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El oro se convierte en el último refugio de los más golpeados por la pandemia

2020-07-21

El negocio de compra y venta de oro estuvo detenido durante el confinamiento.

Por NOOR MAHTANI | El País

Hola, ¿Me puedes mirar si este pendiente es de oro? A ver si me llega para comprar la leche y el pan...

No es la primera vez que Daniel Rodríguez vende oro, pero nunca se había visto en la necesidad de hacerlo. Este madrileño de 35 años es padre de una familia que lleva tres meses sin ingresar “ni un céntimo”. Estos meses ha alimentado a sus tres hijos de 14, 10 y 2 años gracias a las ayudas de la parroquia San Juan de Mata, en la localidad madrileña de Alcorcón. Vender el pequeño pendiente de su exnovia es otra ayuda más, cuenta sin perder de vista al cachorro que espera obediente en la puerta. “En mi familia somos seis bocas”, añade.

Al otro lado del cristal blindado del comercio, Nerea Sánchez tasa la pieza mientras le explica el procedimiento. “Son 23 euros”, le dice. “Sí, con eso me llega”, responde Rodríguez, uno entre las decenas de clientes diarios que recibe este local. Otros clientes vienen a vender sus joyas a sabiendas del precio del metal, que el viernes superó los 1,800 dólares por onza, el pico más alto desde 2012.

El negocio de compra y venta de oro estuvo detenido durante el confinamiento. En la fase 0 de la desescalada varias comunidades permitieron la reapertura de estos establecimientos mediante cita previa. Sin embargo, en La Milla de Oro de Alcorcón, uno de los 79 locales de Compro Oro en España y Portugal, la mayor afluencia se notó a partir del 4 de mayo, con el inicio de la desescalada. La media de clientes ha ido aumentando desde entonces paulatinamente hasta alcanzar una cifra similar a los días previos a la crisis, de 15 a 20 diarios. La novedad está en el perfil del cliente: “Está llegando gente nueva y muchos de ellos venden el oro como último recurso: familias que no han cobrado las ayudas, jóvenes que se han quedado sin trabajo o personas que empiezan a cobrar las herencias y prefieren el dinero”, explica Sánchez, “Ahora no hay un perfil definido y antes la mayoría era clientela fija, principalmente gente mayor”.

Alba Roldán, profesora de Historia Económica en la Universidad de Barcelona, prevé una mayor afluencia conforme pasen las semanas. Mucho más notoria, asegura, que la “oleada” que se produjo tras la crisis de 2008: “La gente vende en función de la inestabilidad y la dificultad económica y estamos ante el momento de mayor incertidumbre de la historia contemporánea”, asegura. El pico anterior se produjo a finales de 2011, tras el estallido de la crisis inmobiliaria, con un valor de 1,900 dólares por onza.

“Es un buen momento para comprar oro”, explica Víctor Morillo, responsable del departamento de ventas de oro de inversión de Oro Express, en el centro de Madrid. La primera gestión que hizo el primer lunes de julio fue la factura de 120 lingotes de 250 gramos cada uno de un cliente habitual: “Este hombre ya había comprado antes, pero estos días que está creciendo tanto… hace inversiones de esta magnitud”. Esta tienda, que pertenece a una de las cuatro principales distribuidoras de España, ha multiplicado por 10 sus ventas de lingotes. Fernando Illanes, encargado de la empresa Compro Oro, prevé incluso un mayor aumento: “También está llegando mucho nuevo inversor pequeño que prefiere tener sus ahorros en metal”.

Aunque pueda parecer contradictorio comprar cuando el precio nunca había estado más alto, Prosper Lamothe, catedrático de Economía Financiera de la UAM incide en el oro como valor refugio:”El precio fluctúa pero está siempre subiendo. Lo más probable es que aumente incluso más estos días y que luego ronde estas mismas cifras. El oro ha dado a largo plazo un buen rendimiento y lo seguirá dando”.

Empeños: la alternativa a la venta que también aumenta

La red de Montes de la Fundación Montemadrid, entidad dedicada a los préstamos prendarios o empeños, vuelve a ver normalidad en las cifras, aunque no en los ciclos. Desde el 11 de mayo –primer día de reapertura tras la pandemia– hasta la primera quincena de junio, se produjeron 3.306 formalizaciones, apenas una centena menos que durante el mismo periodo del ejercicio anterior. Sin embargo, Santiago Gil, director del Monte de Piedad de Madrid, describe un momento “desconcertante” y de “psicosis del cliente”.

“Antes de la crisis, las transacciones iban en función de los sueldos. Los clientes retiraban joyas cuando cobraban, a final de mes. Estos días no existe un orden. Algunos las retiran porque han conseguido ahorrar y otros vienen a empeñar por llevar meses sin cobrar ni siquiera el ERTE [expediente de regulación temporal de empleo]”, explica, “Es un momento muy raro”, añade. De una cosa está seguro: “Después de verano, cuando los despidos temporales se conviertan en definitivos sí que podremos hablar de picos y de oleadas”, concluye.



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