Reportajes

Un Arca de Noé en la revolución libia

2015-10-23

Jalal socorrió a unos 250 animales domésticos, entre ellos

Rim TAHER | AFP

Jalal, un veterinario libio arriesgó la vida para cuidar a decenas de animales domésticos y llevarlos a Túnez, para que desde allí volvieran con sus amos. No se arrepiente de ello. "Si se volviera a presentar el caso, lo haría de nuevo".

Al comienzo de la revuelta libia contra el régimen de Muamar Gadafi en febrero de 2011, muchos extranjeros huyeron a toda prisa sin llevarse consigo a sus animales, explica Jalal Kaal. Algunos lo llamaron desde el aeropuerto para que los fuera a buscar a casa. El veterinario afirma haber recorrido distintos barrios de la capital en busca de estos animales, pese a que los combates arreciaban.

Jalal socorrió a unos 250 animales domésticos, entre ellos "200 gatos y perros", tortugas, conejillos de Indias y un loro. Los instaló en su clínica, a las fueras de Trípoli, adosada a un antiguo edificio de los servicios de inteligencia. "Los cohetes caían tan cerca de nosotros que el falso techo de la clínica se derrumbó", cuenta. Pese a las bombas y los misiles, cada día iba a la clínica para alimentarlos y ocuparse de ellos. "Con mis hijos, sacábamos a estos animales por grupos para un paseo o darles mimos", explica este hombre de mirada alegre.

Un chadiano lo acompañó en la aventura desde febrero a octubre de 2011, cuando murió Muamar Gadafi, después de ocho meses de conflicto. "Dormía en la clínica, vigilaba a los animales y los alimentaba, se ocupaba de la limpieza. Su ayuda fue muy importante para mí cuando empezamos las misiones de evacuación de los animales a principios de marzo", cuenta. Según Jalal, varias empresas para las que trabajaban los expatriados contactaron con agencias de transporte para sacarlos por avión, pero pronto tuvieron que cambiar de planes por el cierre del aeropuerto de Trípoli.

- El loro de la venezolana -

La única solución era la evacuación de los animales por carretera, rumbo a Túnez. "De febrero a octubre de 2011, realicé 15 viajes de ida y vuelta desde Trípoli hasta Yerba, donde los animales podían ser transportados por avión. Todos los animales que me confiaron fueron entregados a sus propietarios en buen estado de salud", recuerda, orgulloso.

Todos menos uno, un loro llamado Charlie que le confío una venezolana. Charlie "volaba a su antojo por casa. Hablaba tan bien que teníamos la sensación de que participaba en nuestras conversaciones. Todo el mundo lo adoraba". Pero unos días antes de la "liberación" de Trípoli, añade el veterinario, "un misil cayó cerca de casa, las ventanas se abrieron por la onda de choque y se fue".

En una de las misiones pasó mucho miedo: fue un día al volver de Túnez, a la altura de un puesto de Zawiya (al oeste) controlado por las milicias de Gadafi y que era blanco de los revolucionarios. Los milicianos "nos ordenaron circular sin luces para no ser tomados por blanco". "Por un trayecto de Yerba (en Túnez) a Trípoli, que normalmente lleva cuatro horas en coche, tardamos 14. Fue el día más largo y más aterrador", explica.

Ahora las salas de la clínica están destrozadas y las jaulas que habían acogido a los animales, vacías. "Tengo que romperlo todo y construirlo de nuevo, más moderno", dice Jalal. "Algunos de los propietarios de los animales no han pagado las facturas, pero las lágrimas de alegría de los amos a los que pude juntar con sus animales no tienen precio" confiesa con una tímida sonrisa.



LAL
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