Reportajes

Sobrevivió a la frontera pero ¿podrá un cocinero mexicano con Trump?

2019-02-28

 Tras haber sobrevivido a la prueba del cruce de fronteras, arriesgarse a morir congelado en una...

Por Ellen Wulfhorst

LAREDO, Texas (Thomson Reuters Foundation) - Moisés Rodríguez fue capturado por traficantes de personas cuando intentaba cruzar la frontera de México con Estados Unidos y recibió un ultimátum: pasar de contrabando a otros inmigrantes por la noche o morir.

    Y eligió la vida.

    Fue solo uno de varios cruces, algunos peligrosos y pocos exitosos, que el cocinero de voz suave y padre de cuatro hijos ha hecho desde 2002, buscando su parte del “sueño americano”.

    Tras haber sobrevivido a la prueba del cruce de fronteras, arriesgarse a morir congelado en una fuga en el desierto y endeudarse para pagar un rescate de vida o muerte, Rodríguez teme que lo peor aún esté por venir.

    La retórica sin precedentes del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y la represión de la inmigración podrían alterar el destino de millones de inmigrantes como Rodríguez.

    “Siempre soy optimista”, dijo a la Fundación Thomson Reuters. “Digo: ‘Hoy, las cosas me irán bien’”.

    Rodríguez, que hoy es libre, estuvo entre las 40 millones de personas que Naciones Unidas estima que han estado atrapadas en esclavitud moderna, ya sea en trabajos o matrimonios forzados.

    Algunos sobrevivientes luchan diariamente para salir adelante, mientras otros libran batallas legales que exigen más apoyo de sus gobiernos.

    Para Rodríguez, que vive en Estados Unidos con su esposa y su hijo pequeño, no está claro por cuánto tiempo o en qué términos podría quedarse.

    No hay un buen conteo de los inmigrantes como Rodríguez, que son víctimas de los traficantes cuando cruzan ilegalmente la frontera, pero ahora sus posibilidades son más difíciles debido a la represión del gobierno.

    A las víctimas de la trata de personas se les había permitido solicitar una “visa T” especial que les permite permanecer en el país.

    Pero el gobierno de Trump está tratando que se deporte a las personas que fueron víctimas del tráfico si no pueden corroborar su terrible experiencia. Algo que es mucho más fácil de decir que de hacer.     

“Poder demostrar que usted fue víctima de trata de personas a veces es realmente difícil, pero bajo el gobierno de Trump (...) lo están haciendo cada vez más difícil”, dijo Jennifer Bryson Clark, especialista en tráfico de personas en South Texas College.

    Rodríguez, de 43 años, vive bajo esa amenaza cada día mientras se levanta temprano para hacer comida que vende en un camión pintado que recorre la ciudad fronteriza de Laredo.

    Los trabajadores salen de los muelles de carga y los garajes para comprar sus especialidades mexicanas: ollas de fréjoles calientes, chips de maíz cubiertos de queso y jugo helado de sandía.

    En las tardes, recoge de la escuela a su hija de cuatro años, Victoria, y su esposa Norma regresa de su trabajo en un restaurante mexicano.

    Atiende su jardín y los domingos los tres van a la iglesia.

   “Eso es lo que me da fuerzas para seguir adelante”, dijo.

ERA TRUMP

Pero su fortuna puede cambiar cualquier día.

    Su permiso de trabajo ya ha expirado y ha estado esperando más de un año para saber si se lo renovarán.

    Su historial de deportaciones, muchas, podría ahogar cualquier simpatía oficial mientras aboga para quedarse.   

Y no tiene dinero para pagarle a un abogado.

    Bajo las políticas de Trump “Estados Unidos primero”, Rodríguez podría ser la cara que tendrá el futuro, una víctima de la trata atrapada en el limbo.

    Clark dijo que la nueva represión y las restricciones legales hacen que los inmigrantes sean cada vez más vulnerables a los innumerables contrabandistas y traficantes que acechan cerca de las fronteras para robarles su libertad.

    La amenaza ya ha empeorado en los campamentos de México, ya que se están llenando de personas que viven en América Central, que huyeron de sus casas y ahora esperan en la antesala de Estados Unidos para pedir asilo, dijo.

    “Cada vez que tienes mucha gente absolutamente desesperada (...) los traficantes siempre acuden, los contrabandistas siempre lo hacen”, dijo.

    En total, unos 11 millones de inmigrantes, aproximadamente la mitad de ellos mexicanos, viven en Estados Unidos sin documentos legales, según el Centro de Investigaciones Pew, un grupo de investigación y encuestas.

Si Rodríguez es rechazado, deberá volver a una vida de la cual ha intentado repetidamente huir, en su estado natal Puebla.

    Conoce muy bien la pobreza implacable y el crimen, y dice: “Ni siquiera ganaría, en una semana, 1,000 pesos mexicanos (53 dólares)”.

    La extorsión está muy extendida, dijo Rodríguez, citando a un tío en Puebla que paga a un cartel 100,000 pesos mexicanos (5,300 dólares) cada mes solo para mantener abierto su bar y restaurante.

    “Y si no lo hace, lo matarán”, dijo Rodríguez.

    Rodríguez cruzó la frontera por primera vez con éxito en 2002 y trabajó durante casi una década en un restaurante griego en Nueva York.

    Como añoraba a su familia, regresó a México, solo para volver a la frontera, que fue cuando los traficantes atacaron.

UN MURO

Los traficantes, que en un principio parecían querer ayudarlo, lo mantuvieron como rehén del lado mexicano y amenazaron su vida, hasta que pudo conseguir 10,000 dólares con una hermana en Estados Unidos.

    “‘Nadie se va de aquí. Estás en nuestras manos’”, le dijeron. Por la noche, sus captores lo llevaban al muro fronterizo para subir a otros inmigrantes por una escalera y bajarlos a suelo estadounidense, empleando arneses largos hechos con cinturones de seguridad antiguos.

    “Esa pared no será tan segura como cree Trump”, dijo. “Harán cualquier cosa para cruzar la pared que él quiera poner”.

    Trump quiere reemplazar un mosaico de barreras que bordean la frontera con un muro sólido.

    En la política de inmigración más polémica de cualquier presidente moderno de Estados Unidos, Trump ha endurecido la retórica y ha limitado las solicitudes de asilo, recortó los derechos de muchos refugiados y prohibió la entrada a ciudadanos de países mayoritariamente musulmanes.

    Rodríguez se vio obligado a trabajar durante meses hasta que su hermana pagó el rescate de los captores. Todavía le debe varios miles de dólares.

    En el siguiente cruce fronterizo, Rodríguez tropezó perdido en el desierto de Estados Unidos hasta que las autoridades lo encontraron congelado, incapaz de moverse.

    Deportado nuevamente, una vez más cruzó de regreso a Texas, donde él y su esposa fueron detenidos por agentes federales. La pareja fue liberada y dijo que agentes comprensivos lo ayudaron a obtener un permiso de trabajo. Desde que expiró ese permiso, Rodríguez ha vivido en el limbo.

    “Me preocupa que un policía me detenga y me pida mis papeles y luego se dará cuenta de que no tengo permisos para nada”, dijo.



Jamileth
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