Tendencias

La normalidad que vendrá

2020-05-14

Arrinconado el virus… para cuando exista la vacuna, ¿cómo será el mundo...

Diego García-Sayan, El País

Arrinconado el virus… para cuando exista la vacuna, ¿cómo será el mundo que se nos viene? El fin de nuestra pandemia covid-19 llegará; su fin y sus consecuencias tendrán, sin embargo, poco de la novela de Saramago, Ensayo sobre la Ceguera. En el camino habrá dejado una humanidad con miles de personas fallecidas (¡ya se llegó a las 300,000!) y economías destrozadas (globales, nacionales, familiares y personales).

Pero, también, un mundo que tiene que mirar al futuro y clama –desde ya, y a gritos– para que muchas cosas se hagan diferente a lo que estábamos habituados. La añoranza por el pasado inmediato, que ahora generalizadamente sentimos, cederá paso a interrogantes sobre lo que vendrá. A ratos parecería que no se ha aprendido nada como que “Zara desata la locura en su reapertura en Francia con largas colas en sus puertas”. Como si ese furor indicara que no ha pasado nada.

Pero hay otras visiones –que espero prevalezcan– que parten de algunas preguntas; y por el momento no tienen respuesta. Planteados como retos, y aspiraciones de un “deber ser”, hay cinco asuntos que creo destacan de manera particular. De cómo se organicen las cosas en lo político e institucional –interna e internacionalmente– dependerá que queden en el camino de las buenas intenciones frustradas o que sean conquistas de la humanidad.

Primero, tendremos el recuerdo de los limpios cielos urbanos y de la transparencia y claridad de mares y ríos de los que hoy podemos gozar. Se estima que este año las emisiones de gases de efecto invernadero caerán, globalmente, un 8%. Señal palpable de que lo del “calentamiento global” no es cuento o exageración. Que es obra humana y que acarrea mucha destrucción está científicamente demostrado.

Enfrentar decididamente el calentamiento global es, en este contexto, una prioridad insoslayable. Y debería ser una pieza central de un multilateralismo y globalización “relanzados” que focalicen su atención en la gente, su vida y su bienestar.

Segundo, un planeta en el que el 70% de la población vive en ciudades y mega-ciudades es una fuente variada de afectación de derechos: al aire puro, a una vivienda decente, a espacios públicos generosos y a medios de transporte público decorosos.

Se puede afinar y revisar muchas cosas en este proceso de urbanización incontenible, pero se debería partir al menos de dos aspectos. Uno: el presente y futuro de las macro ciudades no debe seguir siendo considerado asunto meramente local o de sus alcaldes; es responsabilidad del Estado y de toda la sociedad sin perjuicio de que se refuerce la capacidad de gestión local. Dos: la movilidad urbana en estas mega ciudades debe ser abordada como emergencia y ser una prioridad. Cuestión de Estado por lo que supone en recursos desperdiciados y por la afectación cotidiana de los derechos de decenas de millones de personas.

Tercero, tratar a la salud como derecho humano… que lo es. Que contar con una salud pública de calidad, en efecto, debe ser tratado como un derecho irrenunciable. Su concreción –para que no quede en proclama retórica– requiere, sin embargo, políticas sostenidas de mediano y largo plazo por la enorme asignación de recursos que se requiere para satisfacer una aspiración así.

Cuarto, construir equilibrios entre la apabullante utilidad de la informática –y los logaritmos que le sirven de herramienta– y los derechos a la privacidad e intimidad de las personas. Medios técnicos ya disponibles que irán desempeñando un papel creciente en áreas como la educación y la salud a distancia, por ejemplo. Pero que no sean instrumentalizados para desvanecer los derechos individuales.

Quinto, la gran recesión global en la que ya estamos entrando y los retos que plantea. ¿Cuánto y cómo se reconfigurará el contexto geopolítico global a partir de esto? Esta es una cuestión fundamental. Que salgan ganadores los valores democráticos e institucionales y no los del fanatismo, el chauvinismo y la exclusión es, creo, uno de los principales retos de la década que empieza.


 



regina