Agropecuaria
El uso del glifosato divide al Gobierno mexicano y aflora las tensiones dentro del Gabinete
Jacobo García | El País
México.- El uso del polémico glifosato, un químico muy común utilizado en la agricultura, ha provocado el enfrentamiento entre las secretarías de Medio Ambiente (Semarnat) y la de Agricultura en el seno del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Mientras una quiere proteger el medioambiente, la otra quiere producir, resumió el mandatario mexicano el miércoles al anunciar que se había llegado a un acuerdo para su progresiva desaparición antes de 2024. Detrás de la polémica oficial por esta sustancia se encuentra también las tensiones dentro del Gabinete. Estas han aflorado recientemente con la filtración de un audio donde el titular de la Semarnat, Víctor Manuel Toledo, criticaba abiertamente el poder de Alfonso Romo, el jefe de la oficina de la presidencia, quien es también un empresario de los agronegocios.
La salomónica decisión de López Obrador sobre el uso del glifosato implica la paulatina reducción del uso del agroquímico entre los agricultores particulares y la prohibición para el Gobierno federal. “En este caso nosotros decidimos no usar este agroquímico en nada que tenga que ver con el Gobierno, por ejemplo, en Sembrando Vida [uno de los programas pilares de la Administración para el campo] no se va a usar, y limitarlo solo a la producción particular”, explicó el mandatario durante su habitual conferencia de prensa matinal.
López Obrador dijo que la decisión forma parte de un acuerdo para reducir cada año los volúmenes de importación del glifosato, “porque no se puede quitar así de un golpe porque se caería la producción de alimentos y de productos”, señaló. “Se tomó un acuerdo sobre este agroquímico que está considerado dañino en algunos países, se utiliza para la agricultura de exportación. Es muy demandado por los grandes productores en lo que son cultivos comerciales de exportación”, agregó el mandatario.
El presidente admitió que hay un enfrentamiento entre carteras, aireado en redes sociales, con el glifosato como telón de fondo. A principios de este mes fue filtrado un audio de Toledo a los medios de comunicación. El secretario de Medio Ambiente, un férreo opositor a los alimentos genéticamente modificados, hablada de las contradicciones dentro del Gobierno. Entre ellas está el papel que considera tiene el encargado de Agricultura, Víctor Villalobos. “[La secretaría] está dirigida fundamentalmente a los agronegocios, está en contra de la agroecología y trata de imponer, toda la misión que hay en el mundo con las grandes corporaciones”, afirmaba Toledo.
El encaragdo de la Semarnat aseguró en el audio que Villalobos obedece las órdenes de Alfonso Romo, el jefe de la oficina de la presidencia, quien “ha adquirido enorme rentabilidad y poder dentro del Gobierno” y se dedica a “bloquear” la agroecología. “Me ha convocado Alfonso Romo a tres reuniones con Villalobos para presionar porque estuvo el problema del glifosato”, admitía Toledo en referencia a la maniobra de su ministerio para detener la importación del polémico químico.
El glifosato, que estará prohibido en Alemania a partir de 2023, es el herbicida más usado en el mundo y está asociado a cultivos de semillas genéticamente modificadas para los agronegocios. Su principal productor es Monsanto, la empresa que controla el 90% del mercado internacional de semillas y que hace dos años fue adquirida por Bayer, el gigante de la industria farmacéutica. “Terminar con esto no es sencillo”, reconoció López Obrador, “hay países en donde han buscado opciones y no han podido, pero nosotros estamos obligados a invertir y buscar alternativas y al mismo tiempo no permitir el uso del maíz transgénico”.
Un buen ejemplo de los distintos puntos de vista que genera el químico es lo sucedido en Colombia en el último lustro. En 2015 a raíz de una recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y en medio de las negociaciones entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC, la presidencia de Juan Manuel Santos anunció su prohibición como respuesta a un fallo de la Corte Constitucional.
El Ejército colombiano usaba el glifosato como método para acabar con los cultivos de la hoja de coca, pero entre los argumentos en contra, que valoró la Corte, había estudios que comprobaban que el glifosato dañaba cosechas, afectaba a la población, al ser considerado potencialmente cancerígeno, y contaminaba el agua que luego era consumida por los campesinos, lo que provocaba malformaciones y daños a la salud. Tras su prohibición, los defensores de su uso señalaron que en los últimos años se han disparado los cultivos y Colombia ha vuelto a ocupar el primer lugar en la producción de cocaína en el mundo. El Ejército perdió su principal herramienta para combatir la hoja y advirtió que las erradicaciones manuales aumentaban el riesgo para los soldados. Aunque con la llegada del presidente Iván Duque al poder se anunció la reactivación de las fumigaciones aéreas con glifosato, la Corte ha mantenido su prohibición y le ha exigido al Gobierno garantizar que no afecte la salud y generar un mecanismo de consulta con las comunidades que históricamente han sido perjudicadas con la aspersión aérea del químico.
En el caso de México no hay fumigaciones aéreas, pero su prohibición podría afectar a la producción de alimentos. De acuerdo con el Consejo Nacional Agropecuario (CNA), el 50% del glifosato se utiliza en el sureste del país y la prohibición de su uso sin alternativas implicaría dejar de producir más de 76,000 millones de pesos (unos 3.425 millones dólares), teniendo mayor impacto en cultivos como maíz, caña de azúcar, jitomate, frijol y trigo.
La Semarnat ha planteado la eliminación del uso de glifosato para 2024. El secretario de Medio Ambiente señaló que para el Gobierno de la autodenominada Cuarta Transformación “la agroecología constituye un tema fundamental para las políticas ambiental, agrícola y pecuaria que están íntimamente ligadas al tema del bienestar de la sociedad”.
Desde este ministerio se ha puesto el foco en la cadena alimentaria, uno de los sectores más distorsionados del país, que se debate entre la producción masiva para atender el mercado interno y las exportaciones a Estados Unidos y los posibles daños a la salud. Al menos desde esa parte de la Administración se pretende producir alimentos más sanos con la prohibición de 80 plaguicidas, empezando por el glifosato, dijo Víctor Toledo. Está por verse si Alfonso Romo tiene la última palabra.
Jamileth
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