La Visión del Bucanero
El honorable delincuente encubierto
Grumete Exigente
Podría llamarse el “delincuente ocasional”, quiénes se manejan como personas honorables, pero se descubren ante ciertas situaciones, por ejemplo:
Siendo acreedor de una multa de transito, trata de llegar a un acuerdo con el agente, propiciando una negociación al través de una dadiva, en la cual se sobaja, viola su integridad y expone su dignidad, creyendo que sigue siendo honorable sin darse cuenta que está entrando al ámbito de la delincuencia.
Al estacionarse en doble fila, consigue el permiso del agente, entregando una dadiva que le permite violar la norma respectiva.
Al cruzar la calle lo hace por el centro de la misma para no caminar hasta la esquina, por donde está establecido y se puede cruzar con seguridad.
Compra DVDs piratas porque los compactos originales son muy caros debido al pago de derechos de autor, prefiriendo fomentar el Crimen Organizado a pesar del mal ejemplo que les da a sus familiares, comportándose como un delincuente.
En vez de pagar como vienen las facturas de pago de predial y consumo de agua, trata de conseguir una rebaja con los coyotes de esas dependencias, aceptando la comisión pactada por los servicios del Crimen Organizado.
En cualquier trámite de pago de derechos e impuestos, entrega una dadiva (sin que se lo pidan) por el trato recibido, creyendo que está haciendo un bien, cuando está condicionando al empleado a comportarse como delincuente.
Cuando recibe por equivocación, una cantidad mayor en el cambio (vuelto) por el pago de algún servicio o de una compra, se queda con el dinero que no le corresponde.
Cuando el cajero estrella (por cierto muy amable) avisa a su cómplice externo del cobro de alguna cantidad considerable para crear (asaltar) una víctima. Ambos son delincuentes.
El encumbrado hombre de negocios que arenga a los miembros de su Club para solidarizarlos en actividades de comportamiento ético y por otro lado, a fin de que sus empresas sigan operando (fuera de la ley), corrompe o se deja corromper con dadivas ofrecidas o exigidas a/por visitadores del gobierno que revisan periódicamente la vigencia de los permisos de funcionamiento.
Las siguientes situaciones las originan cínicamente los delincuentes menos ocasionales y son propias de los “Delincuentes frecuentes” que usan el poder que les confiere la sociedad en el cargo que ostentan.
La mayoría de los funcionarios públicos, encargados de dar un buen servicio al público, exige a sus empleados una cuota por el cobro discreto y generalizado de favores a los usuarios.
El Legislador, Notario, Juez, Director que como funcionario finge ser honorable, pero: miente, manipula, para hacerse de lo ajeno o de lo que le pertenece a la nación, dañando el patrimonio del ciudadano, su seguridad personal, su desarrollo y su futuro. ¿También podría ser considerado traidor?
El dueño del negocio que vende lo que sea (huevo, naranja, aguacate, fresa, etc.) que diferencia el precio por kilogramo, dependiendo del tamaño de la pieza; el comerciante que aumenta el precio por calidad, mezclando mañosamente piezas de baja calidad.
El comerciante que publicita su mercancía o su servicio, engañando al usuario con supuestas cualidades que el producto o servicio no tiene. Sorprenden, actuando como delincuentes.
Estas actitudes son parte de la carrera del delincuente, debido a que las autoridades morales de la sociedad han aceptado que se degraden los valores humanos con una interpretación convenienciera, al grado de: lo que antes era actuar en forma honorable, ahora es actuar fuera de contexto; lo que antes era respetar las normas, ahora es aprovechar las circunstancias; lo que antes era robo, ahora no importa porque se lo merece o se lo ha ganado; lo que antes era asesinato, ahora es ajuste de cuentas; lo que antes era acordar en bien de todos, ahora es negociar con ventaja; lo que antes era ser encontrado inocente, ahora es habilidad de la defensa para comprar la justicia, lo que antes era amenazar, amedrentar, ahora es perseguir, y así en casi todas las actividades cotidianas, en las cuales se han matizado los conceptos éticos. La corrupción genera delincuencia y viceversa.
La mayoría de esta gente, piensa que con su actitud:
• Se adapta a las circunstancias, haciendo honor al dicho: a donde fueres haz lo que vieres. Aprovécha.
• Se aceptan las desviaciones a la ética (mentir, robar, simular, matar, engañar, etc.) en la trayectoria mediática del dirigente populista, porque reparte o favorece.
• Se premia al que presta un servicio, aunque la condición del puesto sea hacer bien el trabajo: no importa que robe, por lo que hizo se lo merece. Así empezaron los primeros gobernantes.
• Se obtiene del servidor público lo que está prohibido, al través de un soborno: el que no tranza, no avanza.
• Se aprovecha el desorden y la falta de control para robar y repartir: sé agradecer la oportunidad que me dieron.
• Se distribuye la riqueza: hoy me roban a mí, mañana me toca robar. ¡Qué estupidez!
• Se actúa según la recomendación de nefasto presidente: en México, la solución en este país, debe ser a la mexicana.
• Se reconoce la cruda realidad, pero: voy a cambiar, hasta que cambien los demás.
Ante este panorama, es incongruente pensar en una moralización por convencimiento propio, que pudiera retomar y respetar los verdaderos valores universales, si la gran mayoría ha estado expuesta durante años a una corrupta y eficiente culturización, llevada a cabo por los delincuentes que ostentan el poder. Quiénes han provocado el entorno caótico existente, distrayendo con eficiencia la conciencia del individuo a fin de mermar: la firmeza, la templanza, la fortaleza y la voluntad del pueblo para protegerse de esa delincuencia, impidiéndole salir del camino donde se encuentra e interrumpir la influencia gubernamental que lo ha estado transformando en otro delincuente.
La mayoría de la sociedad espera que las situaciones adversas se terminen por sí mismas, después de un periodo, pues: no hay mal que dure cien años, ni bobo que lo soporte. Pero nadie está dispuesto ni convencido de tener que luchar contra el cáncer del sistema político que ha capturado al país, al grado que para muchos:
Ya no importa el futuro de la familia.
Hay que prepararse para vivir dentro de un entorno inseguro.
Los hijos pequeños ya no pueden, ni quieren jugar en la calle y menos andar en bicicleta. Ahora están seguros, jugando con algún aparato electrónico, aunque se vuelvan fodongos.
Buscar el bienestar futuro es un asunto efímero, hay que olvidar las privaciones y el esfuerzo para vivir el ahora intensamente, haciendo lo que más gusta, sin planear, estudiar y/o trabajar.
El mercado pirata fue creado y fomentado por los políticos para beneficio de los pobres. ¿Creó delincuentes?
Los valores humanos nadie los conoce, las virtudes menos, se reafirman las carencias eligiendo dirigentes corruptos con la esperanza de que algo repartan o alguien encumbrado desee proyectar su imagen altruista, ofreciendo una limosna.
Los servicios públicos son cada vez más deficientes (siempre hay carencias de materiales y/o mano de obra capacitada), administrados por gente sin escrúpulos, sin vocación de servicio, ¿Qué pasaría si se privatizaran? El gobierno se desatendería del problema que nunca intentaron resolver. Seguro dañaría al usuario, pero no importa.
El crimen organizado favorece a los pobres, más de lo que favorecen los políticos, pues estos no quieren al pueblo pobre.
Las fuerzas policiales son tan corruptas como los dirigentes políticos que los pusieron en esos puestos, no se puede confiar en ellas. ¡Mejor, evadirlos!
Como necesitados, ya nos volvimos expertos en administrar la pobreza.
El pueblo se ha acostumbrando a irla pasando con lo que dejan de los programas de la SEDESOL y el Crimen Organizado.
Ante estas circunstancias, la Nación es un Estado fallido y todo lo que se emprenda: nuevas leyes, educación dirigida, nuevo sistema penal, profesionistas éticos, son patadas de ahogado de un grupo de seudo salvavidas de mentes vacías, nada confiables. La moralización de la sociedad y el buen ejemplo de los políticos, nunca se lograrán, ni se alcanzarán con los delincuentes que conocemos.
Seguimos esperando.
JMRS