Como Anillo al Dedo
Donald Trump, presidente de teflón
PABLO PARDO | El Mundo
¿Recuerda alguien cuando, hace 20 años, a Tony Blair le llamaban 'Teflon Tony'? El teflón es el material del que están hechas las sartenes. No se le pega nada. Como a Blair. Todos los escándalos o problemas de su gabinete, literalmente, le resbalaban. Su popularidad era, entonces, intocable.
Ahora, el hombre de teflón se llama Donald Trump. El presidente de Estados Unidos ha tenido un julio, por parafrasear a otro británico ilustre -la reina Isabel II- "horribilis". El fiscal especial del 'Rusiagate', Robert Mueller, ha procesado a doce altos mandos militares rusos -entre ellos tres coroneles- por actuar en las elecciones de 2016 en favor del presidente. La ciudadana rusa Maria Butina, cercana al clan Trump y a la Asociación Nacional del Rifle - uno de los principales grupos de apoyo del presidente- ha sido arrestada y acusada de espionaje en favor de Moscú. Trump ha tenido una rueda de prensa catastrófica con Vladimir Putin, en la que atacó a su propio país, y ha tenido que admitir, por primera vez en 19 meses en la Casa Blanca, que Rusia interfirió en las elecciones.
Todo eso forma parte de la definición de "cosas que un presidente de Estados Unidos no quiere que le pasen jamás".
Pero Trump no es un ser de este mundo político. Y ahí están las cifras. Según una encuesta del diario 'The Wall Street Journal' y la cadena de noticias 'NBC', su popularidad es del 45%, un punto más que en junio. La empresa de estudios demoscópicos Gallup ha detectado la tendencia contraria, pero también en dosis infinitesimales. Según sus sondeos, el apoyo a Trump en la semana del 16 al 22 de julio, en la que ocurrieron todas esas presuntas catástrofes políticas, solo cayó un punto porcentual, hasta el 42%. Es solo tres puntos menos que el récord de apoyo de Trump, alcanzado tras su cumbre con el dictador de Corea del Norte Kim Jong-un el 12 de junio.
En lo que va de año, el apoyo a Donald Trump está creciendo de forma lenta pero constante. Desde su mínimo del 36,8% en el cuarto trimestre de 2016, al 39,1% en el primero de este año, y al 41,9% en el segundo, según Gallup.
Evidentemente, ese 41,9% es muy bajo. Pero hay que tener en consideración que Trump ganó la Casa Blanca con el 46,1% de los votos, de modo que se puede argüir que, de cara a los comicios de 2020, solo necesita cinco puntos porcentuales más. Y no hay que olvidar que la popularidad de Barack Obama en la semana del 19 al 25 de julio de 2010 -cuando llevaba exactamente el mismo tiempo que Trump lleva en la Casa Blanca- era del 45%.
La buena marcha de la economía solo explica en una pequeña parte de esa moderada tendencia al alza de la popularidad de Donald Trump porque, con una tasa de paro ligeramente superior a la actual, Bill Clinton tenía una popularidad del 73% a finales de 1998, cuando ya había sido sometido a un voto de censura (el llamado 'impeachment') por la Cámara de Representantes por el escándalo de Monica Lewinski.
La clave es el apoyo sin fisuras a Trump entre los votantes republicanos. De los últimos siete presidentes de ese partido, solo uno era más popular en este momento de su mandato que el actual inquilino de la Casa Blanca entre los votantes que se definen como republicanos: George W. Bush, con un 96%, según el 'Wall Street Journal' y 'NBC'. Trump tiene el 88%. Y, al contrario de Bush 'junior', él no ha tenido la explosión de nacionalismo que siguió al 11-S.
De hecho, en EU hay dos maneras de ver la realidad política: la de los republicanos y la de los demás. Un ejemplo: el 51% de los estadounidenses cree que Vladimir Putin tiene información comprometedora de Trump, frente al 35% que opina lo contrario, según un sondeo de la Universidad Quinnipiac. Pero, entre los republicanos, el resultado es el opuesto: el 70% afirma que Trump no tiene ningún problema con Putin.
El 18% de republicanos que, según Quinnipiac, cree que Trump oculta algo con Rusia, está dispuesto a taparse la nariz y a votar por el presidente siempre que éste siga colocando a jueces conservadores en posiciones de poder en el sistema de Justicia, y continúe desmantelando la separación Iglesia-Estado. Porque el presidente tiene totalmente atornillado el apoyo de los conservadores sociales, y el llamado 'voto religioso'. Y no va a soltarlo.
Para muchos republicanos Trump es, literalmente, la reencarnación de Ciro, un rey de Babilonia del Antiguo Testamento que, pese a no pertenecer al Pueblo Elegido y ser un idólatra, llevó a cabo la obra de Yavé al permitir a los judíos volver a Israel y reconstruyó el Templo de Jerusalén. En Europa esa argumentación no tendría mucho peso. Pero, para los aproximadamente 40 millones de 'cristianos sionistas' de EU - que han contado entre sus filas a líderes sociales y políticos como Martin Luther King... o Mike Pence, el actual vicepresidente-, una visión muy específica de la religión va de la mano de la política. Trump será un hombre "con defectos", dicen sus seguidores. Pero su agenda es inmaculada. Así que todo le resbala.
Jamileth
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