Internacional - Seguridad y Justicia

En isla caribeña ya había muchas sospechas sobre Epstein

2019-07-10

El multimillonario de 66 años compró la isla Little St. James en este territorio...

Por DÁNICA COTO

CHARLOTTE AMALIE, Islas Vírgenes EU (AP) — Si uno pregunta sobre Jeffrey Epstein en St. Thomas, se hace un silencio repentino. Algunos se van. Los que se deciden a hablar, lo hacen en susurros casi inaudibles.

El multimillonario de 66 años compró la isla Little St. James en este territorio estadounidense hace más de 20 años y empezó a transformarla: arrasó con la vegetación nativa, rodeó la propiedad de palmeras altísimas y colocó astas con dos enormes banderas estadounidenses en los extremos. Cuando un buzo deportivo se acercaba, los guardias de seguridad avanzaban hasta el borde de la playa.

Esto disgustaba a los residentes de St. Thomas, una isla tropical al este de Puerto Rico con caminos que serpenteaban por las montañas, flanqueados por elegantes casas de la época colonial holandesa, pero en 2008, cuando Epstein se declaró culpable de inducir a chicas menores de edad a la prostitución, su obsesión con la privacidad adquirió un cariz siniestro.

“Todos la llamaban la ‘isla pederasta’”, dijo Kevin Goodrich, residente de St. Thomas que regenta una empresa de transporte en bote. “Es nuestro rincón oscuro”.

Muchos exempleados de Epstein dijeron The Associated Press esta semana que habían firmado acuerdos de no divulgación a largo plazo y se negaron a abrir la boca. Un exempleado que se negó a identificarse dijo que Epstein tenía cinco botes, entre ellos un transbordador grande en el que transportaba hasta 200 trabajadores de St. Thomas a su isla todos los días para realizar trabajos de construcción.

El hombre dijo que vio a varias mujeres jóvenes en la propiedad de Epstein, pero que le parecieron mayores de 18 años.

“Cuando él estaba ahí, uno se ocupaba nada más que de lo suyo”, dijo el hombre y añadió que Epstein pagaba bien a sus empleados y les regalaba maquinaria vieja, así como madera y otros materiales sobrantes.

Epstein construyó una mansión de piedra con paredes color crema y un techo color turquesa brillante rodeada por otras estructuras, los cuartos de las mucamas y un gran edificio cuadrado blanco en un extremo de la isla.

Los trabajadores comentaban que era una sala de música con un piano de cola y muros acústicos. Su cúpula dorada voló durante la terrible temporada de huracanes de 2017. La gente recordaba ver el helicóptero negro de Epstein volar entre el pequeño aeropuerto internacional de St. Thomas y su helipuerto en Little St. James, unos dos kilómetros (poco más de una milla) al sureste.

Más adelante, Epstein adquirió la isla Great St. James, antes un lugar concurrido por locales y turistas cuya atracción principal era la Ensenada Navidad, donde uno podía pasar el rato y pedir una pizza que llegaba en bote.

“No lo recibieron con gusto”, dijo Spencer Consolvo, un nativo de St. Thomas que regenta una tienda para turistas cerca de un gran puerto para yates. “La gente cree que es demasiado rico para vigilarlo como se debe”.

Las autoridades federales consideran que la menor de las islas es la residencia principal de Epstein en Estados Unidos, un lugar donde al menos una víctima dijo en una declaración jurada que participó en una orgía y tuvo relaciones sexuales con Epstein y otras personas. Dijo que vio al expresidente estadounidense Bill Clinton en la isla, pero que nunca lo vio tener relaciones sexuales. Un vocero de Clinton dijo en un comunicado que jamás estuvo ahí.

Un día después de que Epstein se declaró inocente de abuso sexual de decenas de niñas menores de edad en una corte en Nueva York, se observaron escasos movimientos en la isla caribeña. Las ventanas estaban cubiertas por postigos de protección contra los huracanes, los locales no vieron luces durante la noche y un solo hombre en un carro de golf azul recorría la propiedad.

En una oficina en un centro comercial sobre la costa, que según los locales pertenece a Epstein, un hombre en camiseta y gafas para sol abrió apenas la puerta, meneó la cabeza con fuerza cuando se le preguntó sobre Epstein y cerró con llave.

La firma, Southern Trust Company Inc., contrató a Cecile de Jongh, esposa del exgobernador John de Jongh, como gerenta de la oficina, según documentos archivados en la Autoridad para el Desarrollo Económico de las Islas Vírgenes Estadounidenses.

En tanto, al conocerse el arresto de Epstein, la representante de las Islas Vírgenes en el Congreso, Stacey Plaskett, dijo que daría los fondos que donó el financiero a sus campañas a organizaciones de bien público.

Tras el segundo arresto de Epstein, abundan las preguntas de los turistas en St. Thomas sobre sus islas, dicen los locales.

Una mujer, que no quiso ser identificada por temor a perder su puesto en una empresa de transportes, dijo que se alegró mucho al enterarse del arresto, pero que le fastidia tanta curiosidad y que sólo revela detalles del caso a los adultos fisgones, pero en susurros si hay niños presentes.

Tanta fascinación ofende a Vernon Morgan, un conductor de taxi que nació en St. Thomas.

“Aportó cierta notoriedad a las Islas Vírgenes”, dijo. “Preferiríamos que se viera a las Islas Vírgenes bajo una luz muy distinta”.



Jamileth
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