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Inmunidad de rebaño: la última obsesión para poner fin a la pandemia en México
Elías Camhaji | El País
México - La pandemia ha ido a la baja por más de 17 semanas. Más de 16 millones de personas ya se han vacunado y han llegado al país más de 30 millones de dosis contra la covid-19. Y el semáforo epidemiológico, que al principio tenía a todo el territorio pintado de rojo, ha dado oxígeno a la economía, con miles de negocios que han vuelto a abrir sus puertas y millones de personas que han vuelto a las calles, los bares y los restaurantes. Mientras otros países padecen los estragos por el repunte de casos, en México no hay visos de la llegada de una temida tercera ola de contagios y la hipótesis de que la mayoría de los habitantes ha alcanzado cierto nivel de inmunidad ante el virus cobra cada vez más fuerza. Las autoridades aseguran que hasta este mes más de la mitad de la población, unos 60 millones de personas, ya se ha infectado de covid. El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, dijo esta semana que es probable que para agosto o septiembre próximos México alcance la llamada inmunidad de rebaño y la esperanza de dar por superada la crisis sanitaria ha emergido otra vez. Los expertos, sin embargo, tienen sus dudas. “Es una actitud demasiado triunfalista y eso aumenta el riesgo de que surja un nuevo brote”, advierte Andreu Comas, académico de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP).
El 27 de febrero del año pasado, a unas horas de que se confirmara el primer caso de coronavirus en el país, López-Gatell estimó, al igual que varios especialistas, que hasta un 70% de los mexicanos se podrían infectar de coronavirus. Los pronósticos fueron recibidos con mucha preocupación. Casi un año y medio después, la historia es completamente distinta. Ahora, el hecho de que tres de cada cuatro habitantes tengan inmunidad por haberse vacunado o por haberse infectado y generado anticuerpos se lee en clave de desescalada y no de emergencia sanitaria.
La inmunidad de rebaño es un concepto teórico que se basa en cuántas personas tienen que estar protegidas para detener una enfermedad contagiosa, ya sea porque ya se enfermaron o porque están vacunadas, explica Comas. La idea es que si se contagian suficientes habitantes, entre un 70% y un 75% en el caso del SARS-CoV-2, habrá más gente inmune y la probabilidad de que la enfermedad se transmita de persona a persona sea mínima. Eso hace que no solo sean inmunes quienes ya tienen anticuerpos, sino toda la comunidad, por esa baja probabilidad de contagios.
Con el estallido de la epidemia, algunos países, como Suecia, escogieron como estrategia tratar de llegar a la inmunidad de rebaño. Se evitó el confinamiento, las medidas sanitarias y se optó porque el virus circulara, pero el plan se tradujo en más muertes, más saturación en los hospitales y fue un fracaso, reconocido por la propia Casa Real. “La dispersión natural fue una mala idea entonces y es una mala idea ahora”, afirma Comas.
El epidemiólogo plantea que hay que imaginar la epidemia como un gran iceberg. Las muertes y los casos más graves son apenas la punta y debajo del agua están los contagios más leves y asintomáticos. Pero como el coronavirus tiene una gran fuerza de infección, dejarlo correr en una población solo incrementa esa fuerza que ya tenía y es como si empujáramos ese iceberg poco a poco hacia la superficie. Si no se contiene la covid y se mantienen las medidas preventivas, “va a haber más casos complicados, graves y muertes”, asegura Comas.
El caso de inmunidad parcial de México es complicado porque hay más personas con inmunidad natural —porque entraron ya en contacto con el virus—, que con inmunidad artificial porque ya se vacunaron, señala Roselyn Lemus-Martin, doctora en Biología molecular por la Universidad de Oxford. Según las cifras y estimaciones de las autoridades sanitarias, hay unos 60 millones que ya se infectaron y unos 15 millones de personas vacunadas, lo que es también un botón de muestra del subregistro y la falta de pruebas en el país, que solo contabiliza en su tablero oficial 2,5 millones de casos.
“Yo no pondría tanta esperanza en el tema de la inmunidad de rebaño”, admite la académica, que agrega que es mucho más conveniente que se busque la inmunidad a través de las vacunas, aunque apunta que el ritmo de vacunación “no está lo suficientemente acelerado” para anticipar ese escenario. La inmunidad natural, además, solo dura unos meses por lo que se tendrían que hacer más estudios para saber cuántos han estado en contacto con el virus y cuánto tiempo, apunta Francisco Oliva, profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana. “Para medir un rebaño, se necesitarían más muestras aleatorias y encuestas epidemiológicas”, agrega Oliva.
¿Es realista que para agosto y septiembre haya inmunidad de rebaño en México? Para Comas depende de dos factores: la velocidad de transmisión de la enfermedad y el ritmo de vacunación. El Programa Virus Universitario, creado por investigadores de la UASLP y el Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica, proyecta que si se continúa la vacunación a este ritmo, ese 75% de población inmune se alcanzaría entre el 14 y el 21 de diciembre. Si se duplica el número de dosis administradas a diario, se llegaría a mediados de octubre. Si se triplica, tres de cada cuatro habitantes serían inmunes en la primera semana de septiembre. No hay un consenso: para Olivas, el pronóstico es viable y para Lemus-Martin, no lo es.
Con la vacunación masiva, Estados Unidos, el país que más personas ha inmunizado, vivió un optimismo similar y algunos especialistas anticipaban que se podría alcanzar la inmunidad de rebaño para este verano, incluido el epidemiólogo en jefe Anthony Fauci, pero ahora el grueso de los expertos no cree que se consiga este año. Entre los factores para ser más cautos está la llegada de nuevas variantes del virus. La investigadora de la Universidad de Guadalajara, Nataly Vega Magaña, explicó en una entrevista la semana pasada que entre más circule el virus es más probable que mute y eso hace que el escenario de confianza por esa inmunidad parcial por contacto con la enfermedad sea un arma de doble filo. Otras razones son las reticencias de varias personas a vacunarse y las propias características del virus, indica Lemus-Martin. “No es en automático que alcancemos tal número de contagios y ya estemos del otro lado, es un proceso muy complejo”, insiste la investigadora.
Mientras al inicio de la pandemia se hablaba de la inmunidad de rebaño como un objetivo local, cada vez más especialistas instan a pensar a la epidemia como un fenómeno global, sobre todo a partir de que se regularicen cada vez más los flujos de personas y el comercio. “Tendríamos que hablar de un 75% de personas vacunadas en el mundo, algo que a este ritmo puede pasar hasta 2023 y 2024”, comenta Lemus-Martin. Se puede hablar, evidentemente, de ciudades o poblaciones que alcancen cierto grado de inmunidad, pero eso no cambia que haya que estar alertas a las variantes que surjan en otros sitios o que las vacunas tengan que adecuarse para ser efectivas contra ciertas mutaciones. “La vacunación llegó para quedarse”, sostenía Vega Magaña.
Comas insiste en que hay que pensar también en el costo de la inmunidad por contagio que se ha conseguido. “Ha caído el PIB, se ha perdido un ciclo escolar, ha habido cientos de miles de muertes”, recuerda el investigador. Con cada vez más avisos desde la academia de que no hay una salida mágica de la epidemia hacia la normalidad, la apuesta tiene que ser por ampliar la cobertura de vacunas y mantener las medidas de prevención, más allá de tener una mayor sensación de seguridad. “Tenemos que cuidarnos, todavía no podemos cantar victoria”, sentencia.
Jamileth