Religión

La pasión de Cristo. Una lectura original

2019-06-17

¿Cómo fue madurando o expresándose la conciencia de Jesús al vivir su...

Por: Luis Javier Moxó Soto 

Entrevista a José Miguel García Pérez

José Miguel García Pérez, sacerdote de Madrid, realizó sus estudios eclesiásticos en el Seminario Mayor de Madrid. Estudió en la Universidad de Comillas (sede de Cantoblanco) y en École Biblique de Jerusalén bajo la dirección del P. Pierre Benoit y, tras un año de permanencia en la Universidad Católica de Washington, obtuvo en 1984 el doctorado en Teología por la Facultad de Teología del Norte de España. En la actualidad es profesor de Sagrada Escritura en la Facultad de Teología San Dámaso y en el Instituto de Ciencias Religiosas de Madrid.

Colaborador de la revista Cuadernos de Evangelio y autor de varios artículos en la revista Estudios Bíblicos, es autor o coautor de una docena obras de carácter especializado sobre el estudio del sustrato semítico en el Nuevo Testamento, publicadas en la colección Studia Semitica Novi Testamenti, editada por Encuentro desde el año 2000 y dirigida por él desde 2010. Además, publicó en 2007 en Encuentro Los orígenes históricos del cristianismo, obra de corte divulgativo que ha sido traducida a varios idiomas.

Recientemente ha publicado en Ediciones Encuentro el título “La pasión de Cristo. Una lectura original”, y le preguntamos cuál ha sido la razón de ser y génesis de este libro y a quiénes está dirigido, recomendado y cuáles son sus objetivos.

Me propuse escribir este libro con la finalidad de hacer accesible, sobre todo a la gente, lo que voy descubriendo en mis intentos por resolver algunas dificultades que hay en los relatos evangélicos mediante el estudio lingüístico. Es un libro más bien de divulgación, en el que quiero poner en evidencia la historicidad de los hechos que nos narran los Evangelios en la Historia de la Pasión, de la cual nos han llegado cuatro versiones.  Las tres primeras, las de los sinópticos, que son más semejantes, aunque todas tengan sus peculiaridades, y la de Juan, que contiene diferencias muy llamativas.

El libro lo fui escribiendo en tiempos más o menos libres, y por lo tanto ha durado años la redacción total. Y va dirigido a las personas que quieran entrar un poco en el conocimiento de lo que fueron los hechos de la pasión de Jesús, es decir qué sucedió y qué conciencia tenía Jesús a vivir todos estos hechos. Por este motivo quise escribirlo.

¿Cómo fue madurando o expresándose la conciencia de Jesús al vivir su pasión hacia los suyos, en su ambiente, cómo se fue viviendo o interpretando por las primeras comunidades cristianas?

En cuanto a la conciencia que tuvo Jesús, los Evangelios exponen con claridad que en su vida pública Jesús hizo algunos comentarios, queriendo introducir en estos hechos que iban a suceder al final de su vida a los apóstoles, sus amigos más íntimos. Por tanto, él era consciente antes de que sucediesen.  Es más, probablemente esta conciencia no le venía solamente de ver las reacciones violentas de las autoridades ante su predicación y actuación, que intentaban tener elementos, pruebas para acusarle, sino también de la relación que él tenía con el Padre. Es esta relación consciente la que le desvela su misión. En los evangelios así lo manifiesta varias veces: su muerte redentora, o sea por el bien de los hombres, es querida por el Padre, y Él acoge esta petición del Padre. Esta consciencia de Jesús se manifiesta de un modo muy clamoroso en los relatos previos a la Pasión, es decir, lo que sucede en los últimos días que Él pasa en Jerusalén. De estos sucesos yo no estudio prácticamente nada en el libro, pues me centro en los relatos de la Pasión, que yo considero empiezan en el Huerto de los Olivos, con la oración y el prendimiento de Jesús. Esta conciencia de Jesús es muy clara, clarísima. De hecho, Él no solamente es consciente de esta muerte, sino de su valor redentor.

La comunidad primitiva no hubiera podido llegar a esta conciencia de la muerte redentora de Cristo sin esta comunicación del Señor. Es verdad que el escándalo que se produce en los apóstoles por la condena del Sanhedrín y la muerte de Jesús, queda superado solamente en la resurrección de Jesús, a pesar de que efectivamente Cristo los había ido preparando. Pero es la resurrección lo que hace posible que ellos entiendan que la muerte de Cristo, no solo ha sido injusta, sino que es voluntad divina, pues Dios quiere la salvación de los hombres. De hecho, en los relatos se apela a pasajes de la Sagrada Escritura, como indicando que el plan de Dios tiene que cumplirse. Ante las apariciones de Jesús resucitado caen en la cuenta de que Él no ha sido condenado justamente, pues no es un pecador, no es un blasfemo, no es un herético, sino que, al contrario, es aquel que ha sido enviado por Dios para redimir a todos los hombres. Entonces, a partir de ese momento, después de la resurrección, ellos empiezan a hacer la predicación insistente de que, en la muerte de Cristo, Dios ha reconciliado consigo a todos los hombres, a la humanidad, empezando por el pueblo judío.

¿Cuál es la causa (o causas) de las principales contradicciones de los hechos narrados sobre la pasión de Cristo en los cuatro evangelios: motivo de la celebración de la última cena, comparecencia de Jesús ante el sanhedrín, día de la muerte de Jesús, privilegio pascual que permitió la liberación de Barrabás...?

Las dificultades más visibles se dan entre san Juan y los sinópticos. Quizás lo más contradictorio sea lo que afirma Juan respecto a los sinópticos: Juan coloca la muerte de Jesús en la víspera de la Pascua, mientras que los sinópticos la colocan en el día de la Pascua. Si san Juan coloca (si es que es verdad) la muerte de Jesús en la víspera de la Pascua, esto implica que la Última Cena no fue la Cena Pascual. Sin embargo, en los sinópticos se afirma taxativamente que es la Cena Pascual. Por otra parte, hay también en Juan un modo de narrar el prendimiento de Jesús que es bastante diferente al que tenemos en los sinópticos, porque parece que introduce soldados romanos, mientras que en los sinópticos se afirma con total claridad qué son los guardias del templo al servicio del Sanhedrín. Por otra parte, Juan parece no aludir al juicio ante el Sanhedrín y Caifás, porque coloca una comparecencia de Jesús ante Anás. También el relato de Juan del juicio ante Pilato es bastante diferente, no tanto en su contenido esencial, pero sí en el proceso, en el modo de desarrollarse. Como también parece una diferencia clamorosa que los azotes, la flagelación, en san Juan es una pena independiente de la crucifixión, mientras que en los sinópticos parece que está vinculada al proceso, a la realización de la condena de la crucifixión, que siempre se hacía una flagelación previa a la crucifixión con el fin de debilitar la naturaleza del reo.

Luego es verdad que los distintos evangelistas sinópticos tienen sus relatos propios. San Mateo alude al sueño de la mujer de Pilato y al lavatorio de sus manos en el juicio. San Lucas recoge el lamento de las mujeres en el camino al Calvario y las palabras que Jesús les dirige. También su evangelio tiene el diálogo de Jesús con el llamado “buen ladrón”, etc. Hay, pues, una serie de diferencias, incluso de contradicciones, que hay que ponerlas en claro y hay que intentar ciertamente resolverlas, porque han sido utilizadas por los estudiosos, sobre todo a partir del siglo XVIII, para poner en cuestión la historicidad de estos relatos, que a mi modo de ver son de una veracidad histórica muy fiable.

Respecto de las contradicciones, en el libro, efectivamente, intento resolver algunas de estas cuestiones que son evidentes: si la Última Cena fue una Cena Pascual o no, si la comparecencia ante el Sanhedrín ocurrió y cuál es el contenido del juicio y el motivo de la condena de Jesús, cuándo murió Jesús si en la víspera de la Pascua o en el día de la Pascua, y, por supuesto, la cuestión del mal llamado “privilegio pascual”, es decir, la obligación de que la autoridad romana pusiese en libertad al preso que pidiera el pueblo durante la Pascua, algo que parece ser afirmado sólo en los Evangelios. Hay algunas otras cuestiones además de estas. Todo ello es abordado en el libro. Explicar cuál es la solución eso ya es bastante más complicado porque nos llevaría mucho más tiempo. Lo mejor es que la persona que esté interesada lea el libro.

¿En qué sentido nos invita su libro a una lectura original sobre los relatos de la Pasión de Cristo? ¿qué aporta de novedoso y sugerente?

El subtítulo “Una lectura original” lo puso la editorial porque probablemente pensaba destacar que el estudio se basa sobre un original semítico. En el origen de esta historia de la Pasión no están los relatos evangélicos que nos han llegado, sino un relato más antiguo, probablemente en lengua semítica. A mi modo de ver, no solamente en el origen está esta tradición evangélica, sino también algunos de los relatos que están contenidos en los Evangelios actuales también fueron escritos en una lengua semítica. Pero, en cualquier caso, a mí me gusta, porque indica, no el origen semítico, sino el intento de tocar, de ver, los hechos, lo que sucedió, y que está testimoniado, contado, en los Evangelios. Es querer ponernos delante de Cristo, y con sus gestos, palabras, que han quedado testimoniadas en los Evangelios, entender como él vivió, como Él afrontó toda esta circunstancia, la conciencia con la que Él vivía este sufrimiento, esta condena y este rechazo por parte de las autoridades judías. De hecho, los evangelios destacan, sobre todo, esta relación íntima que tuvo Jesús con el Padre. Esto quizá quien lo manifiesta con mayor claridad es san Juan, pero también san Lucas y los otros evangelistas. Jesús mantiene a lo largo de todos estos sucesos, tremendos, y también el momento del Calvario una conciencia de relación íntima con el Padre, que la expresa de muy diversas maneras. Esto es algo que también en el cuarto evangelio está afirmado en el discurso de la cena celebrada con los apóstoles. A mí esto es lo que me interesaba: saber, por una parte, los hechos, lo que sucedió en la realidad, y como Jesús afrontaba estos sucesos, con qué conciencia, como los leía, y esta continua referencia al Padre. Es decir, saber que estos acontecimientos no son fruto de un puro azar, o de una malevolencia de los hombres, sino de la voluntad salvífica del Padre, de un amor apasionado por la plenitud de los hombres. Eso se ve con claridad a lo largo de todos los relatos evangélicos.

¿Cuál ha sido la película y el libro que, a su juicio, han acertado más con la experiencia de Cristo en su pasión? ¿Los Medios de comunicación la han hecho más cercana, o más distante, a la comprensión del hombre actual, por exceso o defecto de detalles más cruentamente explícitos, como la cinta de Mel Gibson?

La película que más interesante me ha resultado, aunque fuera exagerada, es la de Mel Gibson, porque es la más humana. Pero sobre todo, porque es la Pasión contada desde la mirada de María. Sobre todo es esto: cómo María acompañó a Jesús. Pero no estoy de acuerdo en la reconstrucción de algunos de los hechos narrados en la película, que evidentemente no ocurrieron así. Pero, en cualquier caso, entiendo que hacer una película sobre la Pasión de Jesús no es fácil. Siempre son intentos irónicos.

Por último queremos preguntarle cómo presentar de forma más adecuada u oportuna la pasión de Cristo, por ejemplo, en tres ámbitos: clase de Religión Católica de un centro de Infantil y Primaria, en la asignatura de Cristología de un Instituto de Ciencias Religiosas o Facultad de Teología, y a un grupo de catecumenado de jóvenes y adultos de una parroquia.

Pienso que la persona tendrá que adaptarse a las distintas edades, madurez y conciencia de los oyentes, pero cualquier caso siempre en todos éstos ámbitos, y en distintas formas, a mi modo de ver, hay que narrar los hechos, pues no siempre son conocidos, hay que mirarlos, hay que contemplarlos (de hecho la Iglesia siempre nos propone la Semana Santa, año tras año, para volver a mirar estos hechos), hay que acompañar también en estos hechos, y probablemente una de las maneras de acompañar en la Pasión a Cristo es haciéndonos partícipes también de los sufrimientos de las personas, lo que es toda la dimensión de caridad que la Iglesia nos propone continuamente. Y no solamente acompañar, sino también participar de la Pasión de Cristo, que de una u otra manera, nosotros también lo vivimos, pues como dice Jesús en el Evangelio “si a mí me han rechazado también a vosotros os rechazarán”. Junto al dolor físico, en esto consiste la Pasión de Cristo: el rechazo por parte de las autoridades judías. Nosotros podemos acompañar y participar de esta pasión ofreciendo ese dolor o ese rechazo en beneficio de toda la humanidad. La forma de hacerlo, evidentemente, implicaría una charla más larga, de la que no tengo tiempo para poder llevarla a cabo.



regina