Reflexiones

El valor de las cosas que no se ven

2023-10-10

Si confiamos en que lo mejor está por llegar después de este periodo de aprendizaje,...

Por | Llucià Pou Sabaté

"Alicia estaba sentada a la orilla del río. Era una tarde calurosa y aburrida, pero de pronto sucedió algo inesperado: apareció un conejo blanco con ojos rosados. Vestía chaleco y llevaba prisa. Mientras consultaba su reloj de bolsillo iba diciendo: ¡Dios mío qué tarde voy a llegar!". Sorprendida ante este hecho, Alicia sigue al conejo, se cuela en su madriguera y entra en el país de las maravillas: Alicia tiene mente abierta y no tiene miedo del mundo que de las cosas que no se ven: más allá de la ciencia. El problema de las discusiones filosóficas es absolutizar un aspecto de la realidad, como hoy se absolutiza el relativismo, que no hay verdad en los temas que no son cuantificables, dicen que sólo hay opiniones, cuando la realidad es que nuestras vidas se mueven por esas cosas que no se ven: el sentido del amor y la amistad, el sentido de la vida y del más allá..

Nuestro cuerpo se puede resumir en un cubro con 40 kg de agua; otro con 17kg de grasa; recipientes con 4 kg de fosfato de cal; 1kg de albúmina; 5kg de gelatina, y frascos de menor tamaño contienen carbonato cálcico, almidón, azúcar, cloruro de calcio y de sodio, etc., pero “eso” no es el hombre, ni tampoco la organización de esos elementos pues tampoco un cadáver es un hombre, está el componente “vida” que nos define, y de la que conocemos sus efectos: "vivimos, nos movemos, sentimos y entendemos los hombres". 

Un estudioso me decía que en su opinión no somos más que un montón de células que después de vivir desaparecen y no queda nada. Pienso que no es lógico pensar solo en lo que vemos, porque esto no explica la vida ni la causa de que vivamos. Claro que si no tenemos un “por qué” vivir, el “cómo” vivir no tiene mucho sentido...  

Quevedo nos animaba a ir más allá de lo que se ve, de los efectos: "serán ceniza, mas tendrán sentido,/ polvo serán, más polvo enamorado”. 

En la vida hay dos palabras importantes: amor (es la esencia de la vida) y dolor (es un ensayo de la muerte), y si se olvida una la otra carece de sentido. Parece que pensar en la muerte es perder el tiempo, pero bien decía Platón que "cuando el tiempo  apremia y el hombre se familiariza con la idea de la muerte, empieza a preocuparse de temas que antes no le importaban" (es decir, se adquiere profundidad). Me atrevo a decir que todo crecimiento interior, como también la creatividad artística en sus diversas facetas están ligados a las experiencias de amor y dolor. 

El hombre está hecho de carne y espíritu, pero a lo largo de la historia hay una herida en la armonía entre los dos, el equilibrio se ve perturbado por posturas maniqueas que afirman que el cuerpo es malo, y el espíritu bueno. También aparecen formas de pensamiento espiritualista (absolutizar el espíritu con huidas de la realidad), o y materialista (diciendo que solo está la materia, encerrándose en ella). La unión entre espíritu y materia va muy unida a la idea de que el espíritu es inmortal, y que la muerte no es el final. 

No es que la mente pueda entender todo esto, el enigma del más allá de la muerte, como sigue diciendo Quevedo:  “No me aflige morir (...) / siento haber de dejar deshabitado / cuerpo que amante espíritu ha ceñido”. 

La vida es un regalo, y como todo regalo está para disfrutarla; tiene un sentido de aprendizaje, por eso no hay que tener una prisa frenética para quemar las etapas de la vida antes de que llegue el final. Además, de algún modo la eternidad ya está aquí, cuando se vive por amor no hemos de esperar al “más allá” de la muerte, pues encontramos ya algo divino que sacia nuestra sed de eternidades. Y después viviremos por entero eso que ya tenemos aquí como aperitivo. 

Intuimos lo que decía Enrique Rojas: “mi convencimiento acerca de la  inmortalidad del hombre radica en mi absoluto convencimiento de que la vida es amor y lo que mueve al hombre y a la vida es el amor. Por las rendijas del amor se cuela la trascendencia en el corazón del hombre”. 

Amar y ser amado es el mayor bien de la persona. La razón es importante, pero la forma más alta de inteligencia es esa capacidad de amor, una intuición amorosa además nos proporciona ese entendimiento más alto, pues el amor va unido a la inteligencia, como también a la y libertad. Son inseparables. La verdad nos hace libres, la libertad nos hace verdaderos, el amor verdadero es libre… van unidas las tres: amor, conocimiento de la verdad, libertad. Cualquier acto plenamente humano es amoroso, libre y verdadero, si no, no sería un acto plenamente humano. 

Si confiamos en que lo mejor está por llegar después de este periodo de aprendizaje, esta esperanza nos basta para darle un sentido a todo: cuando hay un "para siempre" , la vida se ve de otra manera que si “no hay nada”, pues entonces nada  tiene ninguna importancia.

Para los cristianos es un proceso de divinización, pues no nos conformamos con alcanzar como el burro la zanahoria que le han puesto delante de los ojos la publicidad o los mitos de la política o cualquier otra forma de que nos digan que si alcanzamos unos objetivos seremos felices... eso es mentira. La felicidad viene por cumplirse ese afán de sublimidad, esta sed de eternidades, ese amor que lo alberga todo, ese afán de conocer a fondo la verdad, esa libertad completa.., todo ello lo podemos tener ya en esperanza, en espera de que un día se haga cumplida realidad. Por eso la persona se define por tener sed de eternidades, que vamos conquistando sobre todo en esa comprensión de amor que hemos dicho, que agranda nuestra capacidad de amar para albergar mucha dicha en el más allá, pues lo que hace la libertad es poder escoger un amor cada día más grande que nos prepare para acoger mucha felicidad en el más allá, según la medida de ese corazón que hemos agrandado con el amor: “Sí, este mundo  y el hombre y su libertad tienen mucha importancia, y es porque aquí estamos eligiendo lo que vamos a ser para siempre. La vida ‘perdurable’ será un reflejo de lo que hayamos elegido en este mundo” (Julián Marías). 

Esta elección se realiza con la mirada del corazón, que ve muchas cosas que los ojos del cuerpo no ven. Así, parece que las cosas que no se ven no tienen importancia, y así el amor, la amistad y todas las cualidades de un buen corazón parece que pueden sacrificarse ante el dinero, el éxito y el poder. Pero en realidad vemos que si estas cosas que parece que no tienen sentido para una vida de bienestar faltan, las cosas que no se ven, sin ellas la vida no tiene sentido. Es el valor supremo de estas cosas que no se ven…



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