Increiblemente Cierto
Los drones vigilan París... y el mundo
Javier Flores, La Jornada
Los drones se han convertido en focos de atención en Europa por las repetidas incursiones aéreas que han realizado estos pequeños robots autónomos, especialmente en París. De acuerdo con diversas informaciones periodísticas, se calcula que desde octubre pasado unos 60 aparatos han sobrevolado distintos puntos de Francia, los cuales incluyen, además de sitios emblemáticos como las torres Eiffel y de Montparnasse, la embajada de Estados Unidos, centrales nucleares y bases militares navales, lo que ha provocado alarma en las autoridades de esa nación y en otras partes del mundo.
Estos artefactos pueden ser extraordinariamente útiles en tareas civiles, como la investigación de los recursos naturales, ante desastres, para localizar personas extraviadas o heridas y para brindar seguridad a la población. Pero también son elementos que pueden jugar un papel importante en el espionaje industrial y sobre instalaciones estratégicas, o para participar en actos de guerra cuando están equipados con armas letales. Además, en la vida cotidiana, podrían convertirse (o ya lo son) en los instrumentos del poder para vigilar a la población, invalidando cualquier forma de privacidad. Revelan así el papel dual que es intrínseco al conocimiento y a sus aplicaciones.
Los drones forman parte del grupo de los robots móviles autónomos que incluyen vehículos terrestres, aéreos y navales. Desafortunadamente, el gran impulso que se les ha dado en los últimos años no responde a objetivos civiles y obedece más bien a motivaciones militares, especialmente a partir de las guerras del Golfo y las continuas intervenciones en Afganistán. Estas máquinas pueden sustituir a los soldados humanos en un amplia gama de misiones destructivas.
Son producto del desarrollo científico y tecnológico y se han beneficiado con el conocimiento y la creación de sofisticados sensores de imágenes con alta definición e infrarrojas, que pueden captarse y transmitirse a grandes distancias, entre muchos otros. También muestran los adelantos en la computación y en la creación de programas que permiten asignar distintos grados de credibilidad a cada sensor y combinar la información de cada uno de ellos para tomar decisiones; de ahí su carácter autónomo (en mi opinión, semiautónomo).
Se trata de una tecnología que está en sus inicios, y tendrá presencia creciente en el futuro. En un estudio auspiciado por la Oficina de Investigación Naval del Departamento de Marina de Estados Unidos realizado en 2008, los doctores Patrick Lin, George Bekey y Keith Abney, del grupo de ciencias emergentes y ética de la Universidad Politécnica Estatal de California, examinan algunos de los escenarios por venir.
Se espera que las futuras generaciones de drones cuenten con más y mejores sensores, mejor artillería, computadoras más sofisticadas y software asociado. Los autores dan algunos ejemplos que a mí me parecen espeluznantes: "( ) en la vecindad de una casa de seguridad, el robot tendrá que combinar los datos acústicos con información visual, detección de movimiento de tierra, las mediciones de temperatura para estimar el número de seres humanos dentro de la casa, y así sucesivamente. Estas estimaciones tendrán que ser combinadas con datos de reconocimiento (de vehículos voladores autónomos) para obtener una estimación probabilística del número de combatientes dentro de la casa". Los autores del estudio reconocen que "( ) la decisión de utilizar la fuerza letal se basa en cálculos probabilísticos, y la certeza absoluta no es posible".
Un elemento importante, desde luego, es la supervisión humana: "Anticipamos que poco a poco se concederá la autonomía a los vehículos robot, ya que la confianza en su capacidad para realizar las tareas asignadas crece". Aun así, reconocen los expertos, habrá problemas éticos fundamentales: "Por ejemplo, ¿será capaz un supervisor de anular la decisión de un robot para disparar? Si es así, ¿cuánto tiempo tendrá que ser asignado para tomar este tipo de decisiones? El robot tiene la capacidad de desobedecer las órdenes de un supervisor humano, por ejemplo, en una situación en que el robot toma la decisión de no lanzar un misil, sobre la base de que su análisis lleva a la conclusión de que el número de civiles (por ejemplo, mujeres y niños) excede el número de insurgentes en la casa". En otras palabras, un problema ético para estos autores es que ¡el robot decide no asesinar a un grupo de personas!
Por lo pronto, la presencia de drones en el cielo parisino ha creado gran preocupación, pero nadie dice algo de que estos aparatos se emplean al menos desde 2011 para vigilar la frontera de México con Estados Unidos, con el fin de detener trabajadores indocumentados; y muy probablemente son ya indeseables vigilantes que anulan la privacidad de los mexicanos.
EEM