Mensajería

Los viejos curiales

2013-08-01

Conozco una parroquia que durante años se caracterizó por contar con pocos pero...

Carlos J. Díaz Rodríguez

Antes de comenzar con el post, hago una aclaración: hablar de viejos curiales no es un intento desesperado por aferrarse a las glorias pasadas, sino una expresión del Papa Francisco -pronunciada en el vuelo que lo llevó de regreso a Roma el 28/07/13- para referirse a un perfil que es necesario recuperar al interior de la Iglesia. En todo lugar, siempre hay alguien que destaca por su educación, coherencia y fidelidad, al grado de convertirse -sin buscarlo- en un buen punto de referencia. Lamentablemente, algunos piensan que las grandes personalidades, aquellas que destacan por su carácter y entrega a la hora de servir, son incompatibles con los nuevos vientos que soplan. Pues bien, esto no tiene sentido. Por ejemplo, es posible ser un intelectual y, al mismo tiempo, alguien sencillo, abierto, franco, audaz y humilde. ¡Cuántos quisieran ver a un obispo diciendo toda clase de disparates, pensando que con ello resultaría mucho más cercano al pueblo! Esto es un problema, pues ni la cercanía está peleada con la formación, ni la gente es tan ignorante como para aplaudir una homilía sin la debida preparación.
Recuerdo que las religiosas -un tanto mayores- que me tocaron como directoras generales en mi paso por el colegio, tenían mucha presencia. Su trato era educado, culto y agradable. Aunque no tengo nada en contra de la guitarra, es un hecho que ellas se interesaban por impartir una buena clase, capaz de aclarar las dudas de los estudiantes; sin embargo, esto se ha perdido. No sé a quién se le ocurrió que una religiosa tiene que andar haciendo dinámicas de integración todo el día, en lugar de entrar de lleno en medio de los desafíos pastorales y académicos de la comunidad educativa. Nos faltan nuevas personalidades, hombres y mujeres con buenas intenciones que sepan manejar las cosas, involucrándose activamente.

Conozco una parroquia que durante años se caracterizó por contar con pocos pero buenos sacerdotes; sin embargo, desde hace unos tres o cuatro años, llegó una generación muy amable, pero sin preparación. Las homilías se conforman de uno o varios chistes que van desde lo ilógico hasta lo vulgar. Hablar de "viejos curiales", significa recuperar aspectos que se han ido perdiendo y que –en realidad- nunca dejaron de ser necesarios. En el fondo, hay dos cuestiones que atender: la promoción vocacional y la formación. Los retiros vocacionales tienen que ser abiertos, pero hay que saber distinguir perfiles. Tenemos promotores que solamente lanzan su propuesta a los jóvenes que les resultan más fáciles, aquellos que no cuestionan, que tienen una visión mediocre, en lugar de lanzarse a los difíciles, a los que buscan y quieren una Iglesia de verdad. Pareciera que mientras más mal educado te vean, les parece mejor, pues así se sienten más "abiertos" al siglo XXI, no sea que algún progresista les reclame. En cuanto a la formación, hay que cuidar los pequeños detalles. El que hoy contemos con sacerdotes de la talla del P. Jorge Loring, no es una casualidad, sino el resultado de un sólido acompañamiento espiritual, humano e intelectual. La excelencia –dentro de un marco de disciplina equilibrada- no es pecado, sino una oportunidad para construir una Iglesia en la que lo primero sea la experiencia de Dios y, como consecuencia, la calidad en el ejercicio de la misión.

El Papa Francisco, sabe lo que hace y, por ende, lo que la curia romana necesita para mantener el sano equilibrio entre la fe y la razón, las virtudes y la preparación. ¡No tengamos miedo a las grandes personalidades!



KC
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