Disparates y Desfiguros
La Lava Jato al borde del precipicio
ESTHER SOLANO GALLEGO | Política Exterior
Desde el 9 de junio Brasil vive días de especial turbulencia. Informaciones explosivas filtradas por una fuente anónima al periódico The Intercept Brasil, evidencian lo que ya muchos suponían, que el caso Lava Jato, la mayor operación anticorrupción de la historia brasileña, por la que Luiz Inácio Lula da Silva está en prisión, está plagada de problemas. El material filtrado al diario dirigido por el premio Pulitzer Glenn Greenwald consta de conversaciones mantenidas a través del Telegram entre el entonces juez principal de la Lava Jato, el actual ministro de Justicia del gobierno de Jair Bolsonaro, Sergio Moro, y los fiscales encargados de la acusación, principalmente el fiscal coordinador de la operación, Deltan Dallagnol. Greenwald ha ido publicando el material poco a poco en la página del periódico, por lo que hasta ahora se han visto fragmentos de conversaciones del periodo 2016-2018, coincidente con el “auge” de la operación Lava Jato.
Estas conversaciones demuestran una cooperación promiscua y política ilegal entre la Fiscalía y el juez Moro dirigida fundamentalmente a frenar el avance del Partido de los Trabajadores (PT) y especialmente la candidatura de Lula para las elecciones de 2018. Según las filtraciones, Moro daba orientaciones, consejos, pistas de investigación y marcaba la estrategia y el ritmo de la Fiscalía. Estas conversaciones violan varias leyes brasileñas ya que según el artículo 254 del Código de Proceso Penal, el juez no podrá aconsejar a ninguna de las partes. La Ley Orgánica de la Fiscalía sostiene que está expresamente prohibido que los fiscales discutan el proceso y las estrategias con el juez encargado del caso, o sea, el tipo de prácticas que la filtración demuestra que hacían.
Como consecuencia del reportaje, la Orden de los Abogados de Brasil ya ha pedido que los implicados en los casos renuncien a sus cargos. El Consejo Nacional de la Fiscalía ha abierto una investigación formal contra los fiscales y el Congreso ha anunciado que abrirá una Comisión Parlamentaria de Investigación para depurar las responsabilidades de Sergio Moro. Moro se tambalea. Su popularidad ha caído 10 puntos desde la publicación de las primeras filtraciones. Según el Instituto Atlas Político, en mayo de 2019 el 60% de los brasileños tenían una imagen positiva del ministro de Justicia, una cifra que ahora ha bajado al 50%. Bolsonaro ha defendido a su ministro, pero de una forma bastante discreta, ya que nadie quiere contagiarse si definitivamente cae en desgracia. Lo cierto es que Moro es un personaje fundamental en el gobierno Bolsonaro. El marketing del juez heroico, incansable luchador contra la corrupción fue esencial en la campaña del ahora presidente por lo que las manchas en la reputación de Moro salpican directamente a Bolsonaro, quien además está atravesando un mandato de gran fragilidad gubernamental.
Una de las conversaciones filtradas que ha causado más alerta entre las bases petistas muestra cómo los fiscales escriben a Moro porque estaban inseguros del material acusatorio contra Lula. Sostienen que esa acusación “estaría basada en muchas pruebas indirectas, pero no cabría decir eso en la denuncia”. En otra, los fiscales y Moro intercambian estrategias para que Lula no diese entrevistas desde la cárcel durante el periodo electoral de 2018. En algunos mensajes, la fiscalía expresa su temor a que estas intervenciones ayudasen al entonces candidato petista Fernando Haddad.
En otro de los mensajes figura una conversación entre el fiscal Dallagnol y Sergio Moro fechada en 2017. En ella, Dallagnol sugiere investigar al expresidente Fernando Henrique Cardoso del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) -oponente histórico del PT- para dar la sensación de imparcialidad de la operación Lava Jato, ya que las bases petistas siempre denunciaron que esta operación perseguía directamente al PT. Ante esta posibilidad Moro responde que mejor no hacer eso, porque podría disminuir el apoyo de Fernando Henrique Cardoso a la operación.
Las filtraciones involucran a mucha gente. Saca a luz conversaciones con expresidentes y miembros del Tribunal Supremo. En una de 2016, Dallagnol le dice a Moro que pueden contar con el apoyo total del juez del Tribunal Supremo Luiz Fux, a lo que Moro responde ‘In Fux we trust’ (en Fux confiamos), frase que fue transformada en hashtag por la oposición y estuvo un día entero a la cabeza de los trending topics mundiales.
Ni Moro ni los fiscales niegan el contenido de los mensajes pero intentan protegerse diciendo que “no ven nada político” en ellos, asegurando que todo es “sensacionalismo” o que un hacker se apropió de sus cuentas y estaríamos ante una divulgación criminal. Sin embargo, el periodista Glenn Greenwald afirma que ha obtenido la información de una fuente que mantiene en secreto.
Debido a estas irregularidades, la propia operación Lava Jato está amenazada y ya hay muchas voces que piden su anulación total o al menos parcial, lo que significaría que varios de los políticos presos podrían salir de la cárcel, entre ellos el propio Lula. Las bases petistas contienen el aliento ante esta posibilidad, que daría un giro dramático a los acontecimientos. El gabinete jurídico del PT ya se ha puesto en marcha para reclamar la anulación de la condena de Lula por la parcialidad de Moro y las irregularidades en el proceso. En nota divulgada después de las revelaciones, uno de los abogados de Lula, Cristiano Zanin, explica que en diversas ocasiones ellos ya habían denunciado “la acción combinada entre los fiscales y el juez Sergio Moro con clara motivación política de procesar, condenar y retirar la libertad del expresidente Lula”. El juicio del Habeas Corpus que podría llevar a la libertad de Lula está marcado en el Tribunal Supremo para el día 25 de junio.
Todas estas convulsiones en dos semanas y Glenn Greenwald advierte… todavía hay mucho material por publicar.
regina