Cuentas Claras

Opciones para pagar la Deuda Pública: Producción

2006-07-05

Solo es cuestión de revalorar nuestra capacidad de producción que hay instalada y que...

CIFRAS DE ESPANTO - CAPITULO 18 - 1ra Parte

 

Retomando la situación expuesta en el capitulo anterior, está claro que no tenemos liquidez, es decir, dinero en efectivo para seguir pagando los compromisos que se derivan de la Deuda Pública. Pero sí, en cambio, tenemos infinidad de recursos económicos con los que podríamos negociar y pagarla. Nadie duda de la riqueza de nuestro país. Sí en cambio desconfían de los gobiernos corruptos que saquean a la nación para su provecho personal y que ven en la Deuda Pública la manera de enriquecerse a través de los créditos. La mayor transparencia de la información debería ser precisamente sobre el endeudamiento público: justificación, origen, destino, aplicación, vigilancia y el pago finalmente.

Pero a estas alturas el hubiera ni el debería existen. Lo que existe y es innegable es una deuda pública oficialmente reconocida por aproximadamente 3.5 billones de pesos con un costo anual de 550,050 millones de pesos, la cual realmente asciende a más de 8 billones de pesos, hasta quizá 12 billones si se toma en consideración no solo la deuda directa que incluye la deuda externa e interna (FOBAPROA, IPAB, rescate carretero, Pidiregas), sino también la denominada contingente que incluye a los sistemas de pensiones del ISSSTE, IMSS, de las universidades públicas y de las paraestatales, así como de los gobiernos estatales.

Aparte del costo de la deuda hay que tomar en consideración el sobreendeudamiento que seguramente se registrará en los siguientes meses, por lo que habrá que sumar otros 500,000 millones de pesos. Esto si bien nos va y siempre y cuando no baje el precio del petróleo, que no suban las tasas de interés y que el peso no se devalúe. Esta es en sí la velocidad de endeudamiento que lleva el actual gobierno que ha roto las marcas impuestas en otros sexenios.

El servicio de la Deuda Pública más los nuevos créditos que habrán de sumarse, significan 10,000 pesos anuales por cada uno de nosotros. Esto equivale a la cantidad de 50 mil pesos por cada hogar mexicano tomando en cuenta el promedio apretado de 5 personas en cada uno. Si sumamos este "impuesto de la deuda pública por habitante" durante los pasados 10 años, entonces cada uno de nosotros tendríamos ahorrado o pudimos haber disfrutado de 100 mil pesos... o de 500,000 si consideramos el importe por familia, mismos que fueron finalmente al pago de la Deuda Pública, deuda en la que seguramente no se encuentra la particular de cada ciudadano que no tiene créditos cargados en el FOBAPROA. Esto significa el peso y el pago de la deuda pública, en donde finalmente se encuentra la causa de la pobreza y miseria de nuestro país. Así están las cosas de indescifrables —a veces—, y peor será nuestro destino si seguimos inflando la Deuda Pública en lugar de desinflarla. Nunca, la deuda de México había sido tan gigantesca y esclavizante. Nunca habíamos pagado un tributo tan exagerado. Ni siquiera en la época de la conquista o de la esclavitud durante el dominio de los españoles se pagó a la corona tanto dinero.

Por eso, ante la falta de liquidez y la deuda encima como un yugo, tenemos que ingeniar cualquier forma o mecanismo para enfrentarla con el ánimo de pagarla lo más pronto posible. Este sería el mejor saneamiento financiero para el país después de saldarla y la mejor forma de salir de la virtual bancarrota en la que estamos: exactamente igual que Argentina en donde estalló la crisis al no haber encontrado apoyo ni respaldo del gobierno como aquí en México durante la gestión de Ernesto Zedillo.

En primer lugar, en el caso de la Deuda Externa, que es la tercera parte de la Deuda Pública, se podría hasta pensar en un trueque-intercambio económico y financiero ventajoso con los acreedores y "reciclar económicamente" la cuantiosa deuda. Solo es cuestión de revalorar nuestra capacidad de producción que hay instalada y que está desaprovechada. Esta capacidad infructuosa habría que reactivarla y echarla a andar para que la nueva producción sirva para la amortización de una buena parte de la Deuda externa. Lo más viable para el país es acelerar los plazos y anticiparse al pago de la deuda externa pagándola con bienes, productos, servicios y mercancías mexicanas; en lugar de pensar en rematar las paraestatales o convertirlas en maquiladoras de empresarios privados para beneficio de las transnacionales.

Los sectores ideales para este fin están en el turismo, el petróleo y gas, la minería, la electricidad, la agricultura, la ganadería y la pesca, por citar los más importantes; mismos que finalmente son los que contribuyen tradicionalmente para el pago de estos empréstitos o que fueron a los que se destinaron originalmente. Para esta promoción deberíamos buscar mejores precios, condiciones y valor agregado para nuestros productos en lugar de seguir siendo un país más de los maquiladores y basureros del mundo. Tal sería el caso de producir gasolinas en lugar de vender solamente barriles de petróleo crudo. El margen de utilidad por el costo de transformación quintuplicaría las ganancias de PEMEX en el área de la petroquímica y aparte dejaríamos de importarlas al triple o cuádruple de lo que cuesta producirlas. Ninguna razón sería poderosa para concesionar este jugoso negocio a sectores particulares o a países extranjeros ajenos a PEMEX.

En estos mismos sectores es además en donde podrían crearse fuentes importantes de empleo y trabajo para la población desempleada y desocupada que se encuentra sin producir ni aportar nada a la economía.

Respecto de la Deuda Pública Interna solo es cuestión de practicarle una autopsia y hacer una disección de sus partes internas. Para empezar habría que restarle un 33 por ciento, un billón de pesos del IPAB-Fobaproa y mandarlo a cualquier lado pero menos a la Deuda Pública. Para este propósito esencial solo es cuestión de actuar legalmente apegados a las leyes y preceptos constitucionales, dando marcha retroactiva a las maniobras fraudulentas que dieron origen a que el gobierno reconociera esta deuda que no es pública. No se puede hacer caridad a los ricos con el dinero del pueblo. Para eso no son los recursos públicos.

Total según estimaciones: 2 billones 869 mil 191 millones de pesos
Sin la Deuda Externa y después de extirpar el IPAB (Rescate Bancario) de la Deuda Interna, el total de la Deuda Pública se reduciría a la tercera parte de su importe actual y por consiguiente el costo de su servicio.


PRODUCTIVIDAD A NIVEL MUNDIAL

La mejor explicación que he encontrado sobre la precaria situación económica y financiera que atravesamos como país es: "por el bajo índice de la población económicamente activa" y por consiguiente uno de los más bajos niveles de productividad que nos sitúa en el lugar 70 dentro del contexto mundial.

A la hora de considerar las opciones que tiene México para pagar podemos considerar más de una docena, pero si tuviéramos que ordenarlas jerárquicamente por su importancia, la primera en mencionar sería la que se refiere a la productividad de la nación. Al apreciar y valorar esta paradoja: la deuda pública más alta y la productividad más baja, seguramente enfrentaríamos el problema del desempleo y crearíamos millones de fuentes de trabajo para producir recursos económicos que nos sirvan para el pago de la misma.

Si México compitiera con otros países en cuanto a productividad, de la misma manera que está abierto a la competencia comercial, y si lograra situarse en los niveles del Producto Interno Bruto (PIB) per cápita que obtienen otros países, entonces nuestro país ocuparía uno de los primeros lugares dentro del contexto mundial. Aunque suene una exageración esto se demuestra teóricamente con las razones y proporciones de las estadísticas mundiales.

En el caso del (PIB) per cápita de los japoneses que se ubica en los 40,000 dólares anuales, la productividad de México se elevaría de 630,000 millones a 3.963 billones de dólares (44 billones de pesos), 6 veces más de lo que actualmente estamos produciendo. Sale sobrando enumerar las bondades y beneficios que esta reactivación económica nos traería a todos los mexicanos, solamente incrementando nuestra capacidad de producción como personas y como nación. Solo necesitamos despertar a 15 millones de mexicanos dormidos en el desempleo y la desocupación.

Esta hazaña equivaldría a más de 400,000 pesos para cada uno de los mexicanos por concepto del excedente en nuestra producción actual si quisiéramos y pudiéramos alcanzar los índices internacionales de China o Japón. Éste sería el gran reto nacional y la mejor meta. Solamente así vamos a poder salir de pobres y acabar con la miseria.

Pero si midiéramos el PIB por la extensión territorial que tienen estos mismos países y el promedio que resulta lo comparamos con México, entonces en el caso de Japón, con 377,815 Km/2 obtienen un rendimiento-productividad de 11 millones de dólares por Km/2, sobre el PIB total que tiene ese país por más de 4 billones de dólares. Entonces, México con 1.958 millones de kilómetros cuadrados, más el doble de costas y litorales (sin tomar en cuenta), conforme a la productividad japonesa, debería de producir anualmente no menos de 21 billones de dólares, 34 veces más que el PIB actual.


En la referencia del PIB que aparece en la barra del país, es la productividad que deberíamos obtener conforme a lo que esta nación produce.

En este caso y bajo este esquema, con el rendimiento promedio de la productividad (PIB per capita ) en relación a la extensión territorial de los japoneses y los suizos, México se colocaría en primer lugar.


Es penoso el índice de productividad que ocupamos. Producimos la sexta parte de Japón, que tiene una sexta parte de nuestra extensión territorial. Los chinos nos aventajan en un 50 por ciento sobre la población que proporcionalmente es económicamente activa.

Pero una apreciación más que surge de la comparación de las estadísticas mundiales de producción y competitividad es sobre el porcentaje de la población económicamente activa (PEA) en nuestro país, el cual resulta ser uno de los más bajos del mundo: 40 por ciento sobre la población total; mientras que en China, Suiza, Japón, Dinamarca y Suecia son los más elevados entre el 53 y 57 por ciento. Es vergonzante el índice de productividad que ocupamos.

Traducido esto en términos sencillos, no rebuscados, nos encontramos con una brecha de diferencia de aproximadamente 15 puntos porcentuales, por lo que podemos interpretar que en nuestro país no trabajan 15 millones de personas como proporcionalmente ocurre en otras naciones. Quiere decir que en nuestro país trabajan solamente 40 millones de personas en lugar de las 55 millones que podrían hacerlo si tuviéramos la oportunidad o el privilegio como ocurre en los países seleccionados. Precisamente en esta brecha tan grande sobre la productividad está la gran diferencia y la justificación de los resultados económicos en uno y otro país.

Esta falta de empleos o de ocupación representa una fuerza de trabajo que podría transformarse en 2.5 billones de pesos anualmente si estos 15 millones más de trabajadores produjeran lo que actualmente está produciendo la población económicamente activa. Esto significaría un aumento del 37 por ciento sobre el PIB actual, muy superior al 7% que era el sueño de Fox cada año de su sexenio.

Todo esto sería posible si el porcentaje de la población activa se nivelara con el índice de otros países, como en el caso de los chinos; y si tuviéramos además una excelente rectoría económica por parte del Estado, como la tienen en China como resultado de una planeación económica realista y con mejores programas de gobierno para incentivar la producción y el trabajo. Sería bueno y deseable buscar la democracia no sólo en la política, sino preferentemente en el trabajo.


EL CASO CHINO COMO UN EJEMPLO EN LA LUPA

Hablando de producción y de productividad, tenemos el mejor ejemplo con China, que tiene el más alto crecimiento económico del mundo, del 8 al 10 por ciento anualmente; también como uno de los más grandes mercados de consumo que cuenta con una población de 1,300 millones de habitantes, una docena de veces más que México.

En unos años más, este país asiático se convertirá en el principal consumidor de petróleo del mundo y deseará comprarnos una parte dentro de sus importaciones. En la actualidad PEMEX no vende crudo a China porque casi toda la producción que exporta la tiene comprometida a los Estados Unidos. De acuerdo con estimaciones durante 2002 México vendió a China mercancías por mil 100 millones de dólares y le compró productos por 6 mil 400 millones de dólares, es decir, hubo un déficit de 5 mil 300 millones de dólares.

También sabemos que China será uno de los países exportadores de turistas más importantes del mundo en los próximos 16 años, y México no está preparado para servir a esos visitantes. Ni siquiera contamos con guías que hablen chino, anuncios en ese idioma e instalaciones para ellos. Mientras no cumplamos con estos requisitos no podremos captar el turismo chino que en 2003 exportó al mundo 60 millones de turistas.

Creo que en China, podríamos encontrar un excelente socio comercial y financiero para articular el pago de la Deuda Pública. En determinada situación, tendríamos que dejar de producir zapatos y tenis, si no podemos competir con ellos en calidad y precio, y a cambio podríamos venderles toda nuestra producción excedente de automóviles y camiones, petróleo y gasolina, petroquímicos, acero, etc. A la larga saldríamos ganando con el mercado chino que es el más grande del mundo y no perderíamos tanto al estarnos peleando con ellos por la ropa y zapatos que producen y que llegan a nuestro mercado tan baratos.


ESTIMULAR LA PRODUCCIÓN

La primera tarea que tenemos, es poner a trabajar a por lo menos 5 millones de compatriotas que están desocupados, subempleados o en edad de trabajar, y que produzcan por lo menos lo mismo que los que están económicamente activos. La tarea prioritaria sería la de transformar el desempleo y la desocupación en productividad y trabajo.

Así también, los problemas de falta de viviendas, obras públicas (drenaje, alcantarillado, alumbrado, pavimentaciones, teléfonos), escuelas, hospitales, carreteras; podrían convertirse en la solución para reactivar la economía y resolver el problema de la desocupación y el desempleo masivo. Ningún otro sector como el de la construcción tiene un impacto tan directo en la productividad o en la recesión del país. Dentro de la actual crisis de falta de empleos resultaría una magnifica panacea para la reactivación de la economía y por consiguiente para resolver la problemática financiera de la Nación. Por eso, podemos decir que en nuestras carencias y necesidades podemos encontrar soluciones de fondo y tomar decisiones salomónicas para resolver los problemas, como el del desempleo y la delincuencia que es el mayor cáncer en el sector social.

Si cuantificamos solamente el valor comercial del déficit de viviendas sobre el faltante de 7 millones de casas-habitación de interés social, tendríamos que hacer una inversión de aproximadamente 1 billón de pesos, cantidad que equivale al costo financiero de la Deuda Pública de 2 años. A su vez, esta inversión generaría un inventario de activos inmobiliarios de por lo menos el doble de la inversión, mismo que se podría utilizar para hacerle frente al gasto público de los fondos de pensiones y jubilaciones a cargo del Estado, y de esta manera se podrían eliminar una buena parte de estas partidas que se encuentran como obligaciones dentro de la Deuda Pública.

Estas obras de construcción podrían hacerse con los recursos que actualmente se destinan a la deuda pública parasitaria. El retorno de la inversión podría ser más alto y rápido con relación a otras inversiones públicas, sobre todo si tomamos en cuenta la reactivación del empleo y por consiguiente de la demanda, especialmente de este tipo de viviendas que son el anhelo de cualquier familia que tiene esta carencia. El 20 por ciento de la inversión en este ramo de la construcción se reparte entre los trabajadores por concepto de mano de obra, aproximadamente 200,000 millones sobre este mega proyecto de 1 billón de pesos para la - construcción de más de 5 millones de viviendas. Los materiales de construcción podrían ser suministrados por los grandes fabricantes mediante un mecanismo fiscal de financiamiento apropiado.

El financiamiento de este proyecto habitacional, podría gestarse automáticamente y que la construcción resultara auto financiable. El mercado financiero hipotecario abastecería no menos de la mitad de la inversión, tomando en cuenta los fondos de pensiones y jubilaciones en las SIFORES que deberían destinarse para estos fines y no para especular con ellos en la bolsa de valores o en fondos de inversión extranjeros.



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