No hay mal que por bien no venga

Cuentas claras, una demanda popular

2009-07-28

Acabar con el desempleo y todos produciendo resultaría la mejor opción para salir de...

José Manuel Rodríguez Solar

Ciencia y paciencia en las tareas nacionales

La ciencia, la tecnología, la telemática, nos permiten estar bien alineados, como ciudadanos o gobernantes. Nadie podría escapar a los controles, monitoreo y compulsas para saber su comportamiento civil u oficial. Sea quien sea. No habría evasión fiscal, escape de la justicia, contrabando, secuestros, y la violencia y la delincuencia se extinguirían no como ahora que se propaga o cambia de lugar. Por un lado el gobierno encubre a los delincuentes, los solapa, los extorsiona; y por otro lado, los buenos policías ingenuamente, porque no están corrompidos,  combaten a los mafiosos y asesinos entre fuego cruzado.

No se trata de esperar años para que comencemos a ver el futuro.  Desde ahora cualquier programa o propuesta en el sentido de aportar soluciones para resolver los principales problemas generadores de la crisis, deberíamos postularlo y elevarlo a una "iniciativa de la población", que tenga incluso más peso que una de las tantas y miles iniciativas presidenciales o legislativas. ¿Acaso las soluciones solamente pueden salir o brotar de estás cúpulas, de esas "¡mentes brillantes!"?
 
Porqué no comenzar la convocatoria para una propuesta seria que tienda a resolver cada uno de los principales problemas nacionales tomando en cuenta la situación actual en cada sector y la solución que se propone conjuntamente con la manera o forma de llevarla a cabo hasta feliz término. Ejemplo, comenzando con la deuda pública, que hay que volver a subrayar, es el que devora todos los recursos económicos que el país debería disponer sin escatimar para los rubros estratégicos del presupuesto de egresos.  Es la deuda pública la principal prioridad y foco de atención. De ella se derivan todos nuestros males, todos sin excepción.

La solución que yo propondría en este caso, tratándose de la deuda pública, sería comenzar por efectuar y llevar a cabo una auditoría para saber cómo está compuesta y si son legítimos los rubros y partidas que la conforman, allí seguramente que encontraríamos asombrosas sorpresas y estimulantes ahorros. Una deuda que se adquiere y que no produce más del costo que tiene, que no da para pagar los intereses o el capital, entonces no es una deuda legítima. Los créditos se usan para producir más que el capital y los intereses. Las deudas o los créditos no se usan ni se toman para pagar deudas o para cubrir faltantes presupuestales. De estas bases fundamentales debemos partir. He aquí el meollo del asunto y de la corrupción. El Fobaproa, el IPAB, el Rescate Carretero, los PIRIDEGAS, la deuda de PEMEX, del IMSS, la CFE, de los Fondos de Pensiones y Jubilaciones, que integran la deuda pública, son la punta del iceberg.

Tenemos a Chávez y Correa, en Venezuela y Ecuador, que al mismo tiempo que son repudiados por los imperialistas y neoliberales, que no los pueden ver, enemigos acérrimos, pero no son ningunos tontos para observar y deslegitimar todas aquellas cuentas que no son deuda pública y que "van para atrás"; porque para un gran goleador siempre hay un buen portero. Criticados por brabucones e ignorantes, pero no les meten un "gol" tratándose de la deuda pública. Y desde luego que a los imperialistas o capitalistas, banqueros, contratistas, o coyotes corruptos, no les da por su lado ni se mezclan en sus tranzas. Por eso caen mal. Por eso son repudiados.

¿Porqué el pueblo -no los gobernantes-, vamos a pagar una deuda que no es de los ciudadanos, que es ilegitima, misteriosa, oculta, disfrazada o maquillada?, llamémosle como queramos, pero fraudulenta finalmente. Menos aún se vale dejárselas como herencia maldita a nuestros hijos y nietos, que algunos ni han nacido siquiera. Deuda "siempre eterna".

Y quiero enfatizar en que el costo de la deuda pública, amortizaciones, redocumentaciones, intereses, nuevos créditos, etc., le significan al país más de 3,000 millones de pesos diariamente, directa o indirectamente, camuflados o maquillados; pero este es el gran peso que gravita sobre la economía del país, y la raíz por la que nunca hay dinero y si tantas carencias.

Tras bambalinas

¿O acaso estoy mintiendo, señor presidente de la República, o señor secretario de Hacienda y Crédito Público, o señores legisladores de la Comisión de Hacienda Pública", o el señor titular de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), Arturo González de Aragón;  estoy de alguna manera exagerando las cosas, no es este acaso el problema principal que genera todos los demás?  Si estoy mal, por favor corríjanme, y quítenme de encima esta gran preocupación nacional que me tiene asombrado, y que para ustedes pueda pasar desapercibida,  y que no se den cuenta de que es el origen de todas nuestras crisis. Que no les duele que se esfumen cada hora 125 millones de pesos en no sé qué. Cuentas claras, legibles y oportunas son las que nunca se ven.

Pues claro, no les duele porque no son suyos, no los pagan ellos, los pagamos nosotros, con nuestros impuestos y nuestras carencias.

Acaso no sería formidable que el presidente calderón decretara una moratoria de la deuda pública nacional con fines de una Auditoria superior para legitimar y autentificar las cuentas y pasivos que se encuentran dentro de ellas, bajo sospechas y evidencias de que hay graves irregularidades. Imaginémonos el gran respiro y alivio que sentiríamos inmediatamente, desde el momento mismo en que dejan de salir de la Hacienda Pública más de 3,000 millones de pesos al día. Hasta la amenaza de la "influenza" se nos quitaría. Ahora sí que habría dinero, desarrollo económico, empleos, suficiencia presupuestal para atender a todos los sectores, y tal vez hasta la delincuencia y la violencia disminuirían al bajar la pobreza y la miseria. Y finalmente muchos mexicanos renunciarían al sueño americano y bajarían los cruces ilegales al otro lado de la frontera. Las familias no se desintegrarían.

Cómo vamos a poder costear nuestro desarrollo, atender las reclamaciones o peticiones de bienestar de la población, crear empleos, combatir la delincuencia, construir carreteras, hospitales, escuelas, etc., sino tenemos dinero. Porque eso de seguir pidiendo prestado, y más prestado, y elevar más la deuda pública, para satisfacer nuestras necesidades, para pagar más intereses, intereses compuestos como lo han venido haciendo gobiernos anteriores, y el actual incluso,  definitivamente que no es el camino, no es la forma; es una irresponsabilidad, tanto como un fraude a la Nación. No se vale hipotecar al país de semejante manera y que vivamos con este yugo toda la vida, especialmente las nuevas generaciones que algún día tendrán que pagarla o atenerse a las consecuencias.  

Quién sabe que estará sucediendo con esa disponibilidad de la línea de crédito por 47 mil millones de dólares que solicitó el gobierno de Felipe Calderón al FMI recientemente. Hasta cuanto se habrá ya dispuesto. Para donde se está yendo ese dinero. A los bolsillos de quiénes va a ir a parar este nuevo incremento de la deuda Pública. Otros 650,000 millones de pesos con un costo financiero que ya veremos. Tal como estamos viendo el nuevo recorte presupuestal que deja sin dinero hasta a El Palacio de Bellas Artes. Son preguntas que están en el aire y en suspenso. Casi estoy seguro que ese dinero ni lo vamos a ver y que será destinado para pagar los intereses de la deuda pública que no se alcanzan a pagar con el presupuesto y que deben estar vencidos. Una buena manera de darle la vuelta al meollo del asunto y de darnos "atole con el dedo". Esta es una mecánica agiotista del estilo del FMI.

Memorandúm

Recuerden señores gobernantes que el país no es de ustedes, no es su hacienda personal, se trata de la hacienda pública. El país es de todos los mexicanos. Ustedes están para servir a la Nación, son y se reconocen como servidores públicos, administradores de la riqueza nacional, quienes imparten y administran justicia, legisladores a favor del bienestar de la población, nuestros intermediarios entre los otros dos poderes, depositarios de la confianza popular; nadie de nosotros los empujamos a ocupar los escritorios y el asiento en los que están sentados, fueron ustedes los que aspiraron y buscaron el voto que los llevó a donde están. Otros se impusieron plurinominalmente y al final de cuentas se filtraron contra la voluntad que no fue propiamente popular.  Los más afortunados son escogidos presidencial y preferentemente. Pero, al fin de cuentas. Todos, hasta el presidente,  están allí para servirnos, no para servirse de nosotros ni para pasarse de listos.

Pero, entonces, para qué, para qué se quejan o para qué están. Ya es hora de que nosotros nos ciudadanicemos y ejerzamos el derecho de poder pedir cuentas a los gobernantes y exigirles la responsabilidad de sus actos. Que se atengan a las consecuencias de su mal gobierno.

¿No es sensata esta propuesta?: Ya basta que el gobierno y sus elites nos sigan viendo como en época de la revolución o de la colonia, que somos esclavos, conquistados y subordinados, que somos ignorantes y analfabetas, que somos indios y mestizos despectivamente, que seguimos siendo la misma población sumisa y abnegada. Es hora de que nos demos cuenta en donde estamos parados. Hacia dónde vamos. Quienes nos llevan. Es momento de asumir nuestra responsabilidad. Somos nosotros, la población, los interesados en que se acaben los problemas, que retomemos el crecimiento económico, que se acabe la corrupción, que haya todos los empleos que hacen falta y que la delincuencia se aleje de este camino por mejores opciones en el trabajo.

Acabar con el desempleo y todos produciendo resultaría la mejor opción para salir de la crisis y la recesión. Que haya libertad, paz y bienestar social.  Justicia para todos, sin importar el lugar en el que estamos, justicia incorruptible, pronta y expedita, sin ningún costo ni mordidas. Que haya seguridad y que podamos transitar y caminar con tranquilidad y sin pánico a nada, ni a los delincuentes ni a los policías, ni a nosotros mismos.

El único medio que nos queda es el periodístico, al que debemos encausar nuestras propuestas, y canalizarlas en un solo lugar para que allí sembremos la semilla del renacimiento de nuestro país, que surjamos como el ave fénix de nuestras cenizas, que sin exagerar es el caso en muchos rincones del país que han sido prácticamente incendiados por la violencia, la delincuencia, la insalubridad, el desempleo o la inmigración de sus habitantes, y la ineptitud gubernamental.



EEM

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