Vuelta al Mundo
La asimetría del conflicto bélico entre Israel y Palestina
Patricia R. Blanco, Ignacio Gallello y Mariano Zafra | El País
El alto el fuego pactado entre Israel y Hamás con la mediación de Egipto, en vigor desde la madrugada de este viernes, pone fin a un enfrentamiento abierto que comenzó el pasado 10 de mayo tras la escalada de violencia desatada en Jerusalén durante el mes del Ramadán. La mecánica de la contienda, que comenzó cuando el Ejército israelí respondió al lanzamiento de siete cohetes desde Gaza hacia Jerusalén con una ofensiva a gran escala, evidencia las asimetrías de un conflicto que ha durado 11 días y en el que han muerto 232 palestinos y 12 israelíes.
Así ataca Hamás desde Gaza
El rechazo de Israel al ultimátum de Hamás, que exigió la retirada de las fuerzas hebreas de la Explanada de las Mezquitas —Monte del Templo para los judíos— y del barrio de Sheik Jarrah en Jerusalén Este, fue el detonante que llevó a la milicia islamista, que gobierna de facto Gaza, a lanzar cohetes contra la región de Jerusalén. Acorraladas en una de las zonas más densamente pobladas del planeta y con todos los accesos al exterior bloqueados por Israel, a excepción de los túneles secretos que han construido, así combaten las milicias desde la Franja:
ISRAEL
Gaza es un territorio de 385 kilómetros cuadrados con una población de más de dos millones de personas y una de las mayores densidades del planeta: 5.319 habitantes por kilómetro cuadrado.
Desde 2007, Israel bloquea todos los accesos a la Franja, tanto por tierra como su salida al Mediterráneo.
Las milicias palestinas han lanzado en 11 días 4.340 misiles desde el enclave. Doce israelíes han muerto como consecuencia de los bombardeos.
La tecnología sigue siendo precaria. El 15% de los cohetes han caído dentro de la Franja. La mayor parte de los proyectiles tenían un alcance de unos 40 kilómetros, aunque algunos podían recorrer hasta 160.
Israel se defiende de los cohetes con la Cúpula de Hierro, un sistema que detecta los proyectiles lanzados y los neutraliza si suponen una amenaza. Tiene un 90% de efectividad, según sus datos.
La intensidad de los ataques de Hamás y Yihad Islámica, que han lanzado 4.340 cohetes en dirección a Israel en 11 días, no tiene precedentes. Según cálculos de la inteligencia israelí, las milicias palestinas habrían almacenado desde 2014 unos 30,000 cohetes y proyectiles de mortero. Aunque el Ejército israelí ha detectado mejoras en la tecnología, con docenas de misiles de un alcance de entre 100 y 160 kilómetros, capaces de atacar Tel Aviv y Jerusalén, el armamento palestino continúa siendo precario. Alrededor del 15% de los misiles han caído en la propia Franja y la mayoría de los cohetes lanzados tienen un alcance de unos 40 kilómetros, según el Centro de Información sobre Inteligencia y Terrorismo, un grupo de investigación israelí vinculado a las fuerzas armadas.
Sin embargo, las deficiencias tecnológicas en precisión y alcance no significa que las bombas no sean mortíferas. La Cúpula de Hierro, el avanzado sistema de defensa antiaérea que emplea Israel para defenderse de los cohetes lanzados desde Gaza, ha logrado interceptar el 90% de los proyectiles pero no ha podido impedir la muerte de 12 ciudadanos, entre ellos dos menores.
Cuando un proyectil de los milicianos palestinos alza el vuelo y los radares de la cúpula lo detectan, el sistema calcula dónde será el impacto y, si supone un riesgo para la población, lo neutraliza. En ese caso, lanza un misil con el fin de interceptarlo. Cada proyectil interceptor cuesta entre 50,000 y 100,000 dólares (41,000 y 82,000 euros), según el Ejército israelí, un valor muy superior a la horquilla de entre 400 y 2,000 dólares (entre 330 y 1.640 euros) que se estima para los cohetes gazatíes, mucho más rudimentarios.
Así ataca Israel
Israel ha lanzado una operación a gran escala para acabar con la capacidad militar de Hamás. Las lanzaderas de cohetes y los túneles secretos han sido dos de sus principales objetivos.
El Ejército israelí ha eliminado también a líderes de Hamás y Yihad Islámica y ha derribado los edificios que usan para planear y dirigir ataques. En esos inmuebles, pueden también vivir civiles.
Israel ha intentado minimizar el número de víctimas civiles con avisos a la población antes de los bombardeos por megafonía, SMS o con bombas que caen sobre el techo y solo provocan ruido.
Aun así, desde el pasado 10 de mayo, han muerto 232 palestinos, entre ellos, 65 niños y 39 mujeres.
Unos 800 edificios han sido destruidos y otros 10,000 han resultado dañados. Además, unas 300 instalaciones esenciales han sido atacadas, según los últimos balances.
El Ejército de Israel ha lanzado una operación a gran escala por tierra, aire y mar para destruir las infraestructuras militares de Hamás y Yihad Islámica —como las lanzaderas de misiles, cuarteles o centros de operación—, y para derruir la red de túneles que utilizan los grupos armados palestinos para el suministro de armas y para infiltrarse en Israel y asesinar a sus principales líderes. Desde la Operación Margen Protector de 2014, no había realizado una ofensiva similar.
Una de sus principales obsesiones durante los 11 días de contienda ha sido justificar, frente a la opinión pública internacional, la legalidad de su operación, especialmente por el alto número de muertes de civiles entre la población palestina en una de las zonas más densamente pobladas del planeta durante los bombardeos de los escuadrones de combate de las fuerzas aéreas de Israel. De los 232 palestinos que han perdido la vida durante la ofensiva, unos 160 serían milicianos islamistas, según el Ejército israelí. “Hamás ha convertido áreas residenciales de Gaza en fortalezas militares”, se han justificado las fuerzas hebreas que, según manifiestan, han puesto el máximo esfuerzo en reducir el número de víctimas civiles.
El alto el fuego ha sido pactado cuando la intensidad de los cohetes lanzados desde Gaza era cada vez menor y la aplastante capacidad bélica de Israel, según los analistas militares citados por la prensa israelí, había logrado sus objetivos de destruir gran parte de las infraestructuras que Hamás y Yihad Islámica utilizan para planear y ejecutar sus ataques así como el de aniquilar a sus líderes. Pero también ha dañado miles de edificios y centenares de infraestructuras básicas que agudizarán la crisis humana que vive la Franja, que, además, carece de una cúpula de hierro con la que protegerse.
Jamileth