Trascendental

Dios mandó su Hijo al mundo para salvarlo

2015-03-15

El mensaje central que nos trae la Palabra de Dios en las lecturas bíblicas de hoy es...

Autor: Padre José Medina

El Evangelio de la Misa de este 4ยบ Domingo de Cuaresma del Ciclo B, es de san Juan 3, 14-21. Y nos presenta la conversación de Jesús con Nicodemo.

Este personaje pertenecía al partido religioso de los fariseos, sin embargo, no todos los fariseos eran "raza de víboras", como llamaría Jesús a aquéllos que se oponían a él echándoles en cara su hipocresía. Había también entre ellos hombres sinceros que buscaban la verdad, como Nicodemo.

Tres veces habla el Evangelio según san Juan de este personaje que llegaría a ser discípulo de Jesús. Esta de hoy es la primera, cuando va a buscarlo en la noche, tal vez por temor o por prudencia (Jn 3,2). El evangelista recalca que este Nicodemo es el mismo que luego lo defendió ante el tribunal y le dio sepultura.

El mensaje central que nos trae la Palabra de Dios en las lecturas bíblicas de hoy es precisamente que el plan de Dios sobre la humanidad no es un plan de destrucción y condenación, sino de redención y salvación.

Dios ha querido salvarnos no por nuestros méritos o en virtud de nuestras obras o prácticas rituales, sino "por pura gracia", es decir, como un don suyo que se concreta en la entrega de su propio Hijo Jesucristo. Y este es precisamente el sentido de lo que le dice Jesús a Nicodemo: "Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único para que todo aquél que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna".  

La oposición entre luz y oscuridad, una de las características más significativas del Evangelio según san Juan, cobra un sentido especial en el contexto del relato: en medio de la noche, Nicodemo es invitado a reconocer a Jesús como la luz que ha venido al mundo.

Esta frase se encuentra también en el prólogo del mismo Evangelio (1,9), en el que el propio Jesús dirá más adelante: "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue tendrá la luz que le da vida, y nunca andará en la oscuridad" (8,12).

La luz es identificada con la verdad, y la oscuridad con la mentira o hipocresía. El mismo Jesús que se ha llamado la luz del mundo, les dirá a sus discípulos en sus palabras de despedida durante la última cena: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14,6).

Culmina la conversación de Jesús con Nicodemo en una invitación que es también a cada uno de nosotros: la invitación a salir de todo cuanto haya de oscuro en nuestra existencia, dejándonos iluminar por Aquél que es "la luz verdadera que alumbra a toda la humanidad" (Jn 1,9) para vivir sinceramente, sin mentira ni hipocresía, de acuerdo con su voluntad que es voluntad de amor y misericordia.

 



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