Cuentas Claras

Opciones para pagar la Deuda Pública

2006-07-07

El presupuesto de cada una de las dependencias debería ejercerse con capacidad,...

CIFRAS DE ESPANTO - CAPITULO 18 - 3ra Parte

 

A continuación tenemos la relación de los Presupuestos de Ingresos y de Egresos de la Federación. Precisamente sobre estos conceptos y cantidades deberíamos ocuparnos y analizarlas con el fin de encontrar otras opciones de solución a la Deuda Pública. En ambos casos hay rubros y conceptos tanto en los ingresos como en los egresos que deberían aumentarse o ajustarse con el ánimo de que haya más ingresos y menos gastos.

En el mismo gasto público se notan partidas que francamente son demasiadas y que suponen un derroche significativo de aquellas secretarías que lo ejercen sin ningún escrúpulo y que son el centro de la corrupción, como la Secretaría de Educación Pública, el Seguro Social, los gobiernos de los Estados, y las dependencias de seguridad pública que se llevan la mitad del presupuesto y que no aportan nada que no sean deudas y problemas.

Primeramente veamos el Presupuesto previsto de los Ingresos:


En el aspecto de los ingresos por concepto de impuestos, el gobierno está previendo un incremento en la captación sobre la base de una política de fiscalización más efectiva y estricta pero no está viendo el cierre de las empresas y las fuentes de trabajo que se sienten hostigadas y perseguidas por el fisco que busca mayor recaudación con los contribuyentes cautivos, en lugar de extremar su atención en la evasión fiscal que se da dentro del comercio informal y que, como una ironía, propicia el mismo gobierno por las fuertes cargas impositivas.

No es concebible que dependencias como el Seguro Social y el INFONAVIT estén estrangulando a los empresarios que no pueden pagar las cuotas y que los orillen a cerrar después de que terminan embargándoles sus bienes de producción o equipo de trabajo con toda la saña de parte de esos funcionarios públicos o actuarios que ejecutan los requerimientos como si fueran los dueños del IMSS o como si a ellos en lo particular se les debiera, olvidándose que somos nosotros como causantes los que pagamos sus sueldos con nuestros impuestos y que están para servirnos y no para servirse de sus puestos. El costo de las cuotas del Seguro
Social, más las del INFONAVIT y las del SAR representan el 30 por ciento de los salarios que pagamos a los trabajadores.

Las bajas de los causantes que reporta el IMSS en su padrón son por el cierre de empresas que esta institución pública ha realizado mediante su política persecutoria y autoritaria de recaudación y no porque hayan sido cierres voluntarios originados propiamente por la crisis económica. Dentro de las microempresas nadie quiere seguir siendo esclavo del gobierno ni estar en la mira del fisco. No existe tregua fiscal para el empresario. El gobierno cumple su labor recaudatoria con una escopeta en la mano para pagar el exorbitante costo de la Deuda Pública, muy sumiso a las consignas del FMI y al Banco Mundial y sin chistar una palabra.

¿Quién va a poder competir con semejantes cargas impositivas? ¿Quién va a querer tener un socio dentro de su negocio que sin poner nada y con una pistola en mano (que además es la autoridad) se lleva todas las utilidades que genera el negocio? ¿Quién va a poder competir con un gobierno como el nuestro que nos abruma con impuestos por donde quiera?


¿Y, POR QUÉ NO, UN GRAVAMEN ESPECIAL A LAS IMPORTACIONES Y EXPORTACIONES?

También en el presupuesto de los ingresos vale la pena observar y anotar lo insignificante de la aportación de impuestos provenientes del comercio exterior que suman apenas 24,000 millones de pesos, sobre el total de 4,200,000 que facturan las importaciones y exportaciones, lo que viene siendo un ridículo 0.65 por ciento; la tasa más baja de todos los gravámenes - fiscales. Hace 15 años hubieran representado el 20 por ciento como mínimo y la economía mexicana estaría muy bien consolidada y fortalecido y desarrollado su mercado interno. Porque no entonces aumentar unos grados al termómetro subiendo unos puntos el impuesto a las importaciones y exportaciones.

Por último, no como una receta permanente y definitiva, sino solamente temporal, mientras disminuimos drásticamente el peso y la carga financiera de la Deuda Pública; ¿porqué no pensar en la instrumentación de un impuesto adicional del 5 por ciento sobre el total de las importaciones y exportaciones que anualmente se realizan? En este caso estaríamos hablando de no menos de 200,000 millones de pesos anualmente sobre el total del comercio exterior que en el 2003 contabilizó los 335,000 millones de dólares entre importaciones y exportaciones, y en el 2004 subió a 385,000 M.D.D.

No faltará quien se rasgue las vestiduras y que no le parezca tal propuesta, pero en este caso estamos hablando de medidas emergentes y urgentes para amortizar lo más posible la Deuda Pública y que la carga de ella no repercuta en la población entera, especialmente cuando se piensa en establecer nuevos gravámenes, como el IVA a los alimentos y medicinas, mayor astringencia al gasto público, o en seguir aumentando los actuales niveles de los impuestos existentes. Tampoco la propuesta se piensa que sea con carácter definitivo; tal vez por solamente dos o tres años, mientras persista el alto costo del servicio y amortizaciones de la Deuda Pública. Después de quitárnosla de encima, entonces este ahorro se traduciría, desde luego, en menos impuestos y bienestar para todos los mexicanos.

Finalmente ¿qué perderíamos si por estos gravámenes bajaran las importaciones? Acaso no sería mucho más benéfico para el país que gran parte de los 200,000 millones que se destinan actualmente a las importaciones se canalizaran al mercado interno y de esta manera mejorar nuestra economía nacional. Es más lo que se gana que lo que se pierde y finalmente se cumple un objetivo: fortalecer nuestras finanzas públicas y bajar el costo, servicio, amortizaciones y monto de la Deuda Pública. Respecto de las exportaciones está difícil que bajen puesto que exportamos más materias primas que manufacturas y otra buena parte son maquilas, turismo y remesas provenientes de la exportación infrahumana de braceros.

En el Presupuesto de Ingresos es insignificante la recaudación fiscal del Impuesto sobre Automóviles Nuevos (ISAN), el cual junto con el de la Tenencia de Automóviles es la peor lacra dentro de los impuestos (muy impuestos) para el ciudadano medio que aspira a tener un automóvil y por el cual la industria nacional automotriz no puede competir en el mercado internacional ni en su propio mercado, luego de la apertura de la importación de autos extranjeros. Así, esta industria se sostiene, como una paradoja más de la economía mexicana, de la exportación de sus automóviles y no por sus ventas en el mercado interno.

El equivalente a toda la recaudación por el ISAN, 0.33% del total del Presupuesto de Ingresos de la Federación (4,900 millones), representa tan sólo el costo financiero de la Deuda Pública durante tres días. En el caso de la recaudación fiscal sobre Tenencia o Uso de Vehículos es de 0.8 % (12,707 millones) sobre el total y es el equivalente a 8 días del costo de la Deuda. ¿Cómo es posible no pellizcarle nada a los fondos que se destinan a la Deuda Pública y sí pellizcarnos a todos los mexicanos por una deuda que ni siquiera es nuestra?

PRESUPUESTO DE EGRESOS

Una pregunta que quisiera hacerle al gobierno cuando lo escucho hablar del programa de austeridad en el gasto público. ¿Por qué no se reducen los grados y ciclos escolares y el aprendizaje se hace más intenso y extensivo en un menor tiempo para ahorrar el 25 por ciento del presupuesto federal que se destina a la educación (el más alto de todas las partidas presupuestales); al mismo tiempo que se aprovecha la tecnología para el aprendizaje que nos brindan los equipos y sistemas de computo modernos?

No sería una gran hazaña ni proeza, lograr la formación académica de un técnico profesional en 12 años, en lugar de 18 que dura actualmente con un costo extravagante para el erario público. Los riesgos sociales del estudiantado también serían mínimos con relación a los peligros y amenazas actuales de drogadicción, malas compañías, asociación delictuosa y deserción. En consecuencia las ventajas serían enormes ya que en un menor tiempo los estudiantes se integrarían a la fuerza productiva de la nación y comenzaría el ejercicio de su profesión. La productividad como país se aceleraría.

De tal forma una buena parte de la burocracia que sale sobrando en el sector de la educación podría aprovecharse en otros centros del ámbito de los servicios sociales que presta el Estado con una capacitación que sería mínima por su desenvolvimiento académico. Así mismo, por qué no se doblan los turnos en las escuelas y hospitales para aprovechar esos espacios en la educación y la asistencia médica de la población, en lugar de construir nuevas escuelas y hospitales, y dando así fuentes de trabajo en el sector educativo y en el de la salud a gran parte de la población que no cuenta con ningún trabajo, en horarios vespertinos o nocturnos que pudieran resultar más accesibles, cómodos y que no interrumpan las actividades cotidianas del trabajo. ¿Sabe usted en cuanto reduciríamos el presupuesto de la educación anualmente si consiguiéramos esta meta? Nada menos que 25,000 millones de pesos que a lo largo de 6 años ahorrados representarían el presupuesto en ese sector de 2 años, más de 150,000 millones de pesos.

Así pues, esta es una sola idea respecto de mis apreciaciones sobre el Presupuesto de Egresos. No se trata de gastar por gastar. El presupuesto de cada una de las dependencias debería ejercerse con capacidad, responsabilidad y honestidad. Esta es la directriz que debería imponer y supervisar el presidente de la República con su gabinete, para que a su vez cumpla la misma función con sus dependencias y subalternos.

Esta es la capacidad más valiosa que apreciaríamos de los gobernantes dentro de su responsabilidad en el ejercicio público: que fueran auténticos servidores públicos y excelentes administradores de la economía nacional. Que fueran capaces de incrementar los ingresos por la vía de la productividad y que redujeran al mínimo los gastos inherentes al presupuesto de la federación.

Los otros cinco sectores, después del de la educación, a donde se va la mitad del Presupuesto de Egresos son: a los gobiernos de los Estados, a las Entidades Federativas y Municipios, a la Seguridad Social, al Seguro Social, y al ISSSTE; los cuales no reportan ninguna recuperación ni reflejan aportaciones mayores en el Presupuesto de Ingresos. Además, estos gastos no corresponden a la calidad de los servicios públicos ni a las prestaciones sociales con el fin que se aportan. Es por demás, citar ejemplos y casos de corrupción que giran en torno a estos gastos en el presupuesto. También en estos sectores debería analizarse el gasto público y seguramente se podrían hacer ajustes por ahorros y no por caprichos o conveniencias.


¿POR QUE NO ?

Por último, cabe preguntar a la Secretaría de Hacienda, ¿por qué no se implementa una cuenta única para operaciones monetarias de todos los días y se implanta un sistema computarizado de transferencia electrónica de fondos, y de esta única manera se acaba automáticamente y de una vez por todas con las prácticas y vicios de corrupción, la delincuencia, el lavado de dinero y la evasión fiscal?. ¿O acaso no sabrían cómo hacerlo los que se encuentran al frente de la hacienda pública y de la economía?

Por qué no se implementa cuanto antes un impuesto único para cada una de las distintas formas y tipos de transacciones que se efectúan diariamente en el comercio y en las finanzas, y se repercute, cobra y deduce inmediatamente en la cuenta única del sistema de transferencia electrónica de fondos que se propone para cada uno de nosotros a la hora de efectuar cualquier tipo de operación comercial, económica o financiera, para acabar de una vez por todas con las bibliotecas fiscales y el cúmulo de impuestos, reformas o misceláneas. Sería bueno quitarnos la carga y el acoso fiscal y que los impuestos se paguen a la hora en que se causen.

De tal forma, nos quitamos una tentación de encima y nos dejamos de declaraciones y obligaciones fiscales que nos comprometan. El fisco debe saber cumplir con su tarea recaudatoria y no ser tan incauto. Así no habría evasión fiscal y todas las operaciones y transacciones monetarias quedarían cautivas. Ninguna dependencia más, ni ninguna institución bancaria intervendrían ni serían retenedores de los impuestos que el fisco captaría automática e inmediatamente. Se acabaría el jineteo de las contribuciones y sería un freno absoluto para la corrupción en la captación. Las finanzas públicas se fortalecerían.

UNA ÚLTIMA OBSERVACIÓN

Vale la pena también subrayar el rubro que se refiere al costo de la Democracia (IFE) al que en el 2003 le destinaron más de 11,000 millones de pesos, una cantidad estrepitosa en relación a los nefastos resultados que se están cosechando de las elecciones pasadas: pura corrupción. Mucho gasto y muy poco provecho.

Ahora, más reciente todavía como un mero ejemplo tenemos el bondadoso presupuesto de 14,000 millones de pesos que se van a destinar a la democracia, al Instituto Federal Electoral para las elecciones del 2006. Para empezar hay que decir que ese dinero no se tiene. Sería una estupidez pensar que el gobierno tiene en sus arcas esa cantidad. Por consiguiente es un dinero más que se va a financiar de alguna manea, que se va a pedir prestado por allí y de conforme a la costumbre se va a sumar a la deuda pública. Quizá unas dos emisiones semanales de Cetes con cargo a la deuda interna bastarían para sufragar este compromiso político del gobierno con los partidos políticos y la democracia; pero del que finalmente se sirven todos los que se encuentran dentro de la grilla política. Vaya manera tan cínica de herir más al país y de quererlo ver en la lona con esta sangría de la deuda pública que asombra a cualquiera. Aunque no queramos verla no podemos dejar de hacerlo con semejante gasto público, que finalmente tenemos que pagar todos. ¿Quién pues paga la deuda pública? Ni modos que los gobernantes o los políticos... o los candidatos. ¡Es el pueblo! el que paga este derroche, después de la borrachera electoral. He allí el meollo del asunto que nos ocupa, el grave problema de la deuda pública. La cruda realidad para el pueblo.



HTM

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