Para Reflexionar en Serio
La parábola del rico insensato
Por Pr. Jair Sánchez O.
Lucas 12:13-21
Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?
Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.
También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?
Así es el que hace para sí tesoro, la región, y todo puede estar influenciado por el enorme deseo del corazón del hombre de tener un bienestar físico y espiritual para sentirse con estabilidad para la vida. Las implicaciones para obtener las riquezas materiales, pueden pasar por preparación, educación, gran entusiasmo, decepción, un intento por hacer las cosas mejor, buscar ayuda en otras personas que son “exitosas”, porque el obtener cierta estabilidad económica pudiera dar la sensación de confianza en lo que hemos logrado.
El decir que la verdadera bendición de Dios es la abundancia de los bienes materiales, esta lejos de las enseñanzas de Jesús cuando estuvo aquí en la tierra en forma corporal, Él nos hizo varios llamados de advertencia sobre el tema, muy a pesar que con el pasar del tiempo, esta enseñanza se ha tergiversado con tanta fuerza que ha afectado sustancialmente la vida de muchos cristianos al estar confundidos o momentáneamente se desvían de lo que realmente significa la verdadera riqueza. No podemos perder de vista lo que dice en Jeremías 17:9 “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”, pues si no tenemos claro esto en nuestra mente fácilmente comenzamos a confiar en el corazón, y finalmente nos sentimos tan vacío, ya que seguimos buscando y buscando, y no hallamos lo que realmente necesita nuestra alma.
En este ensayo trataremos sobre lo que significa la verdadera riqueza para nuestras vidas, nuestro tesoro más preciado, de igual forma miraremos las implicaciones que trae para el hombre estar bajo el dominio del pecado de la avaricia.
¿Qué dice el pasaje?
En la cita mencionada vemos a Jesús predicando, y es interrumpido por un hombre que quería resolver una situación familiar, que tenia que ver con un tema económico, el hombre ve al maestro como un juez que puede ayudar a destrabar el problema que era muy importante para esta persona, ya que estaba interesado que le dieran la parte de su herencia, pero Jesús le responde con una pregunta de manera tal que le sorprende, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor ?, e inmediatamente enseña y exhorta a que se guarden de toda avaricia.
Posteriormente comparte una parábola que trata sobre un hombre rico que le ha ido bien en sus cosechas, por lo tanto ha aumentado sus bienes, y necesita almacenarlos, planea derrumbar los que tiene y construir uno más grande, y almacenar el producto de toda su siembra, y piensa que tiene muchos bienes almacenados para muchos años, los cuales puede disfrutar reposado, comiendo y bebiendo, pero Dios le reprende y le dice que ese mismo día morirá y que su familia obtendrá esas riquezas materiales.
¿Que significa el pasaje en su contexto histórico Original?
Jesús estaba enseñando a los oyentes, que no colocaran la mirada en las cosas terrenales. Que la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee, y se referencia a la avaricia. La avaricia en el griego es “pleonexia”, y significa deseo de tener más y más con respecto a la malo. El corazón del hombre se había desviado a confiar en sus riquezas terrenales, también los vemos Mateo 6:24, cuando Jesús dice: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”, en el original la palabra riqueza se refiere a la palabra Mamón, y significa confiar en el dios de las riquezas, y hace alusión a poner la confianza en las riquezas materiales, por lo tanto dice la cita que no podemos amar a Dios y a Mamón, ya que aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro, es decir, son excluyentes, no se puede tener a Dios, y a Mamón al tiempo.
¿Que Significa el pasaje hoy?
Esta misma enseñanza es la misma para nuestro días, e inclusive el tener el dinero como a un dios hace que las personas se olviden de Dios, y esto fue lo que le sucedió a este hombre que quería que le dieran su herencia, pues su corazón había sido atrapado por la avaricia, ya que quería tener más y más dinero, para disfrutar de la vida los años venideros, por su insensatez le trajo condenación a su alma.
Y finalmente Jesús les dice: ”Así les pasa a todos los que amontonan riquezas para sí mismos. Se creen muy ricos pero, en realidad, ante Dios son pobres”.
Si pensamos que la vida en la tierra es solamente para amontonar riquezas, nos puede pasar como el rico insensato, y posiblemente no estaremos un minuto más aquí en la tierra, por eso hay que reflexionar de esta parábola para saber donde se sitúa nuestro corazón y a donde esta mirando. La misericordia de Dios es tan grande que muchas veces no la vemos, y podemos dejarnos enredar por doctrinas de demonios, sino le pedimos a Dios ayuda con su Santo Espíritu para mostrarnos en la Escritura lo que realmente significa la verdadera riqueza.
Cuando Dios nos ve pobre, realmente somos ricos en misericordia y lo podemos ver en Apocalipsis 2:9 “Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás”, por tal razón la verdadera riqueza es confiar en Dios, es Dios, y no debemos buscar más allá, de lo que Él significa para rescatar nuestra vida. Dios satisface todo lo que mi alma pudiera necesitar, las riquezas más grande del mundo no puede llenar o comprar el vacío del corazón del hombre, vemos muchos casos donde algunas personas millonarias las han encontrado en su hogar muertos porque se han suicidado, artista famosos con depresión, vemos estos casos en el mundo, ¿el dinero los hizo feliz?, No, y a veces no reflexionamos sobre ello. El mundo esta afanado por las riquezas materiales, no podemos estar en el mismo pensamiento con los que no conocen a Dios.
Escuchamos a ciertos predicadores poner de ejemplo a Salomón que fue muy rico en cosas materiales, y motivan a los creyentes a anhelar riquezas materiales, pero recuerden que él, Salomón, no le pidió riquezas materiales a Dios, le pidió sabiduría, pero Dios le regalo sabiduría y también riquezas materiales, pero su vida comenzó a frustrarse con el pasar del tiempo, por los pecados que cometió, pero él finalmente reflexionó, como vemos al final en el libro de Eclesiastés 12:13-14, Salomón dice “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala”.
Otro ejemplo, es la vida de Moisés en hebreos 11:24-26, nos cita que “hecho grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón”, pues no le importaba sufrir en el desierto, puesto que sabia que estaba con Dios, muchas veces no se piensa que un Dios todopoderoso pueda permitir que los cristianos sufran, pero siempre hay una enseñanza encaminada al carácter del cristiano que realmente este dispuesto a seguir a Cristo. Cuando Jesús le dijo a las multitudes en Mateo 14:26-27,“Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo”, les estaba diciendo que seguir a Jesús es más importante que su vida, su familia, las cosas que amas, y estar dispuesto a tomar la cruz, es saber y entender para que sirven las cruces, las cruces no son para llevar cargas, son para morir en ellas, y algunos en el camino al llegar a la meta que tenemos en el cielo, posiblemente perderán su vida terrenal por amor a Cristo, esto no es fácil de entenderlo a menos que Dios obre en el corazón del hombre y nos llene de su inmenso y misericordioso amor.
Cuando Dios nos demanda que nuestra vida es vivir para Cristo, debemos olvidarnos de las cosas que aman los que no conocen a Dios, e inclusive puede haber disensiones entre la familia por causa del amor a Dios, aunque parezca paradójico.
¿Qué hago sobre lo que dice el mensaje?
Antes de concluir debemos tener varios puntos en concreto:
¿ Quien ó que es nuestro tesoro ?
La escritura dice en Mateo 13:44:
“Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo”, eso significa que cuando Dios con su gracia toca nuestras vidas y el Espíritu Santo nos convence de pecado, justicia y de juicio, Jesucristo comienza a morar en vuestros corazón , y hace que Él sea nuestro tesorero más preciado, que nada pudiera compararse con tener a Jesús como nuestro Señor y Salvador para nuestra alma.
¿ Donde esta mi corazón ?
La escritura nos dice Mateo 6:19-21:
“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. Ya que el ser humano nace con la naturaleza pecaminosa, ya que su propia concupiscencia lo lleva a tener la mente puesta en lo que necesita su carne para sentirse “bien” o a “gusto”, lo cual termina en corrupción y muerte.
El cristiano para llevar una vida piadosa no puede hacerlo con su propio esfuerzo, necesita de Dios, ya que del corazón del hombre salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias (Mateo 15:19), por lo tanto no basta con tener buenas intenciones o un deseo efímero de cambiar con nuestros fuerzas, debemos llegar al quebrantamiento. Es importante que el Espíritu Santo comience a santificar la vida del creyente, creciendo en la gracia del Señor Jesús, y dar los frutos que realmente le agradan a Dios. Es fácil para el hombre desviarse en el camino, pues esta muy pendiente de las cosas materiales de este mundo, pero cuando hay una profunda pasión de humillarse ante su presencia, todo lo que distrae nuestra atención al Señor, comienza a ser basura, ya que Jesús comienza a ser el tesoro más preciado del creyente.
Cada día debemos anhelar su presencia, pues Dios nos ayudaa seguir a la meta, a tener la mirada puesta en el galardón en los cielos, despojándonos de todo peso del pecado que nos asedia, y no sentirnos culpables, pues al ser justificados por medio de la fe en nuestro Señor Jesucristo, somos declarados justos ante Dios, pero viviremos por fe, y no vivir atado a los recuerdos de nuestra vida cuando vivíamos en los deleites del mundo. Debemos reflexionar en nuestro corazón que somos una nueva criatura, y para ello necesitamos de la ayuda de nuestro Dios por medio de su Santo Espíritu.
El anhelar el gozo en nuestro Señor Jesucristo hace que Dios se goce en esa posición del corazón del hombre, ya que en medio de las dificultades, las cuales prueban nuestro carácter nos ayudan a confiar más en Dios, y no en nuestras capacidades intelectuales.
¿En quien confió para suplir mis necesidades como comida y vestido?
La escritura dice en Mateo 6:31-33:
“No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”, pues caemos fácilmente en el afán de los gentiles, es decir, de los que no conocen a Dios, su afán son las preocupaciones de la vida terrenal, no tienen un Padre Celestial en quien confiar, por consiguiente la línea es tan delgada que podemos pasar los limites y estar en ese terreno temporalmente, debemos discernirlo espiritualmente, y pedirle la ayuda a Dios para que estas dificultades de comida y vestidos no nos desvíen del propósito de cada creyente que quiere agradar a nuestro Señor.
El buscar primeramente el reino de Dios es entender y reconocer que nuestra vida, ya no pertenece a nosotros mismo sino a Dios, pues no podemos pasar por alto la liberación que Cristo produjo en su muerte en la cruz, y su resurrección, para pasar de una vida pasada llena del enseñoramiento del pecado en nosotros a una vida llena de la luz de Dios. La Escritura nos llama a escudriñar, aprender, conocer, reflexionar cuando la leemos, por tal razón no debemos tomarlo de la misma forma que leemos el periódico, pues la Escritura es la palabra de Dios que necesita nuestra alma para vivir eternamente, ya que fácil perdemos este enfoque, porque pensamos que podemos controlar el corazón y ahí es donde fallamos, y puede llegar una enorme culpabilidad por no creer que en Jesús a perdonado todos nuestros pecados.
Dios sabe de que cosas tenemos necesidad, pero eso no significa que no debemos orar, el problema pasa es que en la mayoría de los casos pedimos mal, como lo dice en Santiago 4:3, que : “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”, y nos frustramos pensando que lo que pedimos lo necesitamos urgentemente, pero Dios que conoce nuestro corazones, no le podemos mentir, y Él sabe de que cosas realmente tenemos necesidad. En muchas oportunidad Dios detiene algo que le estamos pidiendo, para que no desviemos nuestra vista en aquel que es digno de toda alabanza, es decir, de Dios, y no lo vemos, simplemente nos angustiamos, nos preocupamos, nos airamos, pero Dios que es rico en misericordia nos dice “No os afanéis” .
¿Estoy dispuesto a compartir mis bienes para la gloria de Dios?
En varias citas en la Biblia se nos llama como cristianos a compartir nuestros bienes, es más cuando a Juan El Bautista las multitudes le preguntaban, ¿Qué dices pues que hagamos?, y dice “El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo”, ya Juan estaba preparando el camino para las enseñanzas de Jesús, pues no podemos amar a Dios y no amar a nuestro prójimo. Esto es precisamente lo que la Biblia nos llama hacer con nuestros hermanos en Cristo, como dice Santiago 2:19: “Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras”, pues no podemos decir que amamos a Dios y no guardamos su palabra, porque el que ama a Dios cumple sus mandamientos. No basta solo con creer, pues los demonios también creen en Dios y le temen, pero que no hacen los demonios, ayudar a los necesitado, y hacerlo con amor, pues existe una cita en los corintios en la cual se puede entregar todos los bienes, y ser quemado vivo, y no tener amor, y se encuentra en 1ra Corintios 13:3, y dice : “Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve”.
Dios quiere que glorifiquemos su santo nombre, y cuando tu ayudas a un hermano necesitado con amor, estas guardando su palabra, y Dios se pone gozoso de ese acto de confianza en Dios. Si comenzamos ayudar a la personas necesitadas simplemente para que nos vean en la iglesia y dar la apariencia de piedad, perdemos el tiempo. Necesitamos de Dios para que nos llene de su amor, porque el amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; y no podemos llegar a este punto solo con nuestros propios esfuerzo y sabiduría.
El quebrantamiento de nuestra alma a Dios, nos ayuda a que podamos orar por los hermanos necesitados, y amarlos de verdad, y perder de vista que si ayudamos a los hermanos, Dios tiene la obligación de bendecirnos económicamente, porque en otras palabras yo le hice un favor a Dios, pues no, no debemos pensar de esta manera, ya que el conocer a Dios ha sido por su inmensa misericordia y gracia soberana, y no porque merecemos las cosas por nuestra vida de aparente rectitud.
JMRS