Educación

Pandemia en Brasil reduce asistencia a examen universitario

2021-11-22

Apenas un poco más de 3 millones de estudiantes se inscribieron para realizar el examen...

Por MARCELO SILVA DE SOUSA

RÍO DE JANEIRO (AP) — La asistencia en Brasil el domingo al examen estandarizado de admisión a la universidad parecía ser la más baja en 15 años, en gran parte reflejando el impacto de la pandemia de COVID-19 en el sistema educativo de la nación, de acuerdo con expertos.

Apenas un poco más de 3 millones de estudiantes se inscribieron para realizar el examen anual, una disminución del 44% respecto al registro del año pasado y la menor cantidad desde 2006. El extenuante examen de 5 horas y media de duración, que se lleva a cabo en dos fines de semana, es el principal estándar de admisión para las universidades brasileñas.

Los expertos dijeron que prevén que muchos de los que se registraron este año se ausentarán el domingo. Aproximadamente la mitad de los 5,7 millones que se inscribieron para el examen del año pasado no se presentaron cuando finalmente se llevó a cabo en medio de la pandemia.

Los largos cierres de escuelas y la frustración con la enseñanza a distancia afectaron a millones de estudiantes en todo el país.

“Es posible que, debido a la interrupción del aprendizaje presencial, haya un sentimiento de que no hubo suficiente tiempo para prepararse para los exámenes”, comentó Claudia Costin, directora del Centro para la Excelencia e Innovación en Políticas Educativas, un centro de investigación en Río de Janeiro.

Hizo notar también que la pandemia provocó dificultades económicas que obligaron a muchos a trabajar en lugar de estudiar.

La baja asistencia era evidente en algunas partes de Río de Janeiro el domingo. Gran cantidad de padres de familia suelen congregarse afuera mientras sus hijos realizan la prueba, pero ahora apenas había algunos vendedores ambulantes que ofrecían bolígrafos y mascarillas en las inmediaciones de la Universidad Católica poco antes de que comenzara el examen.

Por su parte, el presidente conservador Jair Bolsonaro ha convertido el examen mismo en parte de su batalla cultural contra la izquierda. Ha acusado a los que lo diseñan de darle un sesgo izquierdista. Y ha cuestionado qué tan útil es para determinar quién puede ingresar a la universidad, una postura frecuentemente vinculada con los críticos de izquierda de los exámenes en Estados Unidos.

“Miren el patrón de Enem (siglas en portugués de Examen Nacional de Enseñanza Media)”, comentó el mandatario esta semana durante una visita a Qatar. “Por el amor de Dios, ¿eso mide algún conocimiento? ¿O forma parte de un activismo político y problemas de comportamiento?”

Los críticos dicen que el gobierno de Bolsonaro ha intervenido para modificar las preguntas del examen que le disgustaban al mandatario. En un caso, señalan, reestructuró una referencia al golpe de Estado de 1964 para llamarlo “revolución”, como le dicen sus partidarios.

El Ministerio de Educación no respondió a una solicitud de comentarios que le hizo The Associated Press sobre las bajas cifras de inscripción y las acusaciones de injerencia.

Treinta y siete miembros de la agencia que elabora el examen, el Instituto Nacional de Estudios e Investigaciones Educativas (INEP), renunciaron esta semana, quejándose de que el gobierno estaba intentando interferir en las pruebas para incorporar ideología.

El principal sindicato que representa a los trabajadores del instituto pidió el viernes que se investiguen los supuestos intentos de censura.

“Desde que Bolsonaro fue elegido, a los funcionarios del INEP se les ha dado trato de comunistas, de que están motivados por cuestiones políticas. Y la dirección del instituto no quiere respetar las opiniones técnicas a la hora de elaborar los exámenes”, comentó Alexandre Retamal, presidente del sindicato, a la AP.

Costin, que también es exsecretaria de educación de Río de Janeiro, advirtió que la creciente desconfianza hacia el examen podría provocar que incluso más personas eviten presentarlo en los próximos años.

Le dijo a la AP que los funcionarios tienen la idea de que hay conspiraciones en gestación, la cual “conduce al gobierno a creer que las universidades son centros políticos, y no lugares de investigación y producción de conocimiento”.



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