Huesped

El efecto Lucifer

2008-02-13

 Si bien la mayoría de las personas son buenas la mayor parte del tiempo, se las puede...

Philip Zimbardo, El Universal
 

 
¿Por qué personas buenas y corrientes a veces se vuelven perpetradoras del mal? La transformación más extrema de esa clase es, naturalmente, la historia del ángel favorito de Dios, Lucifer… y que ha constituido el marco para mis investigaciones sicológicas de transformaciones humanas menores como reacción a la influencia corrosiva de ciertas situaciones poderosas.

Dichas condiciones existen en muchos marcos comunes de comportamiento y alteran nuestro buen carácter habitual al incitarnos a caer en un comportamiento desviado, destructivo o perverso. Al encontrarse en ambientes nuevos y desconocidos, nuestras formas habituales de pensar, sentir y actuar dejan de funcionar.

A lo largo de los tres últimos decenios, mis investigaciones y las de mis colegas han demostrado la relativa facilidad con la que se puede dirigir a personas corrientes para que adopten comportamientos considerados perversos. Hemos sometido a las personas a experimentos en los que fuerzas situacionales poderosas —anonimato, presiones grupales o difusión de responsabilidad personal— los incitan a obedecer ciegamente a la autoridad y agredir a otros inocentes después de deshumanizarlos.

Mi reciente libro El efecto Lucifer describe las transformaciones que se produjeron en universitarios que jugaban con los papeles, asignados al azar, de prisioneros y guardias en una cárcel simulada en la Universidad de Stanford. A continuación establece paralelismos directos con los malos tratos cometidos por soldados estadounidenses en la cárcel de Abú Ghraib (Irak).

Esa labor pone en tela de juicio los estudios tradicionales centrados en la naturaleza interna, el carácter y los rasgos de personalidad de la persona como factores primordiales para entender los fallos humanos. Si bien la mayoría de las personas son buenas la mayor parte del tiempo, se las puede incitar fácilmente a actuar de forma antisocial, porque las mayoría raras veces son figuras solitarias que improvisan soliloquios en la vida.

La mayoría de las instituciones que sostienen una orientación individualista consideran a la persona pecadora, culpable, afligida, demente o irracional. Los programas de cambio siguen un modelo de rehabilitación, terapia, reeducación y tratamiento o un modelo punitivo de reclusión y ejecución, pero todos esos programas están condenados a fracasar si la principal causa agente es la situación o el sistema y no la persona.

A consecuencia de ello, son necesarios dos tipos de cambio de paradigma. Primero, debemos adoptar un modelo de salud pública para la prevención de la violencia, los malos tratos al cónyuge, el prejuicio y demás, que determine los vectores de enfermedad social contra los que se deba vacunar. Segundo, la teoría jurídica debe volver a examinar el grado en que se deben tener en cuenta los factores situacionales poderosos al castigar a las personas.

Aunque gran parte de El efecto Lucifer examina lo fácil que resulta a las personas corrientes ser seducidas para que cometan acciones perversas o para que permanezcan indiferentes ante el sufrimiento de otras, el mensaje más profundo es positivo. Entendiendo el cómo y el porqué es como nos encontramos en condiciones para oponerles resistencia, desafiarlas y superarlas. Al volvernos más "expertos en perversión", creamos resistencias contra la posibilidad de que ajusten negativamente nuestra brújula moral.

En ese sentido, El efecto de Lucifer es una celebración de la capacidad humana para elegir la amabilidad y no la crueldad, el interés y no la indiferencia, la creatividad y no la destructividad y el heroísmo y no la infamia. Al final de mi relato, invito a los lectores a que examinen estrategias fundamentales para resistir y desafiar las influencias sociales no deseadas e introduzco el concepto de "la trivialidad del heroísmo". Al fin y al cabo, la mayoría de los héroes son personas corrientes que realizan acciones morales extraordinarias.

Teniéndolo presente, propongo una perspectiva situacional para el heroísmo, como también para la perversión: la misma situación que puede despertar la imaginación hostil y la perversión en algunos de nosotros puede inspirar la imaginación heroica en otros. Debemos enseñar a las personas, en particular a nuestros hijos, a verse como "héroes en espera", listos para realizar acciones heroicas en una situación particular que puede presentarse sólo una vez en toda la vida.

*Profesor emérito en la Universidad de Stanford



LLG

Notas Relacionadas

No hay notas relacionadas ...



Ver publicaciones anteriores de esta Columna

Utilidades Para Usted de El Periódico de México