Testimonios

Fidel Castro o la cruda realidad

2010-09-14

El severo juicio al comunismo del Papa intelectual no era nuevo. Durante todo el siglo XX la...

Autor: Rubén Tejedor

Que la ideología comunista es algo pasado de moda, lo sabíamos muchos. Que el modelo económico, social, cultural y religioso que emana del comunismo y que decenas de naciones han padecido (y padecen) era (y es) una aberración que en nada favorece al ser humano y al auténtico progreso económico, social, cultural y religioso, es un hecho obvio.
 
Sin embargo, la semana pasada nos desayunamos con la noticia (corregida, matizada más tarde) de que Fidel Castro (ese terrorífico dictador que cubre el rojo de la sangre de miles de cubanos con el verde militar al que deshonra) reconocía que el modelo cubano ya no les servía ni a ellos (se entiende que a los cubanos).
 
"El modelo cubano ya no funciona ni para nosotros", habría afirmado el tirano de barba blanca y manos rojas ante una pregunta del periodista estadounidense-israelí Jeffrey Goldberg sobre si seguía creyendo que el modelo cubano era algo que todavía merecía la pena exportar. Parece ser que el mismo periodista, poco después de publicar esa parte de la entrevista que le había hecho al anciano dictador, habría matizado que se refería sólo al modelo económico.
 
Sea como fuera, que el modelo comunista (y la doctrina intelectual que lo sostiene) son algo pasado de moda que sólo ha traído nefastas consecuencias para la Humanidad es una evidencia. Pero no sólo fue nefasto el pensamiento marxista y su aplicación práctica en el pasado; hoy, en la actualidad, países como Cuba, Venezuela, China, Corea del Norte, etc. siguen sufriendo la pobreza, la tiranía y las dictaduras más crueles bajo la excusa de la lucha de clases y la dictadura del proletariado ganada con la revolución.
 
No es de extrañar por eso que, en diciembre de 2009, por ejemplo, el Papa Benedicto XVI (que vivió muy de cerca las atrocidades del comunismo en Alemania) lo calificara como "inhumano e inmoral" afirmando que "en la dictadura comunista no había acción que fuese considerada mala o inmoral; lo que servía a los objetivos del partido era bueno, por más inhumano que pudiera ser".
 
El severo juicio al comunismo del Papa intelectual no era nuevo. Durante todo el siglo XX la Iglesia se manifestó muy en contra del comunismo y de toda la serie de regímenes totalitarios por él inspirados que, en palabras de Benedicto XVI, "conducían a un nihilismo, a un vacío de las almas". Así, el Syllabus y las Encíclicas Rerum novarum, Quadragesimo anno o Divini redemptoris cargaban contra la doctrina en la que "no queda ya lugar para la idea de Dios; no existe diferencia entre el espíritu y la materia, ni entre el cuerpo y el alma; ni sobrevive el alma a la muerte, ni por consiguiente puede haber esperanza alguna de otra vida […] (según el comunismo) los hombres pueden acelerar el conflicto que ha de conducir al mundo hacia la síntesis final; de ahí sus esfuerzos para hacer más agudos los antagonismos que surgen entre las diversas clases de la sociedad; la lucha de clases, con sus odios y destrucciones, toma el aspecto de una cruzada por el progreso de la humanidad. En cambio, todas las fuerzas, sean las que fueren, que se oponen a esas violencias sistemáticas, deben ser aniquiladas como enemigas del género humano" (Divini redemptoris nº 9, Pío XI, 1937).
 
Ciertamente, entre los países más castigados por el azote del comunismo ateo está la isla de Cuba. De ella han emanado, además, en palabras del obispo auxiliar de Miami, monseñor Agustín Román, de origen cubano, "muchos de los males que aquejan a los países de América: de allí ha salido el odio que ha motivado muchas de las batallas fratricidas que han ensangrentado a otros pueblos latinoamericanos; de allí han salido la subversión y el terrorismo, así como las armas que han sido instrumentos de muerte desde el Río Bravo hasta la Patagonia".
 
Baste, junto a los miles de asesinados, encarcelados, torturados y exiliados, el testimonio de este valiente obispo para poder afirmar, bien alto y claro, que -al contrario de ser un paraíso- (en Cuba, como en el resto de los países sometidos a su sangrienta bota de acero) el régimen comunista es "una cruel y represiva dictadura militar en un estado policíaco", con una "falta de libertad, también religiosa que afecta especialmente a los católicos".
 
Winston Churchill en 1920 afirmó que su disconformidad con el comunismo no estaba basada "en su tonto sistema económico o su absurda doctrina de una igualdad imposible. Surge debido al terrorismo sangriento y devastador que practican en cada tierra que han quebrantado, y sólo mediante el cual su régimen criminal puede mantenerse".
 
Como afirmó el gran Pío XI "mientras las promesas de los falsos profetas (del comunismo de ayer y de hoy) se resuelven en sangre y lágrimas, brilla con celestial belleza la gran profecía apocalíptica del Redentor del mundo: He aquí que Yo renuevo todas las cosas" (Divini redemptoris nº 82, Pío XI, 1937).



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