Como Anillo al Dedo
Rusia, atenta a las grietas
XAVIER COLÁS | El Mundo
Si la actualidad geopolítica mundial fuese una ópera, EU sería un famoso y experimentado tenor haciendo mutis. Rusia, un barítono inmenso aunque mal colocado en el escenario. Y Europa, un coro de voces dirigidas por un francés y una alemana, aunque todos con libertad para saltarse partes de la partitura. Hay otros artistas entre bastidores que quieren hacerse oír con algún dueto en el coro de voces mundial, y es en torno al solitario y orondo tenor ruso donde cada vez hay más sitio.
El Movimiento Cinco Estrellas (M5S) italiano y la Liga han cerrado un programa de Gobierno que apunta a una revisión de los tratados europeos. Aunque confirman su pertenencia a la OTAN, abogan por una apertura a Rusia como "socio comercial y económico" y el levantamiento de las sanciones contra el régimen de Vladimir Putin. El líder ruso ve por fin una grieta abrirse camino justo donde se esperaba: el vértice mediterráneo. Lo pueblan países afectados por los últimos frenazos del turismo ruso y las contrasanciones a sus alimentos. Son naciones algo alejadas tanto del eje franco-alemán como de los problemas de seguridad de Ucrania o la frontera este. El populismo euroescéptico abre nuevas posibilidades de negocio en un país muy querido por los rusos desde hace siglos. Las fotos que Matteo Salvini, líder de la Liga, se hizo con Putin en sus múltiples viajes a Moscú cobran ahora plena actualidad.
Este mes Donald Trump ha dado un portazo a Irán abandonando el pacto nuclear. Y la Unión Europea ha dado otro a los Balcanes: Moscú toma nota. Rusia logró espantar a la OTAN del mar Negro con el conflicto de Ucrania en 2014 y 2015 y ahora se abren nuevas oportunidades para recuperar presencia en lo que fue Yugoslavia, otro viejo territorio socialista. Sobre todo en Serbia, pero también en Bosnia-Herzegovina, Albania, Montenegro y Kosovo, que llevan esperando décadas para entrar en la Unión Europea. La UE ha descartado más ampliaciones en la próxima década pese al temor a la creciente influencia rusa y turca en la zona.
La gran ampliación de la UE hacia el Este de 2004 (diez países, incluyendo a las tres ex repúblicas soviéticas Estonia, Letonia y Lituania) completada con los remates de 2007 y 2015, ha acrecentado el sentimiento de Rusia como 'fortaleza cercada'. Ver un muro de repúblicas -que un día fueron no soviéticas pero sí socialistas- abarcar desde el mar Egeo a los Alpes es una idea a la que Moscú siempre se opuso. Y donde ha podido ha jugado sus cartas, sobre todo en aquellos terrenos en los que la cercanía del idioma o la historia común ayudan. Serbia, por ejemplo, es un país 'atado' energéticamente a Moscú: importa el 90% de su gas desde Rusia, y cedió el control de su negocio petrolero a Gazprom Neft con la esperanza de ser incluida en nuevos proyectos energéticos. Allí donde Bruselas no dicte las pautas, habrá más margen para hacer negocio. Moscú es menos exigente, menos burocrático y más flexible que una UE cada vez más insegura e insolidaria.
El 'poder blando' ruso existe, y se ha manifestado rescatando por ejemplo el Estrella Roja, el equipo de fútbol serbio acosado siempre por las deudas. El simbolismo no se descuidó: fue justo durante la visita de Vladimir Putin a la capital serbia para la celebración el 70 aniversario de la Liberación de Belgrado de los nazis cuando se cerró la compra del Estrella Roja por Gazprom. La 'mano rusa' va de lo terrenal a lo divino, y es notable el uso de la confesión ortodoxa para conectar, por ejemplo, con las capas de la sociedad serbia que no aceptan que Belgrado ya no controle ya Kosovo, de mayoría musulmana. Los medios públicos rusos han reforzado su presencia en lengua serbia: la voz de Moscú se escucha y se lee alto y claro.
Merkel, a la que ayer Putin recibió en Sochi con un ramo de flores, también escuchó la potente voz de ese enorme tenor al que hace 10 años todos creían acabado. La 'espantada' de Trump del pacto nuclear con Irán deja a la UE y a muchas empresas en la estacada. Las compañías rusas tomarán la iniciativa. Y Merkel sabe que con un Trump 'intratable' ha llegado la hora de contar con Putin para que la pieza iraní no acabe en aria triste.
JMRS