Cuentas Claras
Fórmula contra el neoliberalismo
Por Martín Esparza | Revista Siempre
De la lista de mandatarios que estarán presentes en la toma de posesión del nuevo presidente de México, el próximo primero de diciembre, sobresale la figura de Evo Morales Ayma, el primer presidente indígena de Bolivia que en una década logró reducir en 50 por ciento los índices de pobreza en una nación antes devastada por la injusticia y la marginación, demostrando al mundo los beneficios sociales alcanzados tras suprimir el modelo neoliberal.
En el actual contexto de cambios por venir cobra especial importancia analizar el devenir económico, político y social del país sudamericano luego de que Evo Morales obtuviera el apoyo mayoritario de los bolivianos en las elecciones de 2005, derrotando con 54 por ciento de los votos alianzas donde se coaligaron la izquierda con la derecha, muy similares a las pactadas en los comicios de julio pasado en México.
El presidente indígena fue el candidato del MAS (Movimiento al Socialismo), y ganó las adhesiones del electorado porque desde el inicio de su campaña planteó un cambio de desarrollo económico diametralmente opuesto al modelo neoliberal, a la vez de un modelo político que pusiera fin a las discriminaciones, sobre todo de los grupos indígenas, garantizando sus derechos.
Antes de la llegada al poder del mandatario de origen indígena, a finales de los años noventa y principios del nuevo milenio, Bolivia enfrentaba una aguda crisis de desempleo y una preocupante desaceleración de su producto interno bruto (PIB). Organismos internacionales ubicaban en situación de pobreza a 64 por ciento de su población.
Los gobiernos que seguían a pie juntillas las recetas neoliberales mantenían la entrega de los hidrocarburos, recursos energéticos y otras riquezas naturales a trasnacionales que ante la “colaboración” oficial no dudaron en ir incluso por la privatización de los recursos hídricos, lo que motivó la llamada “Guerra del Agua”.
En abril del año 2000, todos los habitantes de la región de Cochabamba se alzaron en contra del proyecto privatizador hasta obligar a las autoridades a dar marcha atrás. Este movimiento nacional evidenció la falta de representación de los partidos políticos en favor de las causas sociales y fue uno de los antecedentes directos al fortalecimiento del MAS, que de ser una oposición regional se convirtió en un movimiento social que permeó todo el territorio boliviano. Este descontento y hartazgo a los partidos se extendió más allá de los grupos de campesinas e indígenas hasta llegar a las también golpeadas clases medias.
Instalado en la presidencia de Bolivia, Evo Morales pasó de las palabras a los hechos iniciando una serie de nacionalizaciones como la de los hidrocarburos, los complejos metalúrgicos, la electricidad, las telecomunicaciones y otros servicios básicos. Tras dar la posesión de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (Entel) a su gobierno, en 2008, Evo Morales declaró: “Con esta nacionalización se está avanzando en lograr que los servicios básicos —sean teléfono, agua o electricidad— no sean un negocio privado”. Y lanzó la proclama a los mandatarios de todo el mundo para que estos sean considerados “parte de los derechos humanos”.
No es casual que en la modesta nación del cono sur, la pobreza haya disminuido de 2005 a 2015, de 36.7 a 16.8 por ciento, y que bajaran las tarifas de la electricidad, el gas y otros servicios en beneficio de la población. En octubre de 2014, el presidente indígena ganó por tercera ocasión, con 60 por ciento de los votos, como una muestra indudable de que encontró la fórmula para revertir el voraz neoliberalismo.
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