Disparates y Desfiguros

Donald Trump y Kim Jong-un: Del humo de Singapur a la nada de Hanoi

2019-02-28

Todas las posibilidades de avance barajadas por los observadores antes de la cumbre -tratado de...

Felipe Sahagún | El Mundo

Ocho meses duraron los sueños de un milagro que pusiera fin a 66 años de tregua y hostilidades, salpicadas de acuerdos fallidos o incumplidos, entre Corea del Norte y EU.

Seguirán negociando en grupos de trabajo coordinados por John Bolton, asesor de Seguridad Nacional, y el secretario de Estado, Mike Pompeo, pero está por decidir cómo, dónde, de qué ni por cuánto tiempo. Habrá, posiblemente, nuevas cumbres, pero no están en el calendario inmediato ni, lo más importante, entre las prioridades de ninguno de los dos países.

Todas las posibilidades de avance barajadas por los observadores antes de la cumbre -tratado de paz, sanciones, ayuda, oficina de intereses, promesa de normalización de relaciones, verificación, plazos...- terminaron en nada.

Ni Corea del Norte está dispuesta a renunciar a sus arsenales nucleares ni EU a levantar todas las sanciones. Kim Jong-un ni siquiera ha aceptado presentar un inventario de las bombas (entre 30 y 60 publica el 'New York Times' citando a expertos), misiles y equipos que tiene hoy su país y que, sin pruebas ni alharacas, sigue aumentando según los últimos informes de los servicios secretos estadounidenses y del Pentágono.

En su último informe anual, presentado el pasado 29 de enero en el Congreso, Dan Coats, director nacional de Inteligencia de EU, acusa a Corea del Norte de seguir siendo "una importante amenaza cibernética para las instituciones financieras" y de haber intentado robar más de mil millones de dólares de bancos de todo el mundo, incluida una cuenta del banco central de Bangladesh en la Reserva Federal de Nueva York. Sobre el programa norcoreano de armas de destrucción masiva, calificaba de "improbable" que Pyongyang renuncie a toda su capacidad nuclear y misilística mientras negocia concesiones de Estados Unidos y de otros países, "porque sus dirigentes ven en las armas nucleares un arma decisiva para la supervivencia del régimen".

En estas condiciones, levantar las sanciones habría costado a Donald Trump, cada día más acosado por el Congreso y los tribunales, muchos apoyos y votos. Corea del Sur, Japón y otros aliados se habrían sentido traicionados.

"Tenemos muy buena información de lo que (los norcoreanos) tienen", ha repetido este jueves dando a entender que los listados son meros protocolos para la opinión pública. "Hasta se sorprendieron de lo mucho que sabemos sobre lo que tienen..., incluida una segunda instalación de enriquecimiento" de uranio.

En 2008, muchos años después de retirarse del Tratado de No Proliferación (1993) y de la OIEA (1994), Corea del Norte entregó a EU 18,000 páginas sobre las tres fases hasta entonces (1990, 2003 y 2005) de su programa de plutonio y unas 60 páginas de datos sobre su programa nuclear. A cambio, Washington retiró a Corea del Norte de la lista de estados parias que promueven el terrorismo y suavizó algunas sanciones. De aquellos avances no queda nada.

Aunque, para justificar la ausencia de contenido en la declaración de Singapur, Trump y sus asesores siempre dicen que se han acabado las pruebas, docenas de restos de soldados estadounidenses han sido entregados y no queda ningún estadounidense en las cárceles de Corea del Norte, todavía estamos lejos de los compromisos alcanzados durante el primer mandato de Bill Clinton y el segundo de George Bush.

Trump ha dado a entender que Kim ha ofrecido de nuevo desmantelar total o parcialmente la planta de enriquecimiento de Yongbyon, pero "no es suficiente, necesitamos más que eso". Según Pompeo, "aparte de Yongbyon, están los misiles y muchas más cosas".

¿Teme que, tras este fracaso, Corea del Norte reanude las pruebas? "Nos ha dicho que no lo hará, pero ya veremos", ha respondido el presidente.

La segunda cumbre de Trump con Kim Jong-un ha terminado sin declaración final, sin almuerzo de despedida, sin ceremonia de firma y sin rueda de prensa conjunta. En Singapur, aunque fuera humo, hubo un texto final. En Hanoi se acabó la simulación. "Mejor nada que un mal acuerdo", ha señalado Trump.

El ejército de periodistas que se desplazó a Hanói con la esperanza de anunciar todo lo que se echó de menos en Singapur el 12 de junio de 2018 -medidas concretas, tangibles y verificables de desnuclearización de Corea del Norte a cambio de concesiones estadounidenses- se tuvo que conformar con la rueda a dúo de Trump y Pompeo. Prueba de la importancia capital que ha adquirido Pompeo en la diplomacia de Trump, como explicaba con todo detalle Mattathias Schwartz en el 'New York Times' el pasado martes.

Este jueves,el secretario de Estado ha sido mucho más que el telonero del presidente estadounidense en política exterior. En casi todas las cuestiones delicadas, Trump le ha pasado la pelota y Pompeo ha rematado en el estilo más puro de la diplomacia tradicional.

"Mantendré la suspensión de maniobras militares con Corea del Sur", ha explicado Trump. Pero no como un regalo a Pyongyang a cambio de la suspensión de pruebas nucleares y de misiles por parte de Kim, sino "porque cada ejercicio nos cuesta cien millones de dólares".

Por si alguien no lo acaba de entender, ha reiterado la baladronada de que "ya he arrancado 100,000 millones de dólares a los aliados de la OTAN para que no seamos nosotros los que seguimos pagando por su protección".

Si, como reconocieron Trump y Pompeo, Kim ha exigido el levantamiento de todas las sanciones antes de dar pasos sustanciales hacia la desnuclearización, es evidente que siguen interpretando mal los límites y objetivos de la estrategia norcoreana.



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