Como Anillo al Dedo
Con López Obrador, libertad en retroceso
Por Javier Vieyra Galán | Revista Siempre
Entrevista a Roger Bartra | Antropólogo y académico
El pasado domingo 26 de mayo, la Universidad de Guadalajara fue sede del foro internacional “Desafíos de la libertad en el siglo XXI”. El evento, organizado por la Fundación Internacional para la Libertad (FIL) y la propia casa de estudios jalisciense, reunió a personalidades del ámbito intelectual y académico, destacando en el programa presentado una conferencia magistral del premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa.
Al escritor peruano lo acompañaron personajes de la altura de Roger Bartra, Héctor Aguilar Camín, Enrique Krauze, Valeria Moy, José Ramón Cossío, Federico Reyes Heroles, Ana Lura Magaloni, Lisa Sánchez y otros ponentes que se dieron a la tarea de establecer un diálogo sobre el tema de la libertad y sus disyuntivas actuales en los diferentes ámbitos de la vida pública mexicana.
El encuentro, representó una enriquecedora oportunidad de dimensionar la libertad desde diferentes perspectivas que en ella confluyen; sea desde el ámbito social, político, económico, jurídico, histórico o periodístico, todos los especialistas desarrollaron ponencias que dejaron en claro el concepto y la trascendencia de la libertad y su ejercicio, pero también los retos que enfrenta en un país asediado por la violencia y la desigualdad en el que el gobierno ha tomado desde sus primeros días una postura de polarización y confrontación ríspida hacia sus críticos, siendo los medios de comunicación, pilares de la libertad de expresión, uno de los sectores que mayor embate abierto han recibido por parte del Ejecutivo Federal.
En entrevista exclusiva para Siempre!, el doctor Roger Bartra, compartió las reflexiones que expuso en el Paraninfo Enrique Díaz de León aquel día.
“El tema de la mesa en que participé consistía en comentar si las instituciones pueden servir como un contrapeso democrático y una garantía para la libertad. Yo hice hincapié, primero, en el hecho paradójico de que en México, las expresiones del populismo que conocemos, conocimos y que estamos viviendo hoy en día, han llegado por la vía institucional, por la peculiar vía nacionalista y revolucionaria que dominó durante todo el siglo XX. Es decir, de alguna manera, hubo una simbiosis entre institucionalidad y populismo y eso se reflejó, por ejemplo, en el nombre del partido oficial del antiguo régimen, el PRI, donde se expresaba claramente que se estaba institucionalizando lo que podría parecer difícil de institucionalizar: la revolución. La tradición populista mexicana llega hasta este tiempo por esa vía, la del antiguo régimen, de la mano de gobiernos priistas”.
Sin embargo, puntualiza el académico de la UNAM, el populismo mexicano ha adquirido un nuevo y particular esquema a través de la figura de Andrés Manuel López Obrador y su gobierno.
“El problema que estamos viendo ahora es que el populismo que se había desprendido del partido oficial y que se había aliado con sectores de la izquierda, después de dos derrotas electorales sufridas por el ahora presidente la República, acentuó un giro hacía a la derecha, de hecho rompió con el cascarón izquierdista, y por esto López Obrador logró ganar las elecciones del año pasado; entonces, yo defino el populismo de López Obrador como un populismo conservador”.
Bartra plantea que el objetivo de este populismo conservador, incluso reaccionario, es el regreso a una época pre neoliberal en la que la economía mexicana crecía a más 6 por ciento y la inflación apenas un 2 por ciento, pero sin tomar en cuenta que esa etapa dorada de números verdes se derivó de un auge mundial generalizado que se inició al terminar la Segunda Guerra Mundial. Paralelamente, el autor de La jaula de la melancolía respaldó su afirmación respecto al populismo lopezobradorista enlistando una serie de elementos que lo definen contundentemente como conservador.
“No considero que estemos ante un gobierno de izquierda, por el contrario, creo que se trata de un gobierno de derecha con uno que otro pincelazo generado de la época en que el populismo estuvo aliado con la izquierda dentro del PRD. Sus características son claramente conservadoras, de derecha.
“Ejemplifico lo anterior haciendo notar que, en primer lugar, un verdadero gobierno de izquierda impulsaría una reforma fiscal que de manera escalonada grave a los que más ingresan, este aspecto sería algo fundamental. Un segundo elemento notablemente derechista es la dura austeridad: el programa de austeridad tremendo que se ha ejercido junto con los recortes al presupuesto y la política al respecto son un rasgo tradicional de la derecha en todo el mundo. En tercer lugar la militarización y la generalización de la función policiaca del ejército que es un rasgo también críticamente derechista. Así pues, tenemos un gobierno populista de derecha que al mismo tiempo se orienta hacia una política subvenciones al estilo del viejo PRI. No considero que ese sea un modelo progresista ni de izquierda, por lo que deberíamos quitar de nuestra cabeza la idea de que tenemos un gobierno de esa naturaleza”.
Pronunciándose sobre el tema de la libertad en México, el doctor en Sociología por La Sorbona asevera que actualmente nuestro país vive un retroceso en la materia, ya que las actitudes autoritarias de López Obrador, principalmente descalificando a periodistas y columnistas, son alarmantes y atentan contra uno de los logros más valiosos de la transición democrática mexicana: la libertad de expresión.
Bartra explicó que si bien, hasta ahora, solo se han tratado de amenazas verbales, las declaraciones del presidente han dado paso a un clima de censura en donde es factible que los medios de difusión masiva expulsen de sus filas a las plumas críticas o les exijan moderación. Finalmente, el también miembro de la Academia Mexicana de la Lengua opinó sobre la postura que deberían tomar tanto los medios de comunicación como el gobierno en turno para sortear el escollo en que se ha envuelto a la libertad de expresión.
“Creo que los medios de difusión deben actuar cada uno en su línea política, en su estilo propio, estableciendo criterios que aseguren la libertad de expresión en su área; desde luego, es posible que haya medios más autoritarios, más verticales o más inclinados a democratizar y a generalizar la libertad de expresión en su espacio. Hay medios de comunicación, digitales, impresos, en radio y televisión con diferente orientación política y eso se ve reflejado en su trabajo, pero su labor deben hacerla con total libertad e independencia con respecto al gobierno.
“En cuanto a lo que debería hacer el presidente, debería empezar por no amenazar a los medios masivos de difusión y, desde mi punto de vista, cancelar las conferencias mañaneras que son una verdadera vergüenza, un espectáculo ridículo y lastimoso, que no es digno de una cultura política como la mexicana que ha transitado hacia la democracia; creo que son un reflejo del autoritarismo y de un presidente que no acaba de darse cuenta que de que está al frente de una maquinaria, de un gobierno extremadamente complejo, y que trata las cosas con un simplismo escalofriante. Tal vez la inteligencia política está siendo sometida también a un duro programa de austeridad y por eso es que escasea en las filas de gobierno”.
Jamileth
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