Salud
Los hospitales de Brasil aún distribuyen cloroquina en “kits de tratamiento preventivo” contra la covid-19
Diogo Magri | El País
São Paulo - No importó que el presidente Jair Bolsonaro fuera criticado por la comunidad científica por publicitar la cloroquina, sin ninguna eficacia comprobada para el tratamiento de la covid-19. Los hospitales, públicos y privados, al borde del colapso por el aumento de contagios, aún recetan medicamentos que no tienen respaldo científico para tratar la enfermedad. Se incluyen en el llamado “kit de tratamiento preventivo” que tiene, además de la cloroquina, ivermectina, una droga utilizada originalmente para combatir las lombrices. La indicación se ha producido en diferentes regiones del país incluso para quienes ni siquiera han dado positivo en la prueba de la covid-19. La orden es primero medicar y luego hacer el diagnóstico.
En febrero pasado, una paciente diabética residente en Fortaleza (al noreste de Brasil), acudió a un hospital de la red privada con dolor de garganta, preocupada por un posible contagio con coronavirus. Recibió una cesta con hidroxicloroquina, ivermectina y prednisona, un medicamento que no se recomienda a las personas con diabetes porque aumenta los niveles de glucosa en sangre. La paciente, que prefiere no ser identificada, dice que los medicamentos se estaban distribuyendo a todos los que llegaban con síntomas respiratorios a la clínica. No tomó la medicación, al día siguiente se hizo la prueba a través del plan de salud y el resultado fue negativo.
La distribución de medicamentos de probada ineficacia contra la covid-19 fue adoptada por diferentes planes de salud a lo largo del año pasado. En mayo, un reportaje de EL PAÍS mostró que Unimed Fortaleza estaba distribuyendo 30,000 kits con cloroquina a sus más de 300,000 clientes. En diciembre, Lia Moura, dentista y miembro de Unimed en la capital de Ceará, buscó un hospital de la red porque le preocupaba trabajar en un centro de salud. “El médico me dio enseguida el kit, con azitromicina e ivermectina. Incluso dejó una receta de corticoides por si empeoraba”, dice. Solo después se sometió a la prueba de la covid-19. El resultado fue negativo, pero asegura que no tomaría los medicamentos aunque estuviese infectada.
Otro paciente, que no quiso ser identificado, especificó la lista de medicamentos que recibió del plan privado, en febrero de 2021, tras avisar que tenía tos: 10 unidades de prednisona, tres de ivermectina, cinco de azitromicina, 10 de colchicina, ocho de hidroxicloroquina y vitamina D. También cuenta que ha recibido, a través del teléfono móvil, un “formulario de consentimiento informado sobre el uso de hidroxicloroquina y azitromicina en pacientes con sospecha o confirmación de covid-19” que debe firmar antes de iniciar el tratamiento.
“Esta decisión compartida es ridícula, porque el paciente firma lo que el médico prescribe, ya que no puede juzgar la evidencia científica que hay detrás”, señala Ana Paula Herrmann, profesora de farmacología de la Universidad Federal de Río Grande do Sul (UFRGS). “Se aplica a cuestiones en las que el médico no está seguro, en las que debe tenerse en cuenta el estilo del paciente. En este caso, existe la certeza de la ineficacia de estos tratamientos”, añade.
Herrmann detalla otros efectos secundarios de los medicamentos recetados. “El uso de antibióticos, como la azitromicina, puede provocar graves consecuencias a largo plazo”, explica. Según ella, el uso indiscriminado puede acabar seleccionando las bacterias más resistentes del organismo, creando súper bacterias que no son fácilmente tratables. “Y la prednisona es un corticoide recomendado solo para casos de ventilación mecánica. Si se aplica antes, puede empeorar”. Sin embargo, la farmacóloga señala que es habitual el uso médico de medicamentos con efectos secundarios cuando los beneficios superan a los efectos adversos. “El problema, en este caso, es que no hay ningún beneficio. Así que lo único que queda son los efectos adversos, incluidos los que ni siquiera podemos predecir”, concluye.
Ineficacia comprobada
A lo largo de 2020, se realizaron estudios en todo el mundo que desmitificaron la eficacia de algunos de los medicamentos prescritos para combatir la covid-19. En septiembre, investigadores brasileños publicaron en la revista científica The Lancet un estudio realizado con 400 pacientes hospitalizados por coronavirus que no presentaron cambios en su estado clínico tras el tratamiento con azitromicina. El vermífugo ivermectina, también adoptado en el kit, apareció como agente agravante de la infección cuando se aplicó tempranamente en un estudio realizado por Fiocruz y por la Universidad Federal de Amazonas en Manaos, divulgado en febrero pasado.
La cloroquina y la hidroxicloroquina han surgido, gracias al Gobierno federal, como los grandes exponentes de los supuestos medicamentos contra la covid-19. Desde el 21 de marzo del año pasado, el presidente Jair Bolsonaro recomendó el medicamento a la población, exaltándola en las redes sociales y colocándola como responsable de su cura cuando fue infectado. El Ministerio de Salud, desde que asumió el mando el general Eduardo Pazuello, en mayo de 2020, adoptó directrices que recomiendan el uso de la cloroquina. El Ministerio llegó a solicitar “la amplia difusión de este tratamiento [precoz], considerando que integra la estrategia del Ministerio para reducir el número de casos que requieren hospitalización”. Tras las críticas, el ministro Pazuello, que los próximos días va a dejar su cargo, dijo que nunca sugirió el tratamiento con el medicamento.
Este retroceso del Gobierno federal, que también dejó de publicitar la cloroquina como lo hizo en los primeros meses de la pandemia, tiene como contexto la posición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de los fabricantes de este y otros medicamentos. El ensayo Solidarity, concluido por la OMS en octubre pasado, siguió la evolución de la enfermedad en 11,200 personas de 32 países y no detectó efectos del tratamiento con cloroquina en la hospitalización o la mortalidad entre los voluntarios. Apsen, el mayor productor del medicamento en Brasil, no indica su uso en el combate contra la covid-19. Asimismo, la farmacéutica estadounidense MSD, responsable de la producción de ivermectina, asegura que el medicamento no es eficaz para esta enfermedad.
“La cuestión política explica [el hecho de que las redes privadas aún sigan distribuyendo el kit con los medicamentos], pero también está el lado sociológico, de querer ofrecer algo cuando no hay nada que hacer. No hacer nada parece una actitud equivocada, pero es lo ideal a falta de pruebas”, opina la profesora de farmacología Ana Paula Herrmann. “Es lamentable que sigamos hablando de esto. Hace un año teníamos incluso algunas incertidumbres, pero ahora sabemos que este tratamiento no tiene la más mínima posibilidad de tratar nada”, aclara.
Contactadas por este diario las redes privadas Unimed Fortaleza, Prevent Senior y Hapvida defendieron el protocolo interno de distribución de los kits de tratamiento preventivo a sus clientes. El plan privado afirma que “respeta la autonomía de los médicos en la prescripción de medicamentos, ya que son ellos los que deben valorar la necesidad de utilizar cada remedio para el tratamiento de la enfermedad”. Prevent Senior, por su parte, califica de “esencial” la “recepción inicial del paciente” que, según ellos, incluye medicamentos, exámenes y tomografías. Por último, Hapvida dice que la mitad de sus 4,000 médicos de la red utilizan la hidroxicloroquina “tal y como se sugiere en los protocolos dinámicos, elaborados por un comité médico internacional que se apoya en la evidencia clínica y en los criterios del Consejo Federal de Medicina”, sin más detalles. La empresa añade además que “no hay registros de hospitalizaciones derivadas de ningún efecto secundario por el uso del medicamento.”
Jamileth
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