Policrato Philodemos

Dilema político del neoliberalismo

2017-04-11

Actualmente los dirigentes políticos y servidores públicos bajo la doctrina...

Almte. Manuel Rodríguez Gordillo

"Políticos y empresarios corruptos son capaces de hacer cualquier
cosa por los pueblos... menos bajarse de sus espaldas"

Voltaire….. (Paráfrasis)

¿ Estadistas..... Empresarios ?

Desde los últimos 20 años del siglo pasado el quehacer político-económico en el mundo ha ido resbalando en una pendiente que lo está llevando hacia un sistema de valores y normas que privilegian, de manera absoluta, las leyes del mercado como paradigmas supremos, al que se ha bautizado como “Neo Liberalismo”, doctrina en la que al ser humano se le desbanca de su condición racional y psico social, y se le convierte en un objeto despersonalizado del sistema producción-consumo, como si se tratara de una pieza más dentro de ese ciclo mercantil, ya sea del manejo de bienes, de servicios, y/o de valores bursátiles.

Apóstoles y evangelistas de ésta doctrina socio-económica que impone como ley suprema la del mercado, sostienen como dogma la existencia de una absoluta libertad para la oferta y la demanda en todas las transacciones e intercambios, afirman ( sin demostrarlo ), que estos dos elementos por sí solos regulan y establecen un sano equilibrio en la economía, de manera suficiente para una sana distribución equitativa de la riqueza, y como consecuencia para alcanzar la paz social sin la intervención del estado, por lo que según dicha doctrina también debe modificarse la naturaleza y estructura del poder político de acuerdo a estos principios.

Dentro de este marco teórico se supone ( ¿Ingenuamente? ), la existencia de un “Mercado libre perfecto”, esto es, un mercado exento de monopolios que puedan romper el saludable equilibrio entre la oferta y la demanda, ya se trate de mercancías, divisas, bienes, o de servicios.

Otro de los dogmas incluidos en esta doctrina es que el dinero (divisas o circulante), es una mercancía más sujeta a las leyes de ese supuesto “libre mercado perfecto”, y no solamente una herramienta para facilitar el intercambio y la compra de bienes y/o de servicios, objetivo y uso para el que fue diseñado el dinero desde su invención por los comerciantes fenicios de la antigüedad pre cristiana.

Esta visión torcida del dinero como una mercancía y de considerar el quehacer económico únicamente desde su perspectiva financiera, fue impuesta tardíamente en la historia por los centros de poder económico internacional de su tiempo (renacimiento mediterráneo y colonialismo decimonónico), dado que les permitía a los “Barones del dinero”, y a sus socios del poder político en las metrópolis manipular las economías de sus colonias, sistema que ha perdurado y aún rige la economía y la política mundial, ya se trate de países hegemónicos (quienes lo impusieron), de países en vías de desarrollo o de los periféricos, que lo sufren y son víctimas de esta forma de explotación financiera.

Esta manera de manejar el quehacer económico y político convenientemente distorsionado e impuesto a favor de las élites financieras, con el tiempo se convirtió en los “usos y costumbres” que actualmente parecen haber permeado profundamente en la mentalidad de quienes deciden el destino de los pueblos como funcionarios gubernamentales, así como la visión de los representantes y líderes populares, corrompiendo la mística de servicio y confundiendo la tarea del servidor público, con la del comerciante que solo busca hacer negocio y obtener ganancias.

Actualmente los dirigentes políticos y servidores públicos bajo la doctrina neoliberal piensan como empresarios y pretenden actuar como tales, mutación psicológica que se confirma observando las privatizaciones de los servicios públicos, ignorando perversamente que éstos son fundamentales y estratégicos, e indeclinables del gobierno, y que por constituir servicios públicos sin fines de lucro, solo se debiera cobrar a los usuarios su costo de recuperación, ya que no deben constituir negocios privados, ni provienen de organizaciones con fines de lucro, como tampoco es función de los gobiernos la búsqueda de ganancias, como actualmente está sucediendo con los servicios de agua potable y drenaje, así como con los “parquímetros” en la ciudad de Veracruz, de igual manera sucede con las carreteras y los ferrocarriles, con los puentes de peaje, los puertos marítimos, los aeropuertos, los servicios de seguridad vial y de tránsito, etc. etc., que han sido convertidos en negocios privados para beneficiar a socios, amigos, familiares, o compadres de los políticos que otorgan dichas concesiones, a pesar de saber que ya convertidas en negocios privados encarecerán el precio por dichos servicios, que como ya se anotó previamente, son indispensables y estratégicos para la existencia misma de una sociedad organizada.

Lo anteriormente descrito sumado a la visión convenenciera y corrupta de los políticos, y de sus cómplices infiltrados en la administración pública desde las últimas décadas del pasado siglo, siguen entregando,, “de facto” más no “de jure”, el quehacer de gobernar a la iniciativa privada (llámense empresarios, comerciantes, o barones del dinero), al delegarles una responsabilidad constitucional que no les corresponde, como son los actos de gobierno y el ejercicio del poder, e instalando de manera oficiosa como norma toral las inconstitucionales “leyes del mercado”, que subordinan y debilitan el acto mismo de gobernar, dadas las imperfecciones que lo envician y corrompen con la presencia activa de los monopolios.

Los apologistas del neoliberalismo pretenden sostener esta doctrina partiendo de la utopía de son capaces de volver perfecto el mercado desapareciendo a los monopolios (lastre engendrado por la codicia e inherente a ella, que históricamente ha acompañado a toda forma de capitalismo), pero ya sea que realmente lo crean o simplemente lo declaran aviesamente para lograr sus fines, sigue siendo utópica la distribución equitativa de la riqueza y el alcanzar la justicia social bajo un esquema neoliberal.

La experiencia histórica y la realidad actual evidencian lo contrario, ya que los efectos del neoliberalismo en nuestros días han provocado una mayor concentración de la riqueza en cada vez menos manos (el 2% de la población mundial posee más del 90% de la riqueza total existente), así como la destrucción del tejido social debido a la imperfección del mercado, sin que existan visos ni voluntad política de modificarlo.

El valor supremo del “Neo Liberalismo”, sigue siendo la obtención del mayor lucro posible, por encima del desarrollo del ser humano o del respeto a la naturaleza, dado que su valor supremo es el dinero, y ha logrado reducir al hombre de su calidad de ser humano, desnaturalizándolo hasta convertirlo en una pieza más en el proceso de producción-consumo, y subordinado a los factores que rigen el mercado, que sigue siendo  imperfecto desde sus raíces y en su naturaleza, distorsionada bajo el control monopólico que lo degrada.

Los apologistas del libre mercado y apóstoles del neoliberalismo extremo, cegados por el afán del mayor lucro posible, son incapaces de visualizar las consecuencias negativas de su implementación, y persisten en minimizar al máximo las funciones del poder estatal, así como su intervención en el proceso económico para frenar la existencia y el abuso de los monopolios, orientándolo hacia el bien común, objetivo superior que origina la existencia del estado y de cualquier forma de gobierno.

En la visión neoliberal el estado debe reducirse al máximo como institución, delegando el máximo posible de sus funciones al sector privado, hasta que se convierta en simple observador del proceso económico y mantenerse como guardián protector de este sistema, en razón de que “las leyes del libre mercado” por sí solas y a través de la oferta y la demanda se encargarán de regular todo.

En su argumentación los apologistas neoliberales extremos ocultan maliciosamente que el “adelgazamiento” gubernamental que pretenden imponer, provoca un vacío de poder que inmediatamente ellos ocuparían, donde los monopolios como poderes fácticos, se encargarían de acomodar la estructura del estado para su beneficio,  operando a la sombra y simulando obediencia a un poder político que sería “virtual”, instalándose así una plutocracia cleptómana en la que ya no habría necesidad de operar en la penumbra, “para guardar las formas”, y simulando como lo han venido haciendo hasta la fecha como poderes fácticos, y convirtiendo al acto de gobernar en un negocio, como cualquier quehacer empresarial sin compromiso alguno con el bienestar general de la población.

Dentro de esta lógica neoliberal los servicios gubernamentales a la comunidad deben convertirse en florecientes empresas privadas de carácter comercial, tal y como ya está sucediendo en algunos sectores de los servicios públicos gubernamentales, mientras que los usuarios (ciudadanía y pueblo en general), deben ser considerados únicamente como clientes pasivos del negocio estatal, aunque en los hechos serían víctimas cautivas de la empresa (negocio) de gobierno.

Retomando lo anterior como modelo para aplicarlo a un ejercicio de imaginación proyectiva y neoliberal extrema, con el fin de visualizar un escenario posible de México en el futuro, de consolidarse el neoliberalismo como sistema político económico y social, lógicamente encontraríamos muchos tipos de privatizaciones posibles dentro de la estructura institucional.

Siguiendo la lógica de adelgazamiento institucional del gobierno, encontraríamos  desaparecida la secretaría de hacienda, cuyas funciones fueron a un despacho contable privado; De la misma manera se prescindió de la suprema corte de justicia, que fue privatizada y su función encomendada a un bufete de abogados, encontramos que también se delegó la defensa de la soberanía de la nación a varias mpresas privadas especialistas en “alta seguridad territorial” que administra los servicios militares con ejércitos privados y marinos de guerra mercenarios (tal situación existió en el medievo feudal, y en el renacimiento), al desaparecer a las instituciones castrenses (defensa y marina); De igual forma, ya encarrerados y con amplia experiencia en privatizaciones de entes gubernamentales, tienen en la mira a otras instituciones gubernamentales que debido a su naturaleza redituable económicamente, son apropiadas para ser convertirlas en empresas privadas con alto rendimiento lucrativo, como sería el Banco de México (por
citar al más redituable), así como otras dependencias ya listas y a la espera de privatización..... ¿Qué tipo de país sería México y que condiciones acarrearía para la población, en caso de que ese futuro nos alcanzara?..... el escenario lo dejamos a su  imaginación querido lector.

En este panorama neoliberal extremo descrito, donde al parecer nos pretenden encaminar los apologistas neoliberales, la búsqueda del bien común como razón que justifica y legitima la existencia misma de los estados nacionales y de los gobiernos, ya no existiría, como tampoco proyecto de nación alguno, dado que el devenir del país y de la sociedad se rige únicamente por unas supuestas e intangibles leyes del mercado, que de acuerdo a su particular lógica neoliberal, crearían en su lugar una economía de casino, así como la mercantilización absoluta de todo.

Bajo esta doctrina los gobiernos se deslindan del bienestar general y del combate a la pobreza, mismos que quedan sujetos al vaivén de esas intangibles “Leyes del mercado”, régimen económico-social que extendería la pobreza hasta límites extremos (como ya está sucediendo en donde ha sido impuesto).

Dentro de este panorama la democracia se convierte en un proceso de simulaciones, dado que el voto (del que depende el futuro de los pueblos), de las mayorías en condiciones de pobreza y extrema necesidad, es fácilmente susceptible de ser traficado e por abalorios, creando situaciones insostenibles de protesta social, además de ser el mejor caldo de cultivo para revoluciones sociales, así como para la aparición espontánea de mesías y demagogos, quienes como populistas aprovechan el hartazgo de los explotados como oportunidad para hacerse del poder, utilizando retóricas delirantes de odio y de destrucción, y prometiendo paraísos inalcanzables, que históricamente se han convertido en tiranías despóticas y en fascismos populistas, como ya sucedió con Hitler en Alemania , Mussolini en Italia, y Stalin en la extinta URSS, por citar los ejemplos más recientes e históricamente más renombrados.

Aquí cabe preguntarse.... ¿Cuál sería el límite que puede alcanzar el neoliberalismo extremo?..... ¿Acaso la extinción de los gobiernos y el surgimiento de los países como empresas privadas?.... Esta pregunta nos recuerda la experiencia, no tan lejana en la historia de la humanidad, de una nación administrada como empresa privada que existió en África hace alrededor de cien años...... se le llamó Congo Belga.

Como dato curioso y complemento de este ensayo, es sorprendente encontrar que el neoliberalismo extremo, como doctrina que busca la extinción del gobierno como poder regulador y administrador de un país desde una perspectiva post capitalista, coincide en sus fines con una doctrina que podría ser su antípoda, el anarquismo cuyo lema supremo es la eliminación absoluta del poder (¿Ni Dios, ni amo!... reza su lema supremo), solo que esta doctrina ácrata pretende la desaparición del poder del estado desde una perspectiva socialista extrema, como lo es el también llamado “comunismo libertario”..... opuesto absoluto al sistema capitalista extremo, como es el Neo liberalismo.

Lo trágico para ambas doctrinas es que padecen del mismo mal endémico, que tácitamente las convierte en utópicas por inalcanzables.... ambas fracasaron en los intentos por establecerlas..... El neoliberalismo porque requiere de la existencia de un “Mercado Perfecto”, que es inexistente en tanto haya monopolios...... Y el anarquismo porque requiere para establecerse y perdurar, de una sociedad compuesta (en su totalidad), por hombres plenos de filantropía y carentes de ambiciones de poder y de riquezas (“Santos Laicos” ), que son inexistentes en esta etapa evolutiva de la humanidad.



JMRS
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