acuerdos salariales recientes como factores que aumentan los riesgos, “especialmente si los márgenes de ganancia siguen siendo altos”. La inflación general incluso se aceleró en abril a un 7%.
Es la magnitud del ajuste monetario en EU (500 puntos básicos en comparación con solo 375 del BCE) combinado con el nerviosismo causado por las quiebras de los bancos regionales lo que ha dejado a la Reserva Federal en un posible patrón de espera.
Por el contrario, aparte de un tambaleo de Deutsche Bank, Europa ha capeado bien esa crisis y el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, reiteró que los bancos de la región son “resistentes”.
Incluso si se puede preservar la estabilidad financiera, es difícil encontrar un observador del mercado que considere que el BCE puede desvincular de forma duradera su curso de política monetaria del de la Fed.
“Fue solo hace un par de años cuando los clientes nos preguntaban si el BCE alguna vez subiría las tasas de interés”, dijo Ulrich Leuchtmann, estratega de FX en Commerzbank. “Ahora subirán las tasas cuando la Reserva Federal no lo hace; esta es una situación muy novedosa. No estoy seguro de que el BCE sea realmente más restrictivo que la Fed a largo plazo”.
aranza
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