Nacional - Economía
Planes para Pemex de López Obrador golpean confianza de tenedores de deuda
Por Stefanie Eschenbacher
CIUDAD DE MÉXICO (Reuters) - La declaración de guerra del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador contra el “neoliberalismo” económico ha sacudido a los tenedores de bonos de la estatal Pemex, alimentando su preocupación sobre el futuro de la gigante estatal altamente endeudada, que el mandatario ha prometido reanimar.
Agencias calificadoras y tres gestores de fondos -que tienen papeles de Pemex o que los vendieron recientemente- dijeron a Reuters que las propuestas del Gobierno de construir una nueva refinería para otorgarle al Estado un papel más importante en la industria petrolera podrían aumentar la presión.
La empresa más grande de México debe pagar casi un tercio de su deuda financiera de 106,000 millones de dólares en los próximos tres años. En las últimas semanas, Fitch y Moody’s manifestaron sus preocupaciones sobre esa deuda, la más alta entre las petroleras estatales de América Latina.
Shamaila Khan, directora de deuda de mercados emergentes de AllianceBernstein, que administra 550,000 millones de dólares en activos e invierte en Pemex, dijo que el mayor peligro que enfrenta la empresa es perder el grado de inversión.
“Se están moviendo en esa dirección”, dijo, citando los planes para construir una nueva refinería y llevar a Pemex a enfrentar más riesgos exploratorios.
Si Pemex pierde esa calificación, inversionistas -incluidos muchos fondos de pensiones y soberanos cuyos mandatos estipulan que deben tener activos de calidad de grado de inversión- podrían verse obligados a vender sus bonos, lo que podría generar dificultades para que la empresa obtenga nuevos fondos.
Pemex no respondió a una solicitud de comentarios. La secretaría de Hacienda declinó a hacerlos.
La petrolera, que tiene un pasivo laboral de 70,000 millones de dólares en una “reserva de beneficios a los empleados”, citó en su último informe trimestral como un riesgo las restricciones de liquidez que podrían dificultar el financiamiento en términos favorables, afectar la situación financiera y hasta la capacidad para pagar deuda.
También dijo que una baja de calificación adicional podría tener “consecuencias adversas” y admitió que los auditores externos indicaron en su dictamen que existen dudas sobre la capacidad de Pemex para continuar como negocio en marcha por las pérdidas netas recurrentes, su capital de trabajo y patrimonio negativos.
La secretaria de Energía, Rocío Nahle, dijo que Pemex fue arruinada por las políticas de gobiernos anteriores, pero que será salvada por la nueva administración, que planea aumentar la producción.
“¿Cómo pensamos pagar la deuda? ¿Cómo pensamos ir abonando esta deuda? Pues con producción, no hay otra manera”, dijo el martes en el programa radial Aristegui Noticias.
López Obrador, quien asumió el 1 de diciembre, ya está enredado en una disputa con los tenedores de bonos de un nuevo aeropuerto de la Ciudad de México de 13,300 millones de dólares, cuyas obras canceló hace unas semanas, sobre la base de una controvertida consulta popular, tras haber denunciado por meses que estaba plagado de hechos de corrupción.
La decisión conmocionó los mercados en México, golpeando el peso y provocando advertencias de la calificadora Fitch sobre Pemex.
“Vendí mis últimos papeles de Pemex hace un par de semanas debido a la política populista que (López Obrador) adoptó con el aeropuerto”, dijo Dorthe Nielsen, una gerente de deuda de mercados emergentes en Zurich en GAM, que administra activos por valor de 146,000 millones de francos suizos.
¿MILAGRO MEXICANO?
Creada 1938, Pemex se convirtió en un símbolo del ingenio mexicano al comienzo de una época dorada de crecimiento económico y estabilidad que duró hasta la década de 1970. Pero la corrupción, la mala gestión y la disminución de la producción le han costado mucho a la empresa desde entonces.
López Obrador, quien prometió regresar a la época conocida como el “milagro mexicano” en su discurso inaugural, ha amenazado con deshacer lo que él llama una reforma energética neoliberal, de 2013-14, que abrió la industria del petróleo y el gas al capital privado.
Promovida por el último gobierno como una solución para la caída de la producción, la reforma también facilitó que Pemex se pueda asociar con otras empresas. Sin embargo, la producción ha seguido disminuyendo.
El domingo, el presidente anunció que a más tardar en marzo se empezarán a licitar las obras de una nueva refinería, en el sureño estado Tabasco; que rehabilitará las seis refinerías restantes de Pemex y que ampliará la perforación.
No dio detalles sobre cómo se financiarán los proyectos, pero dijo que el gasto de Pemex aumentaría el equivalente a 3,700 millones de dólares en el presupuesto nacional de 2019, que se presentará el 15 de diciembre.
Nielsen de GAM dijo que si Pemex no comenzaba a vender activos, la presión en su balance se intensificaría. La pérdida de su grado de inversión, agregó, sería “un desastre”.
Fitch y Standard & Poor’s califican la deuda de Pemex en moneda extranjera como BBB+, mientras que Moody’s la coloca en Baa3, apenas por encima de los llamados bonos basura.
Nymia Almeida, vicepresidenta senior para calificaciones corporativas de Moody’s en México, dijo que “la calificación no sería tan buena, si no fuera por la consideración del apoyo implícito del gobierno”. Agregó que la compañía debe entre 7,000 millones de dólares y 8,000 millones de dólares en 2020 y otros 10,000 millones de dólares en 2021.
“Además de esto, van a gastar más dinero con las nuevas inversiones”, dijo.
El rendimiento de la emisión denominada en dólares de septiembre al 2047 de Pemex ha aumentado más de 100 puntos básicos desde poco antes de las elecciones del 1 de julio a alrededor de 8.23 por ciento.
Si bien la caída de los precios del petróleo ha contribuido a la situación delicada de Pemex que impulsó a muchos los inversionistas a vender, los inversionistas dicen que las políticas de López Obrador la ha agravado.
Audra Stundziaite, analista de crédito senior en Hermes Investment Management, dijo que Pemex lidia con muchos de los desafíos que enfrentó la estatal Petroleo Brasileiro SA, conocida como Petrobras, hace tres años cuando perdió el grado de inversión.
Nielson dijo: “A menos que a López Obrador se le ocurra algo mucho más amigable para el sector privado, que le permita a la empresa realizar proyectos conjuntos o atraer socios, no hay un futuro brillante”.
Jamileth
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