Huesped

México, rico y confiado, pero aún depende de EU

2008-01-05

En algo que es quizá igual de sorprendente, Calderón y su administración han...

Por Adam Thomson, El Universal

Cuando Felipe Calderón, presidente de México, se sentó esta Navidad para cenar pavo relleno y romeritos, es probable que experimentó un cierto grado de satisfacción tras su primer año en el puesto.

En nueve meses, se las ha arreglado para contener la amenaza de Andrés Manuel López Obrador, el candidato de la izquierda en la apretada y controvertida elección del año pasado.

En algo que es quizá igual de sorprendente, Calderón y su administración han logrado la aprobación de tres reformas significativas. La primera, al sistema de pensiones del sector público, surgió de la nada como un relámpago.

Las otras dos, al régimen fiscal y a las leyes electorales, fueron más lentas y complicadas. Pero también confirmaron la capacidad de Calderón para negociar con el Congreso, algo que faltó durante el gobierno previo de Vicente Fox.

Quizá no haya prueba más clara de lo mucho más tranquilo que se siente Calderón que el hecho de que, por primera vez desde que asumió el poder en diciembre, planea tomar unos días de descanso en la época navideña.

¿Qué tan confiado debe sentirse Calderón al enfrentar su segundo año en el poder?

En la superficie, existen numerosas razones para el optimismo. Más allá del éxito logrado con los acuerdos en el Congreso, las finanzas públicas rara vez han estado en mejor forma. Gracias a políticas establecidas por Ernesto Zedillo, presidente del país durante y después de la "crisis del tequila" a finales de 1994, el presupuesto está balanceado.

En 2000 el país seguía padeciendo un déficit equivalente a 1.1% del Producto Interno Bruto. La deuda pública neta, entretanto, ha disminuido en forma consistente y se ubica ahora en poco menos de 23% del PIB. Además, buena parte de la deuda externa fué cambiada a deuda denominada en pesos durante la administración de Fox.

Este año, la deuda externa neta representa alrededor de 7% del PIB, comparada con 24% en 1995. "Se ha puesto aburrido", indicó Damian Fraser de UBS en la ciudad de México. "Pero eso es bueno. Nos encanta lo aburrido".

Incluso la inflación, que ha empezado a elevarse después de haber sido menor a la de Estados Unidos por primera vez en 2005, parece estar aún bajo control. Pronósticos del sector privado sugieren que terminará el año en un 3.85%.

La cifra quizá está muy cerca del techo de la meta inflacionaria del banco central, de entre 2% y 4%. Pero está muy lejos de los niveles inflacionarios de dos dígitos con los que México tuvo que vivir hasta finales de los 90.

A pesar de que el crecimiento en general de México en los últimos años ha sido más que decepionante, esta relativamente nueva estabilidad económica ha ayudado a impulsar el número de familias que ganan entre nueve y 20 mil pesos mensuales, de apenas 5 millones en los 90 a más de 12 millones, de acuerdo con Ernesto Cervera de GEA, una consultora en la ciudad de México.

Como Guillermo Ortiz, gobernador del banco central, dijo al FT en una entrevista reciente. "la estabilidad económica ha hecho la diferencia".

Otro elemento positivo es que el gobierno ha lanzado un agresivo proyecto de infraestructura para el año próximo. El mes pasado, Agustín Carstens, el secretario de Hacienda, confirmó que el gobierno pretende aumentar el gasto en infraestructura, de alrededor de 3.2% del PIB este año a aproximadamente 5% en 2008.

En la práctica, indicó Alejandro Hope, analista de GEA, esto significará unos 40 mil mdd para carreteras y 7 mil mdd adicionales para el desarrollo de unos cinco puertos.

"Por primera vez en muchos años, podríamos realmente implementar una política fiscal contracíclica", señaló.

Sin embargo, concluir a partir de todo esto que el segundo año de Calderón en el poder será considerablemente más fácil que el primero, sería un gran error. La fortuna económica de México sigue dependiendo fuertemente de la de Estados Unidos.

Más de 70% de las exportaciones del país se destinan al vecino del norte, y cualquier declive de la producción industrial de Estados Unidos inevitablemente significa problemas para México.

El problema para Calderón es que los pronósticos sobre la economía estadounidense no son nada buenos. De hecho, cada día empeoran más.

En entrevista reciente con el FT, Carstens dijo sentirse confiado de que México saldrá relativamente ileso de los sucesos al norte de la frontera.

Pero muchos economistas difieren. Rogelio Ramírez de la O, que el año pasado fué señalado como probable secretario de Hacienda en caso de que López Obrador ganara las elecciones, considera que México es terriblemente vulnerable.

Calcula, por ejemplo, que aproximadamente 30% del PIB del país depende directamente de Estados Unidos a través de una mezcla de exportaciones, flujos de remesas por aproximadamente 23 mil millones de dólares al año de trabajadores migrantes que viven en Estados Unidos, así como del turismo.

Más aún, le parece que ya hay señales de que la economía está comenzando a sufrir.

Indicó que, por mencionar uno de los muchos indicios de lo anterior, el crecimiento anual del sector manufacturero disminuyó a 8.1% este año respecto de aproximadamente 17% el año pasado.

"La principal razón por la que no hemos visto un deterioro más serio es que el juego apenas está comenzando", declaró. Otro nubarrón potencialmente oscuro es la aparente disminución del interés de Calderón por atender el problema de la competencia, o la falta de ella.

El panorama corporativo de México está dominado por compañías grandes y poderosas que, en muchos casos, han establecido un dominio total sobre sectores estratégicos de la economía.

Enrique Quintana, un influyente columnista del periódico Reforma, está particularmente decepcionado, aun cuando reconoce las dificultades que implica.

"El tema de los monopolios ha desaparecido completamente de los discursos presidenciales", indicó. "El riesgo es que si el gobierno piensa en el costo político de todo, dejaría de hacer lo que tiene que hacer".

En el tema de las reformas, también podrían existir causas para frustrar el entusiasmo.

Aunque la mayor parte de los analistas coinciden en que Calderón ha logrado mucho más de lo que nadie esperaba este año, también señalan que la próxima reforma importante, la de la energía, será considerablemente más complicada que las anteriores.

Con la producción petrolera a la baja y Pemex, la compañía petrolera estatal, desesperadamente necesitada de recursos para exploración, nadie pone en duda la necesidad de una reforma.

Sin embargo, no existe consenso en el Congreso en torno al tema de la energía.

Además, Calderón necesitará el apoyo del Partido Revolucionario Institucional (PRI), la tercer fuerza más grande dentro del Congreso, para lograr algún avance.

Eso podría resultar difícil considerando la serie de triunfos electorales del partido este año, y su creciente confianza para exigir mayores concesiones a cambio del apoyo legislativo.

¿Qué significará todo esto para México? De acuerdo con Fraser, de UBS, probablemente requerirá una estrategia gradualista que permita al gobierno promover su agenda de reformas, pero que, en algo parecido a la reforma fiscal de este año, quedará muy lejos de lo que le habría gustado.

Si esto resulta cierto, indudablemente quedarán descartadas las transformaciones colosales que muchos economistas consideran necesarias para mejorar significativamente la competitividad de México y situarlo en un camino seguro para convertirse en una nación verdaderamente desarrollada.



ROW

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