Cuentos

El Cumpleaños de Dios

2009-08-03

Así como el papá de Liliana le explicó que Dios existe cuando uno cree en...

Fuente: cornejoonline.com

La fiesta se está preparando, la pequeña Liliana cumple nueve años; todos sus amiguitos (que por cierto son bastantes) llegarán dentro de dos horas; el jardín es un auténtico arco iris: globos, serpentinas, gorros, antifaces, confeti, trompetas de todos colores; el payaso y su ayudante ya llegaron y están preparando los juegos; un enorme pastel de tres pisos con sus nueve velitas, aún no encendidas, espera pacientemente para ser devorado por esa pandilla de chiquillos, que de seguro en unos cuantos minutos lo despacharán a un mejor destino.

Liliana no cesa de moverse entre las mesas, parece que sus ojos desean grabar para siempre cada detalle en su memoria. En ese momento aparece papá, y ella, encantada con tantas sorpresas y sin imaginar cuánto más se le puede ocurrir a ese señor que tanto ama, se lanza a sus brazos, al mismo tiempo que grita: "Gracias papá, todo está maravilloso", "Mi pequeña -le contesta-, eres el mejor regalo que Dios me ha dado, eres la lucecita que todos los días nos recuerda, a tu madre y a mí, que Dios existe", Liliana frunció el entrecejo y preguntó: "Papi, si Dios es tan bueno, ¿por qué no le hacemos una fiesta así de bonita?" -y sin esperar respuesta realizó una segunda pregunta-: "Papi, ¿cuándo es el cumpleaños de Dios?..." Sin poder contestar ambas interrogantes, pues ni él mismo sabía la respuesta, le acarició sus trenzas, la abrazó contra su pecho y buscó en su interior qué contestar."Mira, conocí el amor cuando conocí a tu mamá; supe qué era la ternura cuando te tuve por primera vez en mis brazos; comprendí el misterio de la vida y la grandeza de la creación cuando naciste; el cumpleaños de Dios. ..es definitivamente el día en que tú crees en Él, en ese momento nace en tu corazón."

Las convicciones nacen en cada uno de nosotros cuando germinan en nuestro espíritu y dan como fruto la verdad, al menos para uno mismo. Los seres humanos guiamos la existencia con base en convicciones; éstas son, de hecho, nuestra brújula existencial. Nadie es feliz si vive en contra de ellas. A través de la historia de cada persona se van acumulando y descubriendo creencias, las cuales hacen tan suyas, que se convierten en convicciones, para bien o para mal.

A nivel colectivo, llegan a tener tanto poder que han provocado guerras mundiales, cruzadas, discriminación, ghettos, exterminios, y podríamos anotar páginas enteras de las atrocidades ocasionadas por los absurdos del fanatismo.

Así como una convicción puede destruir, también, por supuesto, puede construir: la libertad, la fraternidad, la solidaridad, el rescate ecológico, la lucha contra la miseria. El ser humano tiene la capacidad de hacerse, deshacerse y rehacerse. Ha edificado civilizaciones, se ha aniquilado con guerras. Actualmente, ha llegado el tiempo de rehacernos. Es necesario, importante y urgente revisar nuestras actuales convicciones y desarrollar fuertemente la creencia de que sólo a través de los valores podemos construir un mundo mejor, sin paradigmas de razas o colores superiores.

Más allá de imponer una sola verdad espiritual a nivel universal, y sin mesianismos, debemos enfrentar nuestra realidad, pues son precisamente los antivalores los que han producido el caos.

Si cada persona revisa sus propias convicciones se percatará fácilmente de por qué le ha ido como le ha ido. Somos resultado de ellas. Quien cree en sí mismo, en el esfuerzo, en el trabajo ético y honesto, en el optimismo, en la fortaleza espiritual, en la iniciativa, en la audacia de emprender, en el ánimo para enfrentar diariamente la vida, en todas estas convicciones, será un triunfador. Si en una sociedad se suman un mayor número de personas que comulgan con estas convicciones, el resultado natural será una sociedad triunfadora.

Así como el papá de Liliana le explicó que Dios existe cuando uno cree en Él, así es también en el mundo de los valores, en la medida en que cada uno de nosotros creamos en la verdad, la ética, la excelencia, la bondad y en todos y cada uno de los valores de orden superior, y nos atrevamos a convertirlos en auténticas convicciones propias, en ese preciso momento nuestra vida dará un giro extraordinario.

Cuando una persona evoluciona, hace evolucionar todo su entorno: familia, pareja, hijos, amigos, colaboradores, todos ellos reciben el impacto inmediato cuando un ser humano se atreve a ser mejor y solamente se logra ser feliz cuando vivimos de acuerdo con nuestras propias convicciones.

Hemos agotado las respuestas económicas para enfrentar las actuales crisis que viven las personas en la mayoría de las naciones en el mundo: ricos y pobres, avanzados y subdesarrollados, del norte o del sur. Todos, sin excepción, tenemos sólo un camino: construir el futuro con base en valores, pues sólo con el amor, la belleza y la verdad podremos rehacer a la humanidad.



EEM

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