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Trump, Kamala y México: las elecciones 2024 en Estados Unidos inician en la frontera

2021-06-28

Harris y Trump son, en este momento, las dos figuras más visibles para la sucesión...

Carlos Loret de Mola A., The Washington Post

El viernes 25 la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, visitó la frontera de su país con México. Un par de semanas antes realizó una gira de trabajo a la capital mexicana para reunirse con el presidente Andrés Manuel López Obrador. El miércoles 30 está agendado que el expresidente Donald Trump realice su propia visita a la frontera acompañado por el gobernador de Texas, Greg Abbott.

Harris y Trump son, en este momento, las dos figuras más visibles para la sucesión presidencial estadounidense de 2024. Kamala porque es la segunda del presidente Joe Biden, quien ha dicho que se visualiza como un presidente de un solo término, que no buscaría la reelección. Trump porque sigue siendo el republicano mejor posicionado para reconquistar el poder y, aunque no ha hecho el anuncio formal, está en franca campaña.

Trump ya está abriendo fuego: acusa al gobierno de Biden de haber descompuesto lo que su gobierno dejó bien. Desde que Biden tomó posesión, las detenciones de migrantes en la frontera estadounidense pasaron de 78,000 en enero a 180,000 en mayo. Esto supera los máximos históricos que ya había tenido la administración de Trump, en 2019, cuando se hablaba de que la frontera estaba fuera de control y el republicano amenazó a México con imponer aranceles si no detenía el flujo de personas.

También se ha asegurado hasta ahora más fentanilo —una droga letal— en la frontera que en todo 2020. Cuando se incauta más, es porque entra más al país. También es un asunto políticamente explosivo y Trump se está regodeando con ambos.

Las detenciones en la frontera, tanto de personas como de estupefacientes, son más altas que con Trump. Ante ello, Biden encomendó a su vicepresidenta que resuelva el problema. Al darle esa tarea visible y crítica, la sitúa también políticamente frente a Trump y da el banderazo de salida a la carrera por la sucesión presidencial.

El primer round Kamala-Trump es en la frontera. Esto vuelve a poner a México al centro de la contienda política estadounidense, un sitio que nunca ha convenido al país: termina exacerbando el racismo y la xenofobia, se traduce en mano dura contra los migrantes y deja maltrecha la imagen del país.

Para Trump, usar a México como trampolín electoral no es territorio desconocido. La exitosa campaña presidencial que lo llevó a la Casa Blanca la inició atacando a México y los mexicanos, criminalizando a los migrantes y anunciando el fin del tratado comercial en el que convergían ambas naciones.

Lo que Trump aprovechó y amplificó en su gobierno, y que Harris entiende, es que para resolver su problema migratorio Estados Unidos necesita de México.

En 2019, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador reaccionó a la presión de Trump con docilidad: destinó 26,000 elementos de la Guardia Nacional para fungir como “patrulla fronteriza” en los límites con Guatemala y detener el paso de migrantes centroamericanos a Estados Unidos. Harris tuvo con México un acercamiento que hasta ahora, al menos públicamente, no conlleva ninguna amenaza pero que busca llegar a los mismos acuerdos: que la frontera sur de México sea el primer muro estadounidense.

Que México quede en medio de la contienda política implicará caminar en la cuerda floja para el presidente López Obrador: por un lado tiene que entenderse con la nueva administración Biden-Harris, pero dejó una gran amistad —casi debilidad personal— con Trump. Los hermana el estilo populista de ejercer el poder, su lenguaje de permanente polarización, su desapego a la ciencia y los datos duros. Trump tampoco olvidará que López Obrador fue a Washington, en su único viaje internacional, a elogiarlo en medio de la campaña por la reelección. Y que fue de los últimos mandatarios del mundo que felicitó a Biden por un triunfo que se negó a reconocer —alentando las infundadas denuncias de fraude— hasta que no tuvo de otra.

La relación López Obrador-Biden no es tan buena. No hay entre ambos la química que existía con Trump. Han tenido varias llamadas telefónicas, pero no se han visto personalmente desde que son mandatarios y la reunión con Kamala Harris sucedió justo un día después de las elecciones intermedias, en donde López Obrador no obtuvo los resultados que esperaba.

El conflicto en la frontera tiene también una arista en la sucesión presidencial mexicana: es la oportunidad para que el canciller Marcelo Ebrard “resucite” políticamente. Ebrard solía considerarse de los punteros en la carrera por las próximas elecciones presidenciales (en el 2024 también) hasta que colapsó un tramo del Metro de Ciudad de México. La tragedia dejó 26 personas muertas y el primer dictamen oficial culpó a fallas estructurales en su construcción, sucedida durante la gestión de Ebrard como jefe de Gobierno de la capital.

Por todo ello, el visible encontronazo político Trump-Kamala obliga a México, a su presidente y a su canciller a caminar en la cuerda floja. Y como en el circo, en un parpadeo eso puede terminar muy mal. En cambio, llegar con soltura a la otra orilla desata el aplauso del público.



Jamileth
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