Policrato Philodemos
¿Servicios públicos estratégicos o negocios privados?
Almte. Manuel Rodríguez Gordillo
"Un gobierno debe buscar el bienestar común y la permanencia del estado....
Un comerciante o financiero hace viable su empresa a través del lucro....
ambas entidades difieren en sus premisas y no son intercambiables"
"La seguridad nacional como dilema neoliberal"
Desde el último tercio del siglo pasado al adoptarse las doctrinas neoliberales como normas político – económicas en la mayoría de los países del mundo occidental, se impuso también una política privatizadora de los servicios y empresas de estado, que no tan solo adelgazaron el tamaño de las administraciones gubernamentales, sino que en muchos casos constituyeron verdaderas entregas de la riqueza pública a intereses privados para que los manejen como empresas particulares, que necesariamente y de acuerdo a su naturaleza buscan obtener el mayor lucro posible, esto es, tener una ganancia económica administrando dicho servicio público, que por su carácter estratégico debe ser tarea del estado, por ser el guardián indeclinable del bienestar general de la comunidad que gobierna.
Dentro de esta tendencia privatizadora se están incluyendo los servicios que son indispensables para la existencia misma de una comunidad humana organizada y sustentable, esto es, los bienes y servicios de naturaleza estratégica sin los cuales sería imposible la sobrevivencia y organización de una comunidad humana, como son el de agua potable y drenaje, los servicios de seguridad ciudadana, los de transporte público, por señalar los más importantes, que por ser estratégicas su administración debe ser un ejercicio de carácter indeclinable para los gobiernos.
Como premisa fundamental de este análisis es necesario señalar la diferencia existente entre un “Servicio público” administrado por el gobierno, y el “Servicio al público” que desarrolla una empresa privada, aunque ambos pueden o tengan que desarrollar el mismo trabajo.
En el primer caso un “Servicio público” administrado por el estado no busca ningún lucro y los costos al consumidor son únicamente “cuotas de recuperación” para cubrir salarios del personal involucrado, y el precio de insumos y logística empleada en dicho servicio.
En el caso de una empresa privada el costo al consumidor, es notablemente más elevado, ya que a los insumos descritos anteriormente se les añade el costo financiero de la empresa y la ganancia, esta última establecida a criterio del inversionista y/o empresario, cuyo monto siempre será el máximo posible, cuyo límite superior se derivará de acuerdo con las leyes de la oferta y la demanda de los servicios entregados al público, pero siempre a un precio considerablemente superior al que proporciona una empresa del estado, diferencia que repercutirá y se hará sentir en los bolsillo del consumidor y en la calidad de vida de la comunidad en general, con el agravante de que de esta manera se convierte en cliente cautivo de un monopolio privado, además de un factor que debilita la seguridad nacional.
Quienes comulgan con los dogmas del neoliberalismo generalmente argumentan que las empresas privadas son mas eficientes que las del estado, lo cual puede ser cierto si se admite que la lenidad y la corrupción necesariamente acompañan a todas las formas de gobernar, ocultando convenientemente que dichos comportamientos son susceptibles de evitarse, de la misma manera como lo hacen las empresas privadas estableciendo normas y conductas para el control de sus operaciones.
Como colofón a lo señalado en los párrafos anteriores, no es óbice señalar también que por las mismas razones aducidas en el presente escrito, en el “Derecho positivo mexicano”, las aguas (mares, lagos, ríos, y subterráneas), son propiedad de la nación, por lo que el estado es el único que determina su conservación y reglamenta su uso y aprovechamiento, de modo que sea un recurso para beneficio de todos los mexicanos, y no un bien que pueda ser privatizado para servir a intereses particulares ajenos al bien común.
JMRS