Policrato Philodemos

Despotismo parlamentario… ¿Ilustrado?

2008-02-06

Durante el largo período de absolutismo despótico, el pueblo sometido y sin ser...

El autoritarismo pandilleril legislativo

El poder da la impunidad que deja salir
al enanito perverso que los hipócritas
llevan escondido

Tal parece que la incapacidad de reclamar nuestros derechos como actualmente se observa entre la sociedad  mexicana, es el resultado del condicionamiento adquirido durante muchos siglos de sometimiento, que el pueblo ha sufrido ante los gobiernos absolutistas, situación que data desde antes de la llegada de los europeos al continente americano, primero ante la brutalidad de los tlatoanis y caciques indígenas que gobernaron teocrática y militarmente sobre sus pueblos, a los que se les identificaba como macehuales; Este sistema de gobierno fue relevado al ser sometido por los conquistadores europeos, quienes se comportaron de la misma manera al transformar a los macehuales en súbditos, solo que gobernados a nombre de un monarca español absoluto y en complicidad con el clero, situación que se prolongó durante 300 años de coloniaje, en donde al súbdito solo le quedaba la opción de obedecer o perecer.

Posteriormente, al término de la lucha por la independencia de España, México quedó bajo la férula de caudillos militares y emperadores efímeros, asociados con el mismo clero católico de antes, quienes gobernaron durante más de cuatro décadas de nuestra vida independiente, para luego caer bajo las dictaduras paternalistas y/o ilustradas, ya sin la participación abierta de la iglesia, que siguieron con el mismo patrón y estilo de gobernar (siempre al margen de la ciudadanía), hasta el inicio de la revolución de 1910, período caótico de casi una década, en la que los derechos ciudadanos quedaron plasmados en Carta Magna actual, más no en la práctica cotidiana, en la que los nuevos tlatoanis auspiciados por un partido único, siguieron siendo señores de horca y cuchillo, actuando discrecionalmente y al margen de la ley, para anular de facto los derechos ciudadanos y tratando a los mexicanos, no como ciudadanos con derechos sino como súbditos, período que se prolongó en los hechos hasta finales del Siglo XX, cuando el partido político emanado del movimiento revolucionario perdió la presidencia de la república.

Durante el largo período de absolutismo despótico, el pueblo sometido y sin ser escuchado nunca, salvo en breves períodos de renacimiento político, aprendió a sobrevivir simulando que era ciudadano libre, al mismo tiempo que se convertía en cómplice de sus tiranos aplaudiendo sus discursos, ocurrencias megalomaniacas, aceptando su tragedia como destino irremediable, haciendo oídos sordos y ojos ciegos ante la corrupción de sus gobernantes, y en ocasiones cómplice de ellas para recoger las migajas que les dejaban, aunque siempre esperando que el gran tlatoani les concediera algún beneficio, o les otorgara, como gracia divina, la justicia que jueces, caciques, líderes sindicales, u otras autoridades le conculcaban.

Así llegamos a este Siglo XXI, en donde la globalización, la interdependencia, el achicamiento de la geografía por la rapidez de las comunicaciones y la tecnología electrónica, nos han abierto una ventana al mundo más allá de nuestras fronteras, para darnos cuenta de que la democracia existe y funciona para gran parte de la humanidad, que no es un mito ni aspiración utópica, solo que a consecuencia de un largo condicionamiento como súbditos de un sistema político despótico-paternalista, no hemos entendido que la democracia no se puede alcanzar y mantener, recibiéndola como un gracioso regalo de quienes medran gobernándonos a la manera tradicional, ya que han obtenido el poder y mantenido sus privilegios aprovechándose de nuestra ignorancia cívica para reclamar nuestros derechos, a sabiendas de que fuimos condicionados durante siglos de sometimiento para tolerar esta situación, y abusando del desconocimiento que tenemos de las libertades, que están consagradas en nuestras leyes vigentes.

Dentro de este escenario de condicionamiento sumiso, de ignorancia de nuestros derechos, y de abusos sempiternos, la ciudadanía en general, salvo algunas excepciones, solamente se asume como espectador pasivo del quehacer político, sin participar activamente en el mismo, al suponer erradamente que la democracia se agota con el solo hecho de acudir a depositar el voto durante las elecciones, aunque sea para escoger como representantes o autoridades, a individuos desconocidos y ajenos al pueblo, ya que únicamente durante las campañas, solo se les muestran y venden las imágenes de los candidatos con las técnicas mentirosas de la mercadotecnia política,  dejando así que sean unos desconocidos, de facto, quienes deciden por toda la ciudadanía al autoasignarse (a través de los partidos políticos únicamente), una representación que obtuvieron con engaños, aprovechándose de la corrupción envilecedora de los valores cívicos, de las leyes hechas a modo por ellos mismos para escalar escaños legislativos sin competir en las urnas, de la indolencia política sumisa, de la ignorancia, por la intimidación de líderes y hampones durante los comicios, y del cambio de regalos por votos, o la compra en efectivo de los mismos.

Actualmente mientras se van estableciendo los métodos democráticos que acotan el poder presidencial absolutista de antaño, los poderes legislativos con remanencias nostálgicas del pasado y añorando los tiempos en que los ciudadanos eran tratados como súbditos que solo debían obedecer, pretenden erigirse (a espaldas de una sociedad a la que con sus actos ya no representan), en los nuevos déspotas absolutos que substituyan al tlatoani que ha desaparecido como tal, elaborando leyes a modo para obtener impunidad de sus conductas abusivas, modificando la Constitución de la República sin convocar a un congreso constituyente, y adjudicándose poderes de manera autárquica sin consultar a la ciudadanía que dicen representar, y a la que le restringen libertades constitucionales, como lo son el derecho a expresarse para exhibir a los políticos corruptos durante las campañas electorales, condicionándoles también el derecho consagrado en la carta magna, de ser votados en los comicios para puestos de elección popular, y también estos pseudos representantes populares en el congreso de la unión, han elaborando leyes para blindar sus intereses personales y partidarios, como lo son la ley electoral en donde pretenden recrear un Instituto Federal Electoral desciudadanizado y a modo, para hacerse "legalmente" de los antiguos poderes fácticos que ejercían metaconstitucionalmente los viejos tlatoanis posrevolucionarios, lo que dicho en otros términos, estos miembros del congreso de la unión, están actuando como pandilleros de la política para hacerse del poder absoluto y actuar discrecionalmente, al pretender anular a los demás poderes de la república, tomando a saco el poder absoluto para ejercerlo de acuerdo a sus intereses personales y/o partidistas, que no son los del pueblo de México, haciendo retroceder al país en una involución política que parecía haber sido superada.

Dadas las circunstancias y la gravedad del problema, la ciudadanía consciente y responsable tiene la obligación de hacerse oir a través de todos los medios, levantando la voz para acotar las intenciones de esta partidocracia parlamentarista, que ha mostrado tener la voracidad y mañas de los agiotistas trasladados al ámbito de la política, ya que con sus actos ha mostrado su verdadero rostro y naturaleza, desvinculada de las mejores causas del pueblo al que le han usurpado su representación en las cámaras legislativas.



JMRS
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