Internacional - Política

John McCain, héroe de guerra, senador y candidato presidencial, murió a los 81 años

2018-08-26

De acuerdo con un comunicado de su oficina, McCain murió a las 16:28 hora local....

Robert D. McFadden, The New York Times

John S. McCain, el orgulloso aviador naval estadounidense que salió de entre las sombras de la desesperanza como prisionero de guerra en Vietnam y llegó hasta la cúspide del poder como congresista republicano y senador por Arizona, y fue dos veces candidato a la presidencia, murió este 25 de agosto en su hogar en Arizona. Tenía 81 años.

De acuerdo con un comunicado de su oficina, McCain murió a las 16:28 hora local. Sufría de un tumor cerebral maligno, llamado glioblastoma, por el que fue tratado de manera periódica con radiación y quimioterapia desde que se lo detectaron en 2017.

A pesar de su condición, hizo una dramática y fugaz aparición en el Senado para votar en contra del intento de su partido de revocar la Ley de Atención Médica Asequible. Sin embargo, aunque no le fue posible estar en el Senado para la votación de la propuesta republicana de ley sobre los impuestos, su apoyo fue crucial, aunque no decisivo, en el único triunfo legislativo del gobierno de Trump este año.

John Sidney McCain III nació el 29 de agosto de 1936 en la Base Naval Aérea de Coco Solo en la zona del canal de Panamá, uno de los muchos lugares en los que su padre, John Sidney McCain Jr., estuvo apostado durante una larga y reconocida carrera naval. Fue el segundo de los tres hijos que tuvieron su padre y su madre, Roberta Wright, una heredera petrolera de California. Sus padres se escaparon a Tijuana, México, donde se casaron en 1933.

Su padre y su abuelo fueron almirantes con el rango más alto y sus más grandes héroes. McCain llevó su prestigioso apellido al campo de batalla y a la lucha política durante más de medio siglo. Fue una epopeya impulsada por la ambición y los instintos conservadores de un militar astuto, con una rebeldía evidente desde la infancia y un temperamento que algunas veces se acercaba a la impulsividad.

Esas características de su personalidad se manifestaron en su máximo nivel en Vietnam, donde le quitaron todo menos su carácter. Debido a que su padre fue el comandante de todas las fuerzas estadounidenses en el Pacífico durante la mayoría de sus cinco años y medio de cautiverio, McCain, entonces capitán de corbeta de la Marina, se convirtió en el prisionero de guerra más famoso, una víctima de horrendas torturas y una herramienta de los propagandistas enemigos.

Fue derribado sobre Hanói, la capital de Vietnam. Eso lo dejó con los brazos rotos y una pierna despedazada. Lo sometieron a reclusión en solitario durante dos años y era golpeado frecuentemente. A menudo era suspendido en cuerdas que jalaban sus brazos detrás de él. Dos veces intentó suicidarse. Su peso disminuyó a 48 kilogramos. Rechazó la liberación temprana para conservar su honor y para evitar el impacto de la propaganda enemiga o arriesgarse a desmoralizar a sus compañeros prisioneros.

Finalmente, se rindió ante la tortura y firmó una “confesión”. Nadie la creyó, aunque él sintió la carga de traicionar a su país. Para millones de estadounidenses, McCain fue la personificación del valor: un héroe de guerra que regresó a casa en muletas, con daño psicológico y con el cuerpo, pero no el espíritu, en pedazos. Enfrentó tratamientos médicos largos y rehabilitación, pero quedó con una discapacidad permanente, imposibilitado a levantar sus brazos sobre su cabeza. Otras personas tenían que peinarlo.

Su madre, con amor por la carrera naval, inspiró su carrera política. Después de retirarse de la Marina y establecerse en Arizona, ganó dos periodos en la Cámara de Representantes, desde 1983 hasta 1987, y seis en el Senado. Fue un republicano durante la era Reagan, pero posteriormente pivoteó hacia la derecha o la izquierda; fue un rebelde que desafió a los líderes de su partido y se comprometió con los demócratas.

Perdió la nominación presidencial republicana de 2000 ante George W. Bush, quien llegó a la Casa Blanca.

En 2008, ante el escenario de una creciente crisis financiera, McCain realizó el movimiento más atrevido de su carrera política, al buscar la presidencia frente al primer candidato afroestadounidense nominado por uno de los principales partidos de Estados Unidos, Barack Obama. Con el reconocimiento nacional de su nombre, el haber sido parte de la reforma al financiamiento de los partidos y una reputación por su candidez —su autobús de campaña se llamaba el Expreso de la Conversación sin Rodeos— McCain ganó una serie de elecciones primarias y capturó la nominación republicana.

No obstante, la elección de Sarah Palin, en ese entonces gobernadora de Alaska, como su compañera de fórmula, probó ser una grave desventaja, a pesar de que intentaba ser un movimiento audaz y poco convencional. Palin fue la segunda mujer en ser nominada a la vicepresidencia por uno de los principales partidos estadounienses y la primera por parte de los republicanos. Sin embargo, a los electores les preocupó la experiencia de ella y la edad de McCain —a los 72 años se hubiera convertido en la persona con más edad en ser elegida como presidente de Estados Unidos—. En unas memorias de 2018, The Restless Wave: Good Times, Just Causes, Great Fights and Other Appreciations, defendió el desempeño de Palin en la campaña, pero expresó remordimiento por no haber elegido a Joseph I. Lieberman, un demócrata convertido en independiente, en lugar de Palin.

En algunos mítines de McCain, multitudes criticaban a las personas negras y musulmanas. En una ocasión, una mujer dijo que ella no confiaba en Obama porque era “un árabe”, y McCain, en uno de los momentos más aplaudidos de su campaña, respondió: “No, señora. Él es un hombre de familia decente, un ciudadano con el que simplemente tengo desacuerdos sobre temas fundamentales”.

Algunos analistas posteriormente dijeron que Obama había diseñado una campaña prácticamente perfecta. Y McCain se enfrentó a un ambiente político hostil para los republicanos, quienes fueron arrastrados a la derrota por los terribles índices de aprobación del presidente George W. Bush en medio de la crisis económica y la impopular guerra en Irak.



JMRS