Diagnóstico Económico

En el peor momento de la pandemia, Cuba intenta ‘ordenar’ su economía pero solo la empeora

2021-02-01

A mediados de 2020, el gobierno cubano tenía controlada la expansión del COVID-19 en...

Abraham Jiménez Enoa, The Washington Post

A mediados de 2020, el gobierno cubano tenía controlada la expansión del COVID-19 en la isla, por eso los cubanos seguían en lo suyo: sortear el día a día de un país con un sistema económico inoperante. El cierre de fronteras para evitar la importación del coronavirus dejó a la isla por varios meses sin el balón de oxígeno de su economía: el turismo. Para inyectarle divisas a las arcas de la nación, el gobierno decidió abrir tiendas en dólares —moneda que no circula en el país— y colocó en ellas los productos más necesitados por la población. Los que no tienen familias en el extranjero que les envíen remesas y los que no tienen alguna otra forma de obtener los dólares, indignados con la medida, la tildaron de “apartheid económico”.

En el periódico Venceremos de Guantánamo, por ejemplo, salió publicada una petición de ciudadanos que pidieron a la gerencia de una tienda que cambiaran las confituras de la vidriera por otros productos: “porque llaman mucho la atención de los niños, y es complejo explicarle la imposibilidad de los padres para comprarlos por no tener acceso a esa moneda, cuestión que ante la incomprensión de los pequeños, por lo general, les provoca el llanto”.

Meses después, el COVID-19 siguió sin hacer grandes estragos sanitarios en Cuba, pero la situación económica se tornó aún más grave con el peso de los meses acumulados de pandemia y el impacto de las medidas comerciales de la administración del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, contra la isla. Con la soga al cuello, el gobierno decidió primero volver a abrir las fronteras y, luego, anunció que en 2021 comenzaría la Tarea Ordenamiento, una serie de reformas destinadas a airar el asfixie económico.

Entre los viajeros que comenzaron a llegar y las fiestas navideñas, el coronavirus tomó cuerpo y se desató en el país, al punto de que enero se convirtió en el mes más mortífero en lo que va de la pandemia. Ahora, en el peor momento de esta crisis, la Tarea Ordenamiento, en vez de paliar la situación económica, empeoró la ya complicada vida de los cubanos. En Cuba, hoy se lidia no solo con el miedo de contraer coronavirus, sino también de comenzar a vivir en un país con una situación económica incluso más dura para muchos.

La Tarea Ordenamiento contempla, entre otras medidas, la unificación de las dos monedas cubanas que existían desde 1994, una reforma salarial y la reducción de subsidios. A un mes de su implementación, estas innovaciones solo han provocado molestia social y más escasez en vez de “orden”.

Es un maquillaje promulgar un aumento salarial y de pensiones, cuando al unísono se decreta un alza de precios. El salario mínimo en Cuba se elevó de unos 500 pesos al mes —aproximadamente 20 dólares— hasta unos 2,100 —aproximadamente 87 dólares—. Sin embargo, los precios de diferentes productos subieron exponencialmente. Según la Agencia EFE, el precio del arroz se multiplicó por 11; los frijoles, por 12; y el pan, por 20. Mientras que el precio de un balón de gas subió 25 veces y el de la electricidad casi cuatro.

Estas reformas, que buscan apuntalar el sistema económico, no ayudan a los ciudadanos que acaban de vivir un año en el que la economía del país tuvo un desplome de 11%, la peor caída en 27 años. Con la decisión, el gobierno intenta salvar su propio pellejo al intentar evitar un naufragio como el de la década de 1990 y mantener de ese modo la economía centralizada con predominio de lo que llaman “la empresa estatal socialista” que, como explica la agencia Reuters, según economistas cubanos, alrededor de 40% opera con pérdidas. Si no fuese así, no se entendería el desespero por implementar en este pésimo instante estas reformas de tanta envergadura, cuando desde 2013 se venía “esperando” el momento idóneo para aplicarlas.

En la Tarea Ordenamiento no se toca la propiedad privada. El freno de manos para el crecimiento y desarrollo del mundillo “cuentapropista”, que floreció en la era del expresidente estadounidense Barack Obama, sigue siendo una prioridad del régimen, que ve a los emprendedores como gestores de una Cuba que no le conviene al castrismo. Ese país, rígido e inmóvil a nivel económico, es el que el gobierno intenta mantener por todas las vías, para no ver comprometido su totalitarismo.

El saldo de estas reformas son un “sálvense quien pueda”, porque lo único que no puede ponerse nunca en riesgo en Cuba es su modelo. A solo un mes de implementarse estas modificaciones del sistema económico cubano, han aflorado escenas que distan de ser pasajes que tengan cabida en el socialismo que se promulga: ancianos que no pueden asistir a los comedores sociales por el aumento de los precios, alimentos de primera necesidad que las personas no pueden comprar por su valor.

No es noticia que el gobierno cubano dicte normas que afecten a su pueblo, lleva años haciéndolo, porque existe obviando la realidad del país y navegando en su propia ficción. Pero ahora, que sobrevivimos una pandemia, las consecuencias de ese desfase entre realidad y sueño, son un crimen con alevosía.



JMRS