Como Anillo al Dedo
El techo de cristal israelí que Angela Merkel pidió romper
Por ALBA CUÉLLAR, El Mundo
El ecosistema económico de Israel está en plena ebullición. Más de 6,500 compañías emergentes, millones de dólares en inversión internacional y una legión de audaces emprendedores son el orgullo del Estado israelí, decidido a convertirse en superpotencia económica gracias a la innovación. Pero hasta en la autoproclamada "nación startup" el techo de cristal se resiste a quebrarse: sólo entre el 5 y el 7% de las nuevas empresas las lideran mujeres.
La población femenina es un sector "infrarrepresentado" en la vorágine empresarial del país, admite Ran Natanzon, director de Innovación en el Ministerio de Exteriores de Israel. Una desigualdad en la que reparó incluso la canciller alemana Angela Merkel durante su última visita en octubre. En un encuentro con líderes empresariales en Tel Aviv, la mandataria hizo notar al 'premier' Benjamin Netanyahu la ausencia total de empresarias entre los presentes. "Sería mejor si la próxima vez hubiera alguna mujer entre todos estos esperanzadores pioneros del futuro", deslizó Merkel, a lo que añadió que la industria startup israelí parecía "muy dominada por los hombres".
La fotografía oficial del evento -en la que Merkel era la única mujer- desató la indignación. Como protesta, un grupo de ejecutivas replicó la polémica imagen con una figura de cartón de la canciller y pancartas con el lema "Tel Aviv está con Merkel". Consiguieron que, desde entonces, todos los actos de este tipo tengan cuotas de participación paritarias.
Merav Oren fue una de las empresarias 'rebeldes' tras aquella iniciativa, que acabó por hacerse viral, reproduciéndose desde Berlín a Silicon Valley. Autodenominada "emprendedora en serie", Oren está decidida a acabar con la brecha de género en el mundo corporativo y para ello fundó WMN, un espacio de coworking para compañías dirigidas por mujeres."Queremos cambiar los números, queremos más empresas lideradas por mujeres", resume. Para tener un hueco en su sede de Tel Aviv, las startups deben cumplir un requisito indispensable: tener al menos una mujer fundadora o directora ejecutiva.
El éxito, abunda Oren, es complicado de alcanzar para cualquier emprendedor primerizo, "pero lo es aún más para las mujeres". Con 20 años de experiencia a sus espaldas, la CEO de Ágora -una próspera compañía de gestión de espacios públicos- sabe de lo que habla. Su primera empresa la fundó a los 24 años, cuando la representación femenina en puestos ejecutivos era prácticamente nula. "La mayor parte de los clientes eran hombres", rememora Oren sobre aquella época, "todos pensaban que yo era la secretaria de mi socio".
Fue el primero de una larga lista de proyectos profesionales, hasta que, hace seis años, un diagnóstico de cáncer de mama frenó su carrera en seco. "Detuve mi vida durante un año", cuenta Oren, ya plenamente recuperada, desde el cuartel general de WMN, alojado en el rascacielos de Amazon en la city telaviví. Un 'impasse' que, sin embargo, le sirvió para replantearse el futuro. "Estaba ganando dinero, tenía un gran trabajo, pero no era feliz", sonríe, "quería sentir pasión por lo que hacía". Y volvió a empezar de cero, esta vez desde un local de coworking al sur de la ciudad, uno de los primeros espacios de esta modalidad laboral en Israel. "Aquello parecía un club de caballeros, apenas había mujeres", cuenta. "Me dije: quiero un lugar así, pero con mujeres". Poco después nacía WMN.
Un lugar para despegar
Para emprender, "lo primero es tener un lugar físico" desde donde hacerlo. "Todas las startups necesitan un lugar desde el que trabajar", señala Merav Oren: una suerte de 'habitación propia' -como la que pedía Virginia Woolf para las escritoras- desde la cual despegar. "Sin un espacio así, no habrá más compañías lideradas por mujeres en el ecosistema", sostiene. En el caso de WMN, la sede física la pone Amazon y se mantiene gracias al patrocinio y la cuota, casi simbólica, que pagan las empresas: apenas unos cien euros al mes en una ciudad con los alquileres por las nubes.
Pero WMN es mucho más que unos cuantos despachos de estética 'hipster'. Es ante todo "un ecosistema" -en palabras de Oren- que provee de mentores y una red de contactos a las empresas incipientes. Además de las que trabajan desde su coworking, en la comunidad participan más de 200 mujeres emprendedoras "ayudándose unas a otras". "Es lo que ayuda a las fundadoras a alcanzar el éxito", afirma Oren, que espera expandir pronto esta red globalmente. Al fin y al cabo, afirma, "los retos de una mujer emprendedora son prácticamente los mismos en todo el mundo".
Desde 2015, 22 aventuras empresariales dirigidas por mujeres han echado a andar desde esta plataforma. Por ejemplo, Sidekix, un navegador GPS para peatones que crea la ruta en función de los intereses del usuario, o Pink Of View, una herramienta de prevención del cáncer de mama, entre otras startups de campos tan diversos como la ciberseguridad, el comercio electrónico e incluso las apps de citas.
Empresarias árabes y conciliación
Si las emprendedoras judías lo tienen difícil para participar del 'boom' empresarial en la misma medida que los hombres, aún es más complicado para sus homólogas árabes: hasta el 60% de las mujeres árabes de Israel con estudios universitarios no tiene trabajo. Una tasa de desempleo que Do'a Khreish, abogada y "emprendedora social", achaca a que la mayoría elige dedicarse a la enseñanza por ser "más fácil de compatibilizar con la maternidad y la familia". Como resultado, la plétora de licenciadas queda abocada a "esperar por una plaza en el Ministerio de Educación".
Por eso, Khreish fundó hace apenas unos meses Women Space, un centro de coworking para mujeres en Nazaret, la ciudad con mayor población árabe del país. "Siempre quise ser una mujer independiente", dice Khreish, también licenciada en Biología por el prestigioso Instituto Technion. Para las mujeres árabes, afirma, "existen muchas barreras" para ello, en particular la dificultad de lograr "un equilibrio entre la familia y la carrera".
Women Space, explica, persigue "incentivar a las mujeres para crear sus propias empresas y ser independientes". Aquí, además del espacio físico de un despacho, se ofrecen cursos de idiomas, servicios de tutoría y eventos de networking, fundamentales para hacer las conexiones que permitan desarrollar sus negocios. Próximamente, Khreish planea incorporar también una guardería, para facilitar la conciliación de la vida familiar y profesional de las emprendedoras árabes.
"Estoy intentando construir una comunidad para empresarias en Nazaret", indica. "Muchas mujeres tienen miedo de estar solas y por eso no se atreven a abrir su propia empresa", añade, "aquí les damos apoyo y un sentido de comunidad". Sin embargo, señala, el concepto 'cowork' es todavía "muy novedoso" en el entorno empresarial nazareno. "Muchas personas son reticentes, no conocen las ventajas de compartir el espacio de trabajo", señala, "es difícil cambiar esa percepción".
Poco a poco, sin embargo, su esfuerzo va dando frutos: hasta la fecha, seis mujeres ya han comenzado a dirigir sus propios negocios desde Women Space, entre ellas una terapeuta, una abogada y una desarrolladora de cosméticos. "Hay una necesidad de que las mujeres árabes tengan una comunidad como esta", concluye Do'a Khreish, "este es un centro para ser independientes".
regina
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