Pan y Circo

Las elecciones de 2021 en México, una vergonzosa farsa

2021-04-08

En la misma lista se haya Miguel Ángel Almaraz Maldonado, aspirante del PAN para gobernar el...

Ricardo Raphael | The Washington Post

Ricardo Raphael es periodista, académico y escritor mexicano. Su libro más reciente es 'Hijo de la guerra’.

Las elecciones del próximo 6 de junio en México tienen mucho de farsa. La pugna feroz entre dos supuestos proyectos de país enmascara un juego de sillas rotatorias donde la misma clase política corrupta se aferra a mantener cargos e influencia pública.

La coalición Va por México, formada por los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD), pide votar en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador porque de lo contrario el país se hundirá en un irremediable barranco. El partido oficialista, Morena, responde en voz del líder senatorial Ricardo Monreal que este proceso significa el desafío más importante en la historia electoral del país.

Infantilizando a las y los electores, cada bando explica el guion de esta estación en la política mexicana como si fuera una lucha de titanes, al estilo de Marvel Comics. Afirman que solo uno de los bandos rivales saldrá vencedor y el adversario terminará erradicado.

Sin embargo, detrás de ese discurso cargado de fuegos de artificio, la realidad de la contienda ofrece una oferta de candidatas y candidatos que han saltado de un partido a otro, no porque posean una vocación política sincera, sino porque no quieren perder el fuero ni la protección que viene con los cargos.

No hay diferencia entre los partidos. Todos postularon impresentables. No fue relevante que quienes aspiran tuvieran antecedentes penales, hubiesen sido socios de políticos corruptos, hayan depredado el erario, estuvieran acusados de delitos sexuales, contaran en su haber relaciones inconfesables con el crimen organizado, carezcan de mérito para el puesto o sean unos cínicos desvergonzados.

Parte de la oferta política que vendrá en las boletas da vergüenza y, al mismo tiempo, ofrece evidencia de lo poco que ha cambiado políticamente el país. Estos comicios vuelven obvio que una cosa es el discurso político —la gran gesta democrática que cada facción defiende y profetiza— y otra cosa muy distinta es la realidad.

Uno de los personajes destacados de esta charada es, por ejemplo, Habiel Medina Moreno, candidato de Morena para la presidencia municipal de Soto la Marina, Tamaulipas. Este político no podrá visitar a sus votantes porque está recluido en prisión, presuntamente por haber desviado recursos del erario.

En la misma lista se haya Miguel Ángel Almaraz Maldonado, aspirante del PAN para gobernar el municipio de Río Bravo, también en Tamaulipas. Lo anterior a pesar de que en 2009 fue acusado formalmente de ser parte del grupo criminal Los Zetas y de participar en el robo de combustible a la empresa estatal Petróleos Mexicanos.

Se suman la candidata a gobernadora por el PAN-PRD en el estado de Chihuahua, María Eugenia Campos Galván, quien fue vinculada a proceso penal por haber recibido sobornos del exgobernador priista César Duarte cuando fue diputada local; y Cruz Pérez Cuellar, senador postulado por Morena para la alcaldía de Ciudad Juárez, quien también ha sido denunciado de beneficiarse gracias a la nómina oculta del corrupto exgobernador.

Otro postulante más, emparentado políticamente con César Duarte y con señalamientos de corrupción, es Armando Cabada Alvídrez, quien se inscribió como candidato a diputado federal plurinominal por Morena.

En San Luis Potosí hay igualmente sorpresas. En este caso por la candidatura a gobernador de Xavier Nava Palacios, quien fuera señalado por complicidad y corrupción con las empresas inmobiliarias que depredaron la sierra de San Miguelito. Esta postulación enojó a las bases de Morena porque aseguran que con su fortuna financió el movimiento anti López Obrador conocido como Frenaaa.

Otro personaje impresentable de la contienda es Marciano Dzul Caamal, quien fuera alcalde priista de Tulum, Quintana Roo, y ahora pretende reelegirse gracias a las siglas de Morena. Al parecer solo en su tierra se acuerdan cuando presumía ser amigo personal del exgobernador Roberto Borge Angulo, cuya biografía corrupta es imborrable.

Se suman candidaturas de personajes acusados de haber cometido violencia sexual. Se lleva el lugar más destacado Félix Salgado Macedonio, todavía aspirante de Morena para la emblemática gubernatura en el estado de Guerrero. Tiene en su haber al menos cinco acusaciones por abuso sexual y, sin embargo, los líderes varones de su partido lo han defendido con tenacidad. A pesar de que el Instituto Nacional Electoral descarriló momentáneamente su candidatura, debido a que no proporcionó el reporte de gastos de su precampaña, lo más probable es que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación lo devuelva pronto a la contienda.

También Manuel Guillermo Chapman, presidente municipal en Ahome, Sinaloa, fue condenado en 2019 por acoso laboral y violencia de género. No obstante, en esta contienda logró registrarse como candidato de Morena al segundo distrito federal por ese estado.

Otra candidatura que ha despertado indignación es la Jorge Hank Rhon. El abanderado del Partido Encuentro Solidario para gobernar Baja California lleva 30 años siendo señalado por el semanario Zeta como responsable del asesinato del periodista Héctor Félix Miranda. También se le acusa de vínculos criminales con la familia de narcotraficantes Arellano Félix y más recientemente con el Cártel Jalisco Nueva Generación.

Hank Rohn recuerda que en México el mérito es irrelevante si la cigüeña dejó al sujeto en una cuna influyente. No alcanzarían los párrafos de este texto para nombrar a las y los aspirantes que, como él, lograron relevancia política, no por talento propio, sino gracias a sus relaciones familiares.

Solo por mencionar algunos nombres, estarán en las boletas Juan Pablo Beltrán Viggiano (como suplente), hijo de la secretaria general del PRI, Carolina Viggiano; Karla Martínez, hija del dirigente del PRD en Puebla, Carlos Martínez; Ricardo Astudillo Calvo, hijo del actual gobernador priista en Guerrero, Héctor Astudillo, entre otros.

Es necesario también nombrar a dos grandes cínicos de la política neolonesa: Clara Luz Flores y Samuel García Sepúlveda. La primera mintió desvergonzadamente al negar que conocía al líder de la secta NXIVM, Keith Raniere (hoy en prisión en Estados Unidos), y con ello desbarrancó su candidatura para gobernar Nuevo León. El segundo es su competidor por el partido Movimiento Ciudadano, quien ha dado pruebas de frivolidad, destreza discriminatoria y misoginia y, sin embargo, la caída de Clara Luz lo catapultó en las preferencias electorales. Uno más de la casta que logra lavarse la cara jugando a ser oposición.

Es un engaño que esta elección sea diferente, definitiva o trascendental. Es igual a muchas otras que México ha experimentado donde la clase política ofrece un bochornoso espectáculo con el solo propósito de permanecer bajo los reflectores del escenario. No hay quien se crea lo del gran desafío, tampoco lo de la ingenua lucha entre titanes.



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