Trascendental
¿Qué sucede después de la muerte?
Por | buenanueva.net
¿Cómo es la muerte?
La muerte no es el fin de la vida, sino el comienzo de la Verdadera Vida. Para los que mueren en Dios, la muerte es un paso a un sitio/estado mejor ... mucho mejor que aquí. No hay que pensar en la muerte con temor. La muerte no es tropezarnos con un paredón donde se acabó todo. Es más bien el paso a través de esa pared para vislumbrar, ver y vivir algo inimaginable.
Santa Teresa de Jesús decía que esta vida terrena es como pasar una mala noche en una mala posada.
Para San Juan Crisóstomo, "la muerte es el viaje a la eternidad". Para él, la muerte es como la llegada al sitio de destino de un viajero. También hablaba de la muerte como el cambio de una mala posada, un mal cuarto de hotel (esta vida terrena) a una bellísima mansión.
"Mansión" es la palabra que usa el Señor para describirnos nuestro sitio en el Cielo. "En la Casa de mi Padre hay muchas mansiones, y voy allá a prepararles un lugar ... Volveré y los llevaré junto a mí, para que donde yo estoy, estén también ustedes" (Jn. 14, 2-3).
Es en la Liturgia de Difuntos de la Iglesia donde tal vez encontramos mejor y más claramente expresada la visión realista de la muerte. Así reza el Sacerdote Celebrante en el Prefacio de la Misa de Difuntos: La vida de los que en Tí creemos, Señor, no termina, se transforma; y al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el Cielo.
Por eso la muerte no tiene que ser vista como algo desagradable. ¡Es el encuentro definitivo con Dios! Los Santos (santo es todo aquél que hace la Voluntad de Dios, aunque no sea reconocido oficialmente) esperaban la muerte con alegría y la deseaban no como una forma de huir de esta vida, que sería un pecado en vez de una virtud- sino como el momento en que por fin se encontrarían con Dios. "Muero porque no muero" (Sta. Teresa de Jesús).
"Qué dulce es morir si nuestra vida ha sido buena" (San Agustín). San Agustín fue un gran pecador hasta su conversión ya bien adulto. El problema no es la muerte en sí misma, sino la forma como vivamos esta vida. Por eso no importa el tipo de muerte o el momento de la muerte, sino el estado del alma en el momento de la muerte.
¿Qué sucede después de la muerte?
¿Qué es el Juicio Particular?
Nuestro destino para toda la eternidad queda definido en el instante mismo de nuestra muerte. En ese momento nuestra alma, que es inmortal, se separa de nuestro cuerpo e inmediatamente es juzgada por Dios. Este momento se llama en Teología el Juicio Particular, y consiste en una especie de radiografía o "scaneo" espiritual instantáneo que recibe el alma por iluminación divina, mediante la cual ésta sabe exactamente el sitio/estado en que le corresponde ubicarse para la eternidad, según sus buenas y malas obras.
Es así como en el momento mismo de la muerte el alma recibe la sentencia de su destino para toda la eternidad. Al decir, entonces, que alguien ha muerto, podría también afirmarse que ese alguien también ha sido juzgado por Dios.
Por ello ante la pregunta de si conviene esperar el momento de la muerte para prepararnos para la vida eterna, la respuesta parece muy simple: No, no es conveniente, pues no sabemos ni el día, ni la hora, ni el lugar, ni las condiciones de nuestra muerte. Y es mucho, es demasiado, lo que nos estamos jugando en ese instante: nada menos que nuestro destino para siempre, para una vida que nunca tendrá fin.
¿Hay Vida después de la vida?
Sí hay Vida después de la vida. Y la muerte no es el fin de la vida, sino el comienzo de la Verdadera Vida.
El Papa Juan Pablo II nos recordaba en una de sus Catequesis sobre la vida y la muerte las palabras de Jesús: "Yo soy la Resurrección y la Vida" (Jn. 11, 25). Y nos decía que "en El, gracias al misterio de su muerte y resurrección, se cumple la promesa divina del don de la Vida Eterna, que implica la victoria total sobre la muerte. 'Llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán la voz del Hijo de Dios y saldrán los que hayan hecho el bien para una resurrección de vida, pero los que obraron mal resucitarán para la condenación' (Jn. 5, 28-29). 'Porque ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en El, tenga Vida Eterna y que Yo le resucite el último día'" Jn. 6, 40).
Y nos decía el Papa Juan Pablo II que no debemos pensar que la vida más allá de la muerte comienza sólo con la resurrección final, pues ésta se halla precedida por la condición especial en que se encuentra, desde el momento de la muerte física, cada ser humano. Se trata de una fase intermedia, en la que a la descomposición del cuerpo corresponde "la supervivencia y la subsistencia, después de la muerte, de un elemento espiritual, que está dotado de conciencia y de voluntad, de manera que subsiste el mismo 'yo' humano, aunque mientras tanto le falte el complemento de su cuerpo" (JP II, 28-10-98).
¿Qué opciones tenemos para la Eternidad?
Dice el Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica: "Cada hombre después de morir recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular, bien a través de una purificación, bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del Cielo, bien para condenarse inmediatamente para siempre" (#1022).
Aquí nos habla la enseñanza de la Iglesia de las opciones que tenemos para la eternidad: Cielo, Purgatorio o Infierno. De estas tres opciones la única que no es eterna es el Purgatorio, pues las almas que allí van pasan posteriormente al Cielo.
¿Qué es el Cielo?
Es un estado y un lugar de felicidad completa y eterna donde van las almas que han obrado conforme a la Voluntad de Dios en la tierra y que mueren en estado de gracia y amistad con Dios y perfectamente purificadas.
¿Qué es el Purgatorio?
Es un estado y un lugar de purificación donde van las almas que han obrado bien, pero que aún deben ser purificadas de las consecuencias de sus pecados antes de entrar a la visión de Dios en el Cielo.
¿Qué es el Infierno?
Es un estado y un lugar de castigo eterno donde van las almas que se han rebelado contra Dios y mueren en esa actitud.
aranza