Policrato Philodemos

Laicismo e irreligiosidad

2006-08-07

Siendo las crisis situaciones premonitorias de un cambio, son también los tiempos que...

Un conflicto fabricado

La mayor perversión posible es la del sofista que manipula la ignorancia de quien busca engañar o confundir para obtener un beneficio.

En toda época las crisis anuncian tiempos de cambio en el que los viejos paradigmas dejan de ser funcionales, y son sustituidos por nuevas formas y valores que a su vez se convierten en aquellos que, adaptados a las necesidades de la sociedad sustentarán nuevos usos, normas, y costumbres más funcionales.

Siendo las crisis situaciones premonitorias de un cambio, son también los tiempos que aprovechan los oportunistas que buscan dirigir el rumbo de los acontecimientos, ya sea para imponer sus ideas, alcanzar el poder político, recuperar privilegios perdidos, o especulando con el caos y la ingobernabilidad del momento para enriquecerse, sin que les importen los daños sociales que puedan causar.

Así podemos observar que la crisis de transición que estamos viviendo por efecto de los rápidos avances tecnológicos, de la interdependencia económica, y de los sincretismos culturales que tienden a estandarizar las conductas sociales en todo el ámbito planetario, cuyo efecto más notorio es el proceso de globalización que actualmente enfrenta a los pueblos que tienen concepciones distintas del hombre y de la sociedad, mismas que por estar arraigadas en tradiciones muy antiguas ya han pasado a formar parte de su idiosincrasia; estas sociedades ante el miedo de un cambio inminente que perciben como una amenaza que pone en peligro sus costumbres ancestrales y su identidad (o del "alma nacional", como suelen decir), asumen actitudes maniqueas que se refugian en fundamentalismos intolerantes, llegando al extremo de negar la posibilidad misma de coexistencia con otras formas culturales, y rechazando con violencia los argumentos que estas puedan tener, circunstancias que han impedido llegar a un equilibrio en el que se admite y tolera la existencia de la diversidad, especialmente en el ámbito abstracto de los conceptos religiosos, esta polarización e intolerancia cultural algunos autores la han bautizado como "choque de civilizaciones", cuya manifestación más evidente se está dando entre el occidente cristianizado y el mundo musulmán.

México, como vecino de la aldea planetaria en que se está convirtiendo el mundo, no ha sido ajeno a este proceso de cambio ni de crisis, aunque esta última se ve matizada por la efervescencia político social que ha originado la campaña electoral para el relevo sexenal de la presidencia de la república, condición que propicia el clima social para que grupos radicales y oportunistas políticos se aprovechen para manipular e intervenir en el proceso y así dirigir el cambio hacia sus intereses particulares, la táctica empleada por estos grupos consiste en provocar artificiosamente enfrentamientos entre los diversos sectores de la sociedad desde posiciones extremas de un falso maniqueísmo, que presentan desde una perspectiva política ó ideológica (neoliberalismo "vs" populismo patriotero), hasta simulaciones del tipo religioso fundamentalistas (religiosidad "vs" laicismo), pasando por las aberraciones chauvinistas (antiyanquismo "vs" mexicanidad), los racismos a ultranza (indigenismo "vs" contaminación cultural), las posiciones aislacionistas y los anarquismos trasnochados del Siglo XIX, más interesados todos en crear polos de ingobernabilidad que debiliten el tejido social (que les faciliten actuar con impunidad) que en reformar las instituciones o defender ideologías, como es el caso de las empresas del crimen organizado trasnacional dedicadas al tráfico de estupefacientes, al contrabando, y a la piratería industrial que aprovechan las crisis sociales para fortalecerse.

Dentro de este esquema de radicalismos presentes en México y como consecuencia de nuestro proceso histórico iniciado a mediados del Siglo XIX, el movimiento oportunista y posición que cobra mayor importancia es la que pretende presentar de manera artificiosa, la naturaleza laica del Estado Mexicano como un obstáculo que impide la religiosidad a que tiene derecho todo habitante, estos oportunistas omiten decir, de manera perversa y conveniente para ellos, que el laicismo de estado consiste únicamente en la separación del quehacer religioso (como ámbito exclusivo de las agrupaciones de fieles constituidos en iglesias), del quehacer gubernamental (considerado este como las tareas obligatorias de las autoridades de la república en la búsqueda del bien común), en beneficio de la población en general sin distingos del credo religioso que se profese, o del derecho inalienable que tienen los habitantes de la república a no profesar alguno.

Aquí cabe señalar que la estructura y organización del estado laico, es la única que puede garantizar la verdadera libertad de creencias al separar las funciones del gobierno civil de las influencias e intervención de los dogmas religiosos, ya que éstos últimos al estar fundamentados en verdades reveladas por la divinidad las convierte en absolutas, lo que les impide aceptar los criterios evolutivos de adaptación, y que vuelve conceptualmente a las organizaciones religiosas en inalterables y dogmáticas sobre lo que debe ser la sociedad, y que los lleva a mantener una estructura vertical autoritaria, aunado esto a que el bienestar que se afanan en alcanzar es de carácter abstracto, ultraterreno y posterior a la muerte física del individuo, mientras que los gobiernos tienen como función principal buscar el bienestar general de la población en el mundo de la realidad tangible y durante la vida, a organizarse democráticamente, promover el desarrollo científico y tecnológico y adaptar, de manera permanente las leyes y normas de convivencia social en función a estos avances, en un proceso que conocemos como evolución hacia etapas superiores de salud, convivencia y paz social.

Dicho en otros términos, los dogmas religiosos pretenden ser verdades absolutas que no admiten discusión y buscan esencialmente la salvación del alma después de la muerte, mientras que el estado laico se fundamenta en criterios científicos que admiten la evolución del hombre en el mundo real en el que nos encontramos…… el dogma, por definición, es contrario al desarrollo científico y social, mientras que el criterio científico los promueve…… el dogma no admite la diversidad de pensamiento, mientras que la razón científica la considera una riqueza cultural.

En México se encuentran actuando algunos grupos que desde una posición dogmático religiosa, pretenden intervenir en los asuntos de gobierno para adquirir poder político, quienes desde hace unos pocos años iniciaron una campaña para desacreditar la organización laica del estado y la existencia misma de la laicidad (en especial a lo estipulado en el Artículo 3 Constitucional), presentándola como enemiga de la enseñanza religiosa y contraria a la libertad, cuando realmente es la laicidad del estado mexicano la que garantiza la libertad de elegir la religión que más convenga a los intereses de cada ciudadano, solo que para mantener esa libertad y para que no se perturbe la paz social con radicalismos entre los creyentes de distintas religiones, las mismas leyes de carácter laico establecen la libertad y el derecho para creer o no creer como un asunto reservado al ámbito de la vida privada del ciudadano.

En un estado laico, por norma legal, los gobernantes y autoridades están impedidos de asumir públicamente partido a favor de religión alguna, o por la opción de no creer, conducta que está muy lejos de la irreligiosidad con que se pretende ensuciar la neutralidad del laicismo, y muy lejos también de la intolerancia agnóstica, del ateísmo filosófico, o de cualquier posición sectario religiosa, ya que solamente desde dicha posición neutral se puede estar en condiciones de gobernar para todos de acuerdo con la ley, sin distingos de creencias, raza, grupo político, o posición económica.

Laicismo no es irreligiosidad…… sino tolerancia y respeto a la diversidad de las creencias religiosas……es garantía de libertad de conciencia sin represiones ni miedos existenciales, que puedan perturbar o limiten el potencial de desarrollo que todo ser humano tiene al nacer.



AAG
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