Trascendental

"Si el grano de trigo muere, da mucho fruto"

2015-03-22

Esto sólo nos es posible cuando abrimos nuestras mentes y nuestros corazones para que...

Autor: Padre José Medina

El Evangelio de la Misa de este 5ยบ Domingo de Cuaresma del Ciclo B, es de san Juan 12, 20-33.

El episodio del Evangelio de hoy se sitúa inmediatamente después de la entrada de Jesús en Jerusalén para la fiesta de la Pascua, a la cual acudían personas provenientes de distintas naciones.

Los griegos del Evangelio afirmaron: "Queremos ver a Jesús" quizá porque habían oído hablar de Él y deseaban verificar lo que se decía acerca de sus enseñanzas y sus obras maravillosas. Nosotros, desde la fe en Aquél que se nos presenta como autor de salvación eterna (Hebreos 5, 9), necesitamos reconocerlo y profundizar en nuestro conocimiento de Él.

Esto sólo nos es posible cuando abrimos nuestras mentes y nuestros corazones para que Él mismo, la Palabra de Dios hecha carne, Dios hecho hombre, nos enseñe el camino hacia la vida eterna: el camino que Él nos muestra con su ejemplo de vida, una vida entregada al cumplimiento de la voluntad de su Padre, el Dios que también Él mismo nos reveló en sus propias acciones como Amor infinito y misericordioso.

La imagen de la semilla, que aparece constantemente en los Evangelios, es empleada por Jesús para referirse al Reino de Dios. En el Evangelio de hoy, Jesús mismo se identifica con la semilla de trigo que se hunde en la tierra y muere para producir una abundante cosecha: "Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto".

La semilla tiene que morir para transformarse en la planta que hace posible el crecimiento de las espigas cargadas de granos, de los que proviene la harina que a su vez va a ser amasada para convertirse en pan, en alimento que da nueva vida.

En el sacramento de la Eucaristía, memorial del sacrificio redentor de Jesucristo, el producto de la semilla de trigo se convierte en signo de la vida eterna que Él mismo nos comunica al recibir nosotros su cuerpo glorioso, pan de vida eterna, expresando nuestra intención de seguirlo e identificarnos con Él, lo cual implica que estamos dispuestos a entregar también nuestra vida a su servicio.

Al término de los versículos de este Evangelio afirma Jesús: "Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí", refiriéndose tanto a su muerte en la cruz como a su resurrección gloriosa. No podemos separar lo uno de lo otro, pues se trata del misterio pascual: el paso a una vida nueva a través de la pasión redentora.

La Palabra de Dios nos invita a disponernos para comprender desde la fe el sentido de lo que vamos a conmemorar en la próxima Semana Santa: el misterio pascual de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.



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