No hay mal que por bien no venga
Señales de alerta demandan acciones ciudadanas
José Manuel Rodriguez Solar
Se ven los focos rojos prendidos en muchos lados de México, en casi toda la escena nacional. Es fundamental saber jerarquizar los problemas para atenderlos por su importancia y trascendencia. El desarrollo económico es el principal cause para que desemboquen y se resuelvan allí todos los demás inherentes a la crisis que está presente.
Hasta los más ricos y adinerados sienten el fantasma de la inseguridad y del miedo por la violencia y delincuencia que se engendra hasta dentro de sus propias casas, bunkers o mansiones. Es un temor y un pánico que hasta los mismos delincuentes y policías sienten constantemente. Se asustan hasta de su propia sombra.
A quién no le conviene que haya paz, empleos, dinero, en pocas palabras que las actividades económicas se normalicen, que haya justicia en el auténtico sentido de la palabra, que nos comportemos con honestidad y que se acabe la corrupción. Que se respeten nuestros derechos ciudadanos y humanos. Que todos seamos iguales ante la ley. Que no haya impunidad e inmunidad de ninguna clase. Que nuestros gobernantes cumplan y se desempeñen fieles a su cometido. Que renuncien si no pueden y que brinden la oportunidad a otros de servirnos eficientemente.
Tal vez no haya la concienciación social suficiente, hemos perdido la fe en un mundo mejor, que nos sentimos arruinados y frustrados por la situación personal o de la nación. Es realmente la hora de pensar en "estar unidos todos los mexicanos", en esa unidad absoluta que hace falta, carencia fundamental de nuestro ocaso, pero contamos con la fortuna ante este faltante, de lograr esa unidad a partir de esa propuesta ciudadana que puede surgir en cualquier momento. Las masas nos movemos poco a poco, casi muy lentamente, pero nuestro avance es constante y por lo mismo suficiente para abarcar hasta donde queremos llegar. Basta de demagogia y de que sigamos creyendo en ella. Hechos son amores, no buenas razones, hasta el más atarantado lo sabe. A partir de hoy hay que ver para creerles.
Ni modo que el presidente de la República no cuente con todos los medios para cambiar el país, por decreto o por derecho, para el bienestar de todos, no de unos cuantos.
Acaso los medios de comunicación, prensa, radio, televisión, Internet, tardan más de un día para propagar la noticia que quieren darnos. Acaso el presidente no sueña con esta idea. Sí, claro que sí, pero no encuentra la fórmula, la varita mágica para hacerlo. Imagínese, porque no, que un día, intempestivamente aparece el presidente anunciando que hay un programa nacional de empleo para cubrir absolutamente todas las vacantes que hay en el país, para darles trabajo a todos los desempleados; que los sueldos y salarios se elevan un 10%, que la gasolina y la electricidad bajan el 20%; que el IVA será de solamente el 10%, que en los centros de espectáculos, cines y centros de recreación y esparcimiento bajaran sus precios el 20%; que el transporte público, carreteras y autopistas por lo consiguiente, las tarifas de teléfonos y celulares se reducen en 50% (a lo que valen en el extranjero); entre los puntos más sobresalientes de su mensaje.
Por estos abusos en los exagerados precios que pagamos por estos servicios, bienes, tarifas e impuestos, es que son pobres la mayoría de los mexicanos. Trabajamos para pagar lo que consumimos a precios estratosféricos, cómo cada minuto que cuesta hablar por celular, que se ha hecho un deporte nacional más popular que el futbol.
Por qué no podría hacerse. Yo aseguro que en ese momento la economía mexicana despega y se va para arriba, aunque cualquier otro economista pueda decir lo contrario, olvidando que la corrupción en este juego económico juega un papel importante, y que la trasparencia en las finanzas públicas es algo elemental a considerar en esta propuesta, así como el freno al dispendio en el presupuesto de egresos. Pero principalmente me abocaría a la auditoría de la deuda pública que es de donde puedo ahorrar los mayores recursos o encontrarlos por algún lado dentro de ella. Del mismo cuero salen las correas.
Pero imaginemos la efervescencia social y política que traerían estas medidas en todos los ámbitos de la población. La imagen del presidente de la República ante tal acontecimiento. Seguramente que no habría oposición para que se reeligiera y se harían las enmiendas constitucionales para derogar la no reelección. Si lo que el pueblo quiere es un presidente, un gobierno que se ocupe de él y de sus problemas, de aminorarles la pobreza o sacarlos de la miseria. Que su trabajo le rinda provecho y que encuentren todo lo demás que desean, como ya dijimos. Claro que sí se puede, queriendo se puede.
A partir de que lo están diciendo y se está escuchando, a partir de ese momento la población comenzaría a sentir el cambio, a disfrutar los beneficios, a sentir los ahorros o su mayor capacidad de consumo, a partir de que llene el siguiente tanque de gasolina estaría comprobándolo. Quién quiere un cambio hasta dentro de 30 años, quién anhela un futuro mejor en lugar que sea en el presente. Pero ese es el sueño guajiro con el que nos duermen, el canto de las sirenas con el que quieren arrullarnos. Tales ahorros ensancharían el presupuesto de cualquiera, de un día para otro.
Casi todos (por no decir todos) los consejeros, asesores, secretarios, y ministros del presidente, juntos o por separado no encuentran solución a los problemas que tienen. O tal vez ni se los dicen ni se los informan al presidente, como anda muy atareado y saliendo del país frecuentemente a cumbres mundiales. O quizá, al revés, chocan entre sí y lejos de mejorar se complican los males. Son realmente ineptos e incapaces en muchos casos, hasta el borde de la renuncia. Hasta terminan siendo repudiados por quien los puso en el cargo. Ya ve usted el penoso caso del presidente del PAN, que le dio al traste con los resultados de las elecciones recientes en que el partido del presidente cayó en el abismo y al mismo tiempo salió reprobado su gobierno.
O el caso del ex secretario de Comunicaciones y Trasportes, Luis Téllez Cruces, y al que no me explico cómo pudieron después otorgarle un cargo de tanto honor como presidente de la Bolsa Mexicana de Valores, luego de semejante escándalo vergonzoso y penoso que lo llevo a renunciar, peor aún que él haya aceptado y volver al aparador político así de plano y en este nuevo escenario. Y la BMV que tan mal que no tenga candidatos mejores y que ponga al frente a tan polémico nombre que en nada le hace bien. Recuerdo que el lema de dignidad bursátil dice: "mi palabra es un pacto", aduciendo que la palabra vale más que la firma en un escrito de papel. Y mire a quién ponen al frente. A quién precisamente se disculpó públicamente de sus palabrerías.
El daño finalmente, sea quien sea, se lo ocasionan directamente a él, al presidente. Finalmente también es el responsable de todo lo bueno o lo malo que ocurra en este país, de las malas selecciones que hace.
Y las cosas no van bien. El destino no es el correcto. Las aguas se están saliendo de su cauce. El tiempo se agota y los problemas se complican. Este es un diagnóstico breve, preciso y concreto.
Tampoco se vale que digan que la situación en que encuentran el país es difícil, complicada o de plano desastrosa. Yo y cualquiera primero pregunta, se informa, evalúa los problemas, el cargo, la responsabilidad, analiza sus capacidades, antes de aceptar un compromiso de semejante tamaño, conducir a la Nación mexicana a buen término, a buen destino. Que no digan que no lo sabían, que les asombra encontrar al país al borde del precipicio y que la situación se ha vuelto difícil, que factores externos y la crisis de Estados Unidos son los culpables de nuestra recesión, desempleo, inflación y hasta devaluación, o que heredaron una administración podrida. Esos son pretextos y justificaciones no pedidas, manifestaciones de incompetencia e ineficiencia.
Precisamente para eso están, para eso son lo que son. O entonces porqué están donde están.
Es hora de que el presidente se ciña la banda presidencial como debe de ser y que despierte a la realidad, que vea el compromiso que tiene de enderezar este país y sacarlo de la crisis, que se ha convertido en recesión, y que reconozca que por el camino que va, va mal. Es hora de que escuche la voz del pueblo que clama por un buen gobierno.
Es hora de encontrar un auténtico líder que nos lleve a un mejor destino. Ni modo que entre más de 100 millones no halla uno sólo. No puede ser tan funesto nuestro destino. Pero definitivamente que dentro del PAN, el PRI, o el PRD, no lo vamos a encontrar; allí solo se dan imposiciones y dedazos para elegir a quién debe seguir por el mismo camino. Sin capacidad intelectual ni experiencia y sin Honestidad no vamos a salir nunca del atolladero. Siempre estaremos en crisis y de mal a peor. Es hora de despertar...ahora, de buscar y encontrar al indicado.
EEM