Increiblemente Cierto

Una epidemia de ignorancias

2009-05-04

Los virus se reproducen y mutan a velocidades que son difíciles de imaginar para la gente no...

José Sarukhán, El Universal

Me desvío de nueva cuenta de mis tres temas centrales de este espacio, aunque en realidad hay cierto contacto con lo que comentaré y los problemas ambientales.

La epidemia de fiebre porcina que enfrentamos, nueva y por lo tanto con muchos aspectos de impredecibilidad especialmente en las fases tempranas del fenómeno, ha generado preocupación entre la sociedad, lo cual es perfectamente comprensible, especialmente cuando aún no hay respuestas claras y definitivas a algunos aspectos de la misma.

Los virus se reproducen y mutan a velocidades que son difíciles de imaginar para la gente no experta en el asunto, que es la inmensa mayoría de la población. Estos virus pueden reproducirse numerosas veces en el lapso de un día, y al hacerlo con esa velocidad, también pueden presentar cambios en su genoma, muchos de los cuales no son viables. Pero otros lo son y pueden resultar en tipos particularmente adaptados y, consecuentemente, mucho más eficaces en producir daño al organismo en el que viven.

El actual virus de influenza porcina es lo que se podría describir como un "coctel" de genes de cerdo, humanos y aviares. Las causas externas por las que este tipo de rearreglos genéticos ocurren no son conocidos del todo.

Por lo menos en el virus de influenza aviar, y en otras enfermedades virales que han brotado de repente en el sureste de Asia y en África, hay evidencias de que modificaciones ambientales (especialmente la disrupción de algunos ecosistemas) han contribuido a la irrupción de estos fenómenos no registrados antes.

Las formas de producción alimentaria en las que lo que importa es el máximo beneficio económico con poca consideración a los efectos sociales, de salud y ambientales contribuyen a la vulnerabilidad ante estos fenómenos.

Adicionalmente, la alta densidad poblacional de megaciudades y la movilidad global de la gente se convierten en factores que propician la aparición y la brusca dispersión de estas enfermedades, que se convierten en epidemias de magnitud mundial.

Lo que ciertamente no necesitamos en estas circunstancias, al menos en nuestro país, son los "expertos" que brotan como hongos, algunos con ignorancia de buena fe, otros con diferentes propósitos. Tampoco ayuda el que, en algunos casos, quienes trabajan para los medios no cumplan con la responsabilidad de informarse adecuadamente en fuentes existentes, que son confiables y conocedoras del fenómeno que estamos viviendo.

Estas fuentes existen en nuestro país y en los organismos internacionales que tienen responsabilidad sobre fenómenos globales, como es la Organización Mundial de la Salud, y cuya información está permanentemente disponible por varios métodos, incluidos los electrónicos.

Una sociedad bien informada, con datos serios y confiables, es una de las mejores defensas que tenemos ante estos fenómenos que, desafortunadamente, por los estilos de vida que hemos adoptado en general en el mundo, serán frecuentes en el futuro. Pero también es la mejor defensa a la ignorancia que genera pánicos e histerias que no ayudan a enfrentar estas circunstancias de emergencia y no permiten evaluar el estado de cosas en el país.

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