Reportajes

Jóvenes se forman como lutiers reparando instrumentos para favelas en Rio

2011-09-26

Javier Tovar, AFP

RIO DE JANEIRO, - Daniel lija minucioso el mástil de una vieja guitarra, reemplaza los trastes y repara el clavijero: es un joven aprendiz de lutier, una profesión rara en Brasil, que se forma reparando instrumentos donados que luego serán entregados a niños en las favelas de Rio.

"Es súper todo lo que estoy aprendiendo aquí, además de que ayudamos al prójimo, a esos niños, que es lo más importante", dice entusiasmado Daniel Carvalho, de 24 años, rodeado de herramientas, que maneja con la precisión de un cirujano y la delicadeza de un artesano.

"Es una profesión bien artística, que se hace con el corazón, con gusto", comenta por su parte Marcela Dandara Brites, de 17 años, del otro lado de la mesa, mientras saca brillo a una pieza de madera.

A pocos metros, Gilberto De Lima coloca su oreja bien cerca de las pastillas de la guitarra eléctrica de un compañero. Hace un gesto pidiendo silencio, y poco a poco, en sincronía, va tocando las cuerdas y moviendo las clavijas hasta conseguir el "sonido perfecto".

"Estoy afinando ahora para comenzar a calibrar esta guitarra: primero necesita ser afinada, después tocar su armónica para ver si el puente o el tensor está alto o bajo y ahí llegar a la altura del sonido perfecto", explica este joven de 24 años, también alumno del taller.

Al taller de lutier asisten unos 40 alumnos divididos en cuatro grupos. El curso, en general muy oneroso, es gratuito pues es financiado por los gobiernos del estado y del municipio de Rio y por la organización Rock in Rio, que este mes celebra el megafestival de música que lleva su nombre.

"Tenemos el desafío de rescatar instrumentos dañados, viejos, nuevos para entregarlos a ONGs por todo Brasil que usan la música como herramienta de educación e inclusión social", señaló a la AFP Roberta Medina, vicepresidenta de Rock in Rio.

"Recibimos más de 1.400 instrumentos donados, pero en el medio del camino nos surgió la pregunta: si recibimos un instrumento dañado, ¿qué hacemos con él? Y ahí nació la idea de hacer un taller para reparar instrumentos", contó.

En las paredes del taller, ubicado en el centro de Rio, decenas de guitarras, alineadas como tropa una al lado de la otra, son testigos del avance en cada clase y permanecen ahí inertes esperando a ser reparadas. Algunos instrumentos llegan en un estado crítico, y otros están casi nuevos.

En Brasil, un país de casi 200 millones de personas y una fuerte tradición musical, hay tan sólo unos 100 lutieres, explica el maestro Antonio Pedro Albuquerque, un hombre que se describe como un apasionado por su trabajo.

"No tengo miedo a enseñar, al que me pregunta, le digo. No escondo nada", dice con seguridad este ingeniero de 72 años que asumió el trabajo ya como profesional a la edad de 48, cuando quedó desempleado y comenzó a aplicar los conocimientos que aprendió en su juventud como un pasatiempo.

"Construí mi primer instrumento a los 16 años, pero nunca pensé que viviría de eso. Ahora no quiero trabajar con nada más, sólo como lutier", comenta rodeado de sus estudiantes, que siguen con atención cada uno de sus movimientos.

Al final del curso, los estudiantes tendrán los conocimientos básicos para reparar cualquier instrumento. Lo importante, destaca el maestro, es siempre buscar la perfección. "Si no está bien, repite, y si vuelve a no estar bien, repite, pero nunca se entrega al cliente un trabajo mal hecho", insiste.

Maestro y aprendices toman algunos minutos para compartir su otra gran pasión: la música. Daniel, habilidoso, toma una guitarra y se luce con un solo de rock, mientras Antonio Pedro, con una voz profundamente melodiosa, canta 'It's Now or Never' de Elvis Presly.

Así, la clase sólo puede terminar con un merecido y bien ganado aplauso.



gilberto
Utilidades Para Usted de El Periódico de México