Valores Morales

Ganar la vida perdurable

2015-03-03

Hay dos vidas perdurables, porque para nuestra alma todo es perdurable y terno, como lo es para...

Autor: Juan del Carmelo 

Desde luego que es solo nuestra alma…, la que podrá acceder a la vida perdurable. ¿Y qué es la vida perdurable? El credo católico, es una declaración de cuáles son las creencias de un cristiano católico. Cuando rezamos un credo, ese credo que nos sabemos de memoria, porque tuvimos la suerte por decisión  divina  de nacer en el seno de una familia católica, pero que nunca saboreamos su contenido y lo que declaramos. Es más pienso, que habrá más de uno que habiendo recitado miles de credos a lo largo de su vida, aislado de su contexto. Por ejemplo, recitamos eso de "la vida perdurable", pero sin haber pensado la transcendencia que tiene esas dos palabras  de vida perdurable y lo mucho que nos estamos jugando con no tomarnos en serio, lo que muchas veces recitamos como un papagayo.

Hay dos vidas perdurables, porque para nuestra alma todo es perdurable y terno, como lo es para todo aquello que tenga la posibilidad de ser adjetivado con el término. Todo aquello que pertenezca al reino del espíritu de lo que ahora nos es invisible, que es eterno, perdurará eternamente, sean nuestras almas, sea todo aquello que realicemos en función al Reino, al que pertenece nuestra alma, sean los bienes espirituales que realicemos o los que recibamos, sean nuestros íntimos pensamientos espirituales que tengamos, sea la mirada de amor a un crucifijo o a una imagen de nuestra Madre celestial, sea un simple jaculatoria porque todas ella tal como decían los antiguos padre eremitas, son "dardos de amor" que lanzamos al cielo. Pero sobre todo lo más sublime del orden espiritual, es el amor. Quien más llegue a ser capaz de amar en este mundo, en la vida perdurable será el que más goce y disfrute de ella. Sencillamente, por un principio básico que nos revelo el discípulo más amado del Señor, San Juan evangelista cuando escribió en su primera epístola: "Que Dios es amor y solo amor". (1Jn 4,16)

Para el arzobispo norteamericano, a punto de ser beatificado, Fulton Sheen: "El hombre quiere tres cosas: vida, conocimiento, amor. La vida que quiere no es la vida por dos o tres minutos, sino la plenitud de la vida sin desazones, sin hastío, sin ancianidad. La verdad que quiere, es no solo el conocimiento de la geografía con exclusión de la literatura, o de las verdades de la ciencia con exclusión de la filosofía; quiere saber todas las cosas. El hombre es incurablemente curioso. Finalmente quiere amor. Lo necesita porque está incompleto dentro de sí mismo. Quiere un amor sin celos, sin odios, y por encima de todo; un amor sin saciedad, u amor dotado de un constante éxtasis en el que no haya no soledad ni cansancio".

Es importante que analicemos, estas tres necesidades del hombre, que Dios al crearlo, las ha grabado en su corazón. De la misma forma que a los animales Dios los ha creado con unos determinados instintos, que responden a necesidades materiales; así tenemos el instinto de supervivencia, el de conservación de la especie, el de alimentarse, incluso en los carnívoros con el instinto de matar para poder comer, Pero ellos carecen de instintos espirituales, ignoran la existencia de otra vida después de la muerte, no saben ni les interesa lo que es la verdad, pero si tienen unos instintos que no son de amor, aunque así los denominan muchas personas. Así tenemos por ejemplo lo que muchos llaman amor a su crías, pero más que amor es una consecuencia del instinto de conservación de la especie.

El hombre además de las improntas espirituales que le ha grabado Dios en el hombre, al tiempo de crearlo, tiene también unos instintos materiales semejantes a los de los animales, frutos de su cuerpo material. Pero lo que aquí nos interesa son las tres improntas que menciona el arzobispo Sheen. A las cuales habría de añadirse ese afán tan grande que tiene el ser humano de encontrar la felicidad. Dios nos ha creado para una perfecta felicidad espiritual y eterna, que aunque por mucho que la busque en esta vida, jamás la encontrará. Esta felicidad espiritual es eterna, como lo es todo lo que pertenece al orden espiritual, que es superior al material porque fue Dios quien lo creó y no fue al revés. El hombre viene a esta vida y trata de buscar la felicidad, pues a ello le impulsa, el haber sido creado para una eterna felicidad, Pero esa eterna felicidad para la que ha sido creado es de carácter espiritual, muy superior a la de carácter material que tras muchos esfuerzos puede llegar a alcanzar en determinados momentos de su vida terrenal. Y esta felicidad materia que aquí abajo puede llegar a alcanzar nunca le calma la necesidad que tiene de encontrar la felicidad para la que él ha sido creado.

El arzobispo Sheen, nos enumera tres necesidades del hombre. La primera es tener vida, pero una vida eterna, no limitada en el tiempo, su alma se la reclama, porque ella es eterna y ansía su eternidad. Solo podrá el hombre alcanzar una vida eterna, cuando su cuerpo material se derrumbe, momento este, que casi todo el mundo no desea, porque está dominado por la materialidad de su cuerpo, que es el que no quiere abandonar este mundo. Pero si uno es creyente y ama a Dios, sabe que Él también le ama a él, mucho más de lo que él es capaz de amar y sabe también, que espiritualmente tal como se vive se muere, por lo que si en su alma sigue inhabitando su Dios trinitario, él será eternamente feliz. Caso contrario es el del que no sea creyente, que siempre tiene horror a su muerte. Su alma  no morirá porque es eterna, porque sigue siendo y perteneciendo al orden espiritual, aunque su destino será distinto al haber abandonado voluntariamente el ámbito del amor divino.

En cuanto al conocimiento, el más esencial que el hombre anhela tener, es el de la existencia de Dios y para adquirir este conocimiento que en este caso se denomina Fe, es necesario que el hombre busque a su Creador, al cual nunca podrá ver con los ojos materiales de su cara, pero si, si es que le pide a Dios que le done el don de la Fe, Este es un don que Dios no se lo niega a nadie que de verdad se lo pida y una vez pedido, si persevera en este deseo la planta de su fe irá poco a poco creciendo en su corazón. Es más aquel que pida, Fe de hecho ya la tiene, porque nadie pide algo que cree que no existe. La petición de algo es siempre un reconocimiento de la existencia de ese algo. Lo único que le hace falta al que sin tener fe la pide es perseverar en su deseo de que su fe aumente.

En cuanto a la tercera necesidad, la referida al amor. El hombre es un ser, que siempre necesita; amar  y ser amado, y no dispone, en este mundo de la posibilidad de ser amado por sus semejantes, ni encontrar a nadie que le ame, es un ser desgraciado, pero su desgracia no es absoluta, porque tiene a Dios que le ama de una forma, posiblemente incomprensible para él, pero es el mayor amor de que dispone si sabe merecerlo debidamente, correspondiendo él con su raquítico amor de hombre, pero al que si hay alguien que más lo aprecie es a Dios trinitario y a su Madre celestial, que le espera con su brazos abiertos, para que el amor que ahora le tiene, perdure eternamente en el cielo.

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.



EEM

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