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Hace falta un radar global de enfermedades

2021-12-20

En las próximas semanas, especialistas científicos determinarán si las...

Editorial | The Washington Post

En medio de toda la incertidumbre sobre la nueva variante ómicron, no debemos pasar por alto un detalle esperanzador. Sudáfrica detectó la nueva variante y secuenció su genoma rápidamente, lo que alertó al resto del mundo de que portaba una gran cantidad de mutaciones y podría ser más contagiosa, virulenta y evasiva que las variantes anteriores. Por esta actuación estelar y generosa, a Sudáfrica se le cerraron las puertas del mundo de golpe.

Lo que hicieron los científicos en Sudáfrica fue dar una idea del futuro que necesitamos: un sistema global de alerta rápida que utilice vigilancia genómica para detectar y rastrear los cambios, y la propagación de patógenos basados ​​en la secuenciación del genoma completo, el cual produce un modelo genético elaborado con los componentes básicos más pequeños de la vida. Estos datos se pueden compartir rápidamente y utilizar para desarrollar terapias y vacunas. Esta vigilancia aún no existe a escala mundial, pero Sudáfrica y Gran Bretaña han demostrado su inmensa promesa a futuro.

El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, se enteró de la nueva variante a través de Tulio de Oliveira, director fundador del Centro de Respuesta e Innovación para las Epidemias, quien se ha mostrado franco durante la pandemia sobre la necesidad de utilizar las herramientas de la genómica viral para alertar rápidamente y darle seguimiento a los virus. Cuando comenzaron a aparecer nuevos casos de ómicron el 11 de noviembre, Sudáfrica estaba lista: en junio de 2020 había establecido la Red de Vigilancia Genómica en Sudáfrica, que vincula a los laboratorios y sus instituciones académicas asociadas. La red sudafricana comparó rápidamente el genoma de la nueva variante con otras, descubriendo la gran cantidad de mutaciones, incluida la proteína de pico que permite la entrada a las células humanas, y luego la compartió con la Organización Mundial de la Salud y científicos de todo el mundo.

En teoría, estas redes deberían mantenerse alerta en todas partes y en todo momento. Estados Unidos ha estado mejorando el uso de la vigilancia genómica para rastrear variantes durante la pandemia, pero aún va a la zaga en comparación con otras naciones. La cooperación mundial en materia de salud pública, tema en una de las recientes reuniones extraordinarias de la Asamblea Mundial de la Salud, a menudo se ha visto obstaculizada por la negativa de las naciones a compartir muestras y datos, por la confusión sobre el financiamiento para la vigilancia, y por información epidemiológica y clínica dispersa que no está relacionada con la genómica, lo cual hace más difícil que se conecten los puntos. La Fundación Rockefeller anunció que invertirá parte de un compromiso de donación de 1,000 millones de dólares para ayudar a establecer una plataforma amplia para superar estos obstáculos.

Las restricciones de viaje anunciadas a raíz del descubrimiento de ómicron podrían ralentizar ligeramente los contagios, pero en última instancia afectan la economía de las naciones, como sucedió en Sudáfrica. Es mucho más importante acelerar la vacunación en Estados Unidos y en todo el mundo. En las próximas semanas, especialistas científicos determinarán si las mutaciones de ómicron indican nuevas amenazas, incluso cuando la variante delta sigue causando estragos en Estados Unidos y el planeta. Es hora de comenzar a aprovechar la genómica y el intercambio de información para construir un radar global poderoso y robusto para detectar enfermedades. De lo contrario, volaremos a ciegas hacia otra peligrosa tormenta.



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